El desgarrador miedo al fracaso

Conoce la trampa vital del fracaso y cómo está estorbando tu potencial

Si posees este esquema lo habitual es que te sientas un fracasado y sueles compararte demasiado con los demás. Sin importar el éxito que alcances, tu interior refleja pesadumbre porque no lo consideras suficiente.

En cualquier caso, no importa cuál sea tu posición actual o el nivel de rendimiento, el mundo interior es el mismo. Independientemente del éxito que parezca que tengas, la mayor parte del tiempo te sientes un fracasado.

El fracaso se refuerza gracias a la evitación que te impide realizar los pasos necesarios para mejorar y avanzar en las cosas que deseas. Evitarás desarrollar nuevas habilidades, enfrentarte a tareas distintas o asumir responsabilidades.

Sientes que tus esfuerzos son en vano, por lo tanto sueles hacer las cosas mal, llegar tarde, distraerte, para reforzar la idea de que no eres suficiente.

Tienes la tendencia a exagerar lo negativo y minimizar lo positivo, borrando las pruebas de que eres una persona capaz y eficiente. Puedes sentirte deprimido por tus fracasos  y ves pocas esperanzas de cambiar.

¿Cómo se crea esta trampa?

1) Uno de tus padres (o ambos) fue muy crítico con tu rendimiento en general. Te llamaban perezoso, tonto, inútil, fracasado. Puede estar presente el maltrato tanto psíquico como físico.

2) Tus padres fueron exitosos y sientes que no puedes alcanzar sus estándares de exigencia. Y fue así que te diste por vencido.

3) Sentías tus padres no se preocupaban de sí eras exitoso en lo que te proponías. También pudo haber estado presente la competencia, tus padres de alguna forma te transmitieron que no era bueno que fueras mejor que ellos.

4) Te sentiste inferior al compararte con otros niños en tu infancia. Quizás tuviste dificultades emocionales o físicas que te hacían sentir distinto. No querías intentar hacer cosas para evitar ser humillado por tus amigos.

 5) Te comparaban constantemente con tus hermanos y sentiste que ellos eran mejores que tú y que jamás podrías estar a su altura.

6) Ausencia de límites parentales y falta de construcción de autodisciplina.

Las expectativas que tienes de fracaso se conviertes en una profecía autocumplida.

Consecuencias del fracaso como trampa vital

Puedes llegar a conseguir trabajo pero sueles ser despedido por retrasarte a menudo, tener un pobre rendimiento o problemas con la puntualidad. Te cuesta comprometerte con el trabajo, la profesión y el estudio. Temes tomar decisiones en el ámbito laboral. Te sientes un impostor, que no sabes lo suficiente y que engañas a los demás. Exageras tus errores y minimizas tu éxito.

Puedes buscar parejas de éxito y vivir a través de ellos, mientras estás paralizado. No das los pasos necesarios que te permitan superarte y refuerzas todo el tiempo una visión incompetente de ti mismo.

Algunas personas buscan compensar de algún modo esta sensación de fracaso, los hombres pueden llegar a ser buenos deportistas o hábiles en la seducción, las mujeres suelen tener una buena apariencia o se preocupan en exceso por los demás.

Si te sientes identificado con esta trampa, te invitamos a conocer nuestra terapia para comenzar a cambiar estas creencias y poder convertirte en la verdadera versión de ti mismo, la que no cree en las mentiras del fracaso. Jamás olvides que el fracaso no es tu enemigo, es un paso necesario para el camino hacia el éxito.

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¿Por qué no soy feliz?

A veces no has vivido ninguna tragedia, no padeces de depresión ni ninguna patología grave, tu vida está en relativo orden y aún así no puedes conectar con la felicidad. Analicemos qué es lo que te está pasando.

porque no soy feliz

El ser una persona pesimista puede ser la razón por la cual te estés alejando de la felicidad y la armonía en tu vida. Quizás eres pesimista y ni siquiera lo sabes, suele ocurrir muy frecuentemente.

El pesimismo se genera por diversas fuentes:

  • Predisposición genética, sí de acuerdo a las investigaciones realizadas parece que ya naces con una predisposición a no vivir la vida de una manera más feliz.
  • Perspectiva pesimista que aprendiste de tu entorno familiar, si tus padres o quienes te educaron eran demasiado negativos, veían solo problemas y quejas, aprenderás a vivir el mundo desde ese lugar.
  • Sufriste críticas de tus familiares eso genera una baja autoestima y un auto concepto negativo.
  • Profesores pesimistas que te hicieron dudar de tus capacidades o fueron demasiado exigentes contigo, en menor medida también pueden llegar a afectarte.
  • Experiencias de indefensión, sufriste de abusos físicos o psíquicos, tuvieron que operarte a temprana edad de algo severo, fuiste víctima de sucesos traumáticos.

Me gustaría aclarar que las personas que padecen depresión tienen una perspectiva pesimista pero su sintomatología es más severa. Sin embargo, los pesimistas no necesariamente son personas depresivas.

Cuando eres pesimista sueles creer que eres realista, pero esto no es cierto. Tu foco siempre está en la falta, en lo que no funciona, en el castigarte, en la auto exigencia o la indulgencia excesiva que no te permite llegar a tus metas.

No confías en tus capacidades, piensas que si algo bueno sucede es de mera casualidad, siempre estás esperando lo malo, a veces te ahogas en un vaso de agua, un solo detalle malo en tu día ya te arruina el estado de ánimo. Sueles responsabilizarte de cosas que no te corresponden.

No puedes valorar las cosas buenas que sí funcionan, no agradeces lo que tienes o no piensas en las cosas pequeñas que pueden brindarte alegría.

A veces no sabes relacionarte bien con los demás, ya sea por falta de habilidades sociales o desconfianza hacia los otros. Eso hace que te alejes y no tengas un sostén emocional.

Te gusta tener razón y sueles entrar en discusiones que no tienen demasiado sentido que suelen ser desgastantes para ti y para los demás.  Puedes sentirte ofendido fácilmente, te cuesta ponerte en el lugar del otro y eso genera problemas de comunicación con las personas de tu entorno.

Te puede ocurrir que no te agrade demasiado la gente feliz porque no la entiendes y piensas que son personas que no tienen problemas o que son un poco tontos o ingenuos.

El pesimismo suele enfermarte porque afecta varias áreas de tu vida. Los vínculos, tus metas, tu desarrollo profesional, tu mundo emocional. Y es muy frustrante cuando sientes que no tienes razones para estar mal y sin embargo no puedes evitarlo.

La buena noticia es que en Psicología Positiva existen varias técnicas y estrategias que te ayudan a cambiar la perspectiva de tu vida. Aprender a ser feliz depende mucho de tu voluntad, de que quieras cambiar y trabajes en pos de ello, los cambios no vienen solo por supuesto, pero si estas dispuesto a hacer el esfuerzo y sigues los pasos correctos aprenderás a tener otra mirada. La perseverancia y la práctica son claves para transformarte.

Toma el control de tu vida y verás como todo a tu alrededor y en ti mismo comienza a mejorar.

 

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Pensamientos negativos presenta: El pensamiento dicotómico

wallpapers en blanco y negro

Quiero compartir contigo una serie de artículos donde puedas conocer más a fondo los pensamientos negativos que nos pueden aquejar a todos. Aquí el primero.

 

El pensamiento dicotómico es la tendencia a clasificar tus experiencias en categorías opuestas, todo o nada, bueno o malo, blanco o negro. No existe en esta clase de pensamiento lo gradual. Los múltiples matices de las experiencias o situaciones, vínculos, etc, no son tomados en consideración.

Los juicios que se emiten son extremos y absolutos, como consecuencia tus reacciones emocionales y de conducta oscilan entre un polo u otro.

Este pensamiento está en estrecha relación con el pensamiento más primitivo que es global, por lo tanto será absolutista, invariable y también irreversible.

Si tienes este pensamiento negativo tus conductas serán contradictorias, compulsivas y podrás experimentar cambios del estado de ánimo repentinos sin un desencadenante claro que los explique.

Tus palabras y frases serán totalizantes y rígidas, podrás observar que utilizarás palabras como nunca, siempre, todo, nada habitualmente.

En la depresión se apreciará la utilización de lo dicotómico en las ideas o acciones relacionadas con las dualidades:

Feliz- triste
Éxito- fracaso
Util- inútil

En la ansiedad los constructos que se pueden encontrar:
Seguridad- peligro
Vida- muerte
Protección- indefensión
Exposición- evitación.

En las personalidades más rígidas, como las personas que tienen rasgos de personalidad obsesivos, este tipo de pensamiento suele estar muy presente.

Si te sientes identificado con este pensamiento lo que debes intentar hacer es comprender que la vida tiene distintos matices, que en realidad pocas cosas pueden catalogarse de una manera tan estricta.

Ser más flexible será tu meta y puedes comenzar a practicarlo en cada oportunidad donde te encuentres pensando de una manera tan absoluta.

Los pensamientos negativos son maneras distorsionadas de juzgar nuestra realidad que acarrean consecuencias negativas en todos los ámbitos de tu vida. El primer paso es conocerlos para poder tomar control de los mismos. Más adelante te seguiré compartiendo los demás.

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¿Sabías que tus creencias no lo son todo?

“Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar
y la sabiduría para conocer la diferencia”

 

creencias limitantes

¿Cuántas cosas existen en tu vida que no puedes controlar? Lamentablemente demasiadas. ¿Y qué es lo que sí puedes trabajar activamente para controlar? A ti mismo, tus actitudes, tus pensamientos, tus decisiones, tus acciones.

Pero creo que muchas veces puedes llegar a confundir aquellas cosas que dependen de ti y las que no.

Últimamente existen muchas corrientes o movimientos filosóficos donde te dicen que si algo malo sucede simplemente deberías pensar en una luz protegiéndote, o que si quieres que alguien te acepte debes desearle lo mejor y brindarle tu amor incondicional.

Yo respeto mucho las creencias, me considero una persona muy abierta, sin embargo, debemos tener cuidado con determinados conceptos que tal vez puedan resultar perjudiciales.

Si crees que estamos condenados a repetir o compensar los errores de nuestros antepasados, que con solo desear algo se materializará, si crees que tienes el poder de cambiar a alguien según tu antojo, estarás en problemas, porque estas cosas no sucederán y hasta pueden llegar a culpabilizarte sin sentido al no alcanzar el cometido deseado.

El mundo nunca lo vemos tal cual es, sino que lo vemos a través del filtro de nuestras creencias. De todas maneras, existen ciertas situaciones que no son solo creencias, son realidades y a veces nos cuesta darnos cuenta de la diferencia.

Tenía una consultante que quería ascender en su trabajo, un ambiente muy competitivo, diría casi salvaje. Un lugar donde el amiguismo estaba en primera fila, si eres hijo de, amigo de tal o cual, si pertenecías a un buen círculo social, entonces tenías tu crecimiento asegurado, de lo contrario no.

Esta joven, sumamente talentosa y con muy lindas aspiraciones, creía que era su pesimismo lo que no le permitía crecer en ese ambiente. Pero en verdad, su pesimismo o miedo no tenía nada que ver con no haber podido crecer, eran otras realidades tangibles que golpeaban los ojos lo que la mantenían estancada. La realidad de su propia empresa que había sido así desde el comienzo.

Muchas veces simplemente pensar positivo no puede hacer el trabajo, tenemos que aceptar algunas cosas que no podemos cambiar. Ser un optimista inteligente tiene que ver con evaluar nuestra realidad con justicia, esto implica entender qué es lo que depende de nosotros y qué no, que es lo que funciona y qué no.

Nuestro esfuerzo debe ser puesto en donde tenemos influencia, pero muchas veces no podemos cambiar todo un sistema instaurado hace tiempo solamente porque lo deseamos.

En otro caso, una señora deseaba llevarse muy bien con una compañera de trabajo en particular, pero esta otra señora no sentía ni la más mínima simpatía por la primera. Sin importar lo que mi consultante hiciera, siempre era despreciada por su compañera.

Y es que a veces no interesa que tan maravilloso seas, puedes caerle mal a alguien de todas maneras. Es más, en la gran mayoría de los casos ni siquiera es tu responsabilidad si caes simpático o no, basta con que inconcientemente le recuerdes a alguien a esa persona para que ya pertenezcas automáticamente a la categoría que te quiere imponer.

Por ejemplo, sino me llevo bien con mi hermano, si encuentro en una persona características similares a las que mi hermano posee, esa otra persona ya no me va a caer simpática y de repente mi prejuicio le va a quitar toda oportunidad al pobre inocente que se me ha cruzado en el camino. ¿Comprendes cómo funciona esta dinámica? ¿Ves cómo tu personalidad muchas veces no tiene nada que ver con lograr la aceptación de los demás?

Nuestra manera de hablar, de movernos, de actuar, puede disparar asociaciones en nuestro interlocutor de las cuales no somos en lo más mínimo responsables. Entonces, ¿cómo podrás cambiar eso?

Simplemente hay cosas que no dependen de tu voluntad, de tu deseo o de creerte cosas lindas. Este tipo de pensamiento más mágico puede traerte problemas, ya que te desilusionará cuando las cosas que quieres no ocurren.

Es más sabio poner nuestro control en aquellas cosas que realmente dependen de ti.

Existen algunos casos donde sugestionarnos positivamente si va a dar sus frutos, pero siempre que sean cosas que estén más relacionadas a nuestro dominio. El optimismo inspira la perseverancia, la esperanza, el éxito, los logros.

El optimista se mueve tranquilamente desde el propio crecimiento interno, controlando sus propios pensamientos y acciones.

Las creencias potenciadoras asociadas al optimismo inteligente como tener confianza en tus capacidades y tener deseos de aprender más y capacitarte en lo que haga falta, en ser perseverante, en ser flexible con las cosas cosas negativas que ocurren, que puedas aprender a poner las cosas en perspectiva.

Sí podemos decir que ciertas creencias limitantes pueden alimentar a tu pesimismo, como creer que todo es tu responsabilidad, que no eres suficiente para nada o nadie, que las cosas buenas que suceden no dependen de ti, sino de la mera casualidad.

Aunque más allá de estas creencias encontrarás realidades que no dependen de ti, como por ejemplo

  • si tienes una enfermedad y tienes que tratarte
  • si alguien te ha abandonado
  • si te han despedido

Estas situaciones podrían llegar a ser oportunidades de aprendizaje, pero no podrás escapar de ellas, tendrás que atravesarlas, hacer el duelo correspondiente, aprender y seguir adelante.

Me parecía importante compartir esto contigo porque quiero que trabajemos activamente en diferenciar qué si puedes manejar y qué no, en dónde realmente tienes que poner tu energía y muchas veces será más en la acción que en el mero plano del pensamiento.

También me gustaría recordarte que si te está haciendo falta incrementar tu optimismo de una manera saludable e inteligente puedes acceder a mi programa haciendo click aquí: Cómo convertirte en un Optimista Inteligente

Hasta pronto querido lector y espero con ansias tus comentarios.

 

 

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Cómo protegernos del pesimismo ajeno

Cómo protegernos del pesimismo ajeno

La mejor manera de poder protegernos del pesimismo ajeno es aprendiendo a ser optimistas nosotros. Cuando nosotros tenemos en claro nuestras creencias, cómo queremos desenvolvernos en la vida, cómo queremos actuar, cuáles son las mejores estrategias para poder ser establemente felices, nada puede fallar. Por supuesto que tendremos nuestros malos días como todo el mundo, o tendremos situaciones difíciles que afrontar, aunque con las herramientas adecuadas siempre podemos volver a nuestro estado de calma y plenitud.

El pesimista comienza diciendo no puedo, es muy difícil, fácil decirlo pero… En su manera de pensar no hay cabida para las posibilidades, para los nuevos intentos, para la esperanza, para la creación de oportunidades. Se estanca, mira con desprecio o desconfianza a quien sí puede, a quién piensa diferente, cuestiona hasta el cansancio, descreído, sin fe. Estas actitudes nocivas lo afectan a él y también a las personas que lo rodean, aunque no suele ser demasiado conciente de esto.

Si de antemano sabemos que vamos a fracasar en algo, ¿para qué perder nuestra energía en intentarlo? El pesimista no elige ser así, es lo que conoce, lo familiar, lo que ha aprendido, su manera particular de ver el mundo. Creo que por eso es tan importante que siempre nos demos un minuto para cuestionarnos, para reflexionar acerca de nuestras acciones. Si no estamos dónde ni cómo queremos, algo debió haber sucedido, las cosas no pasan porque sí, siempre tomamos decisiones, todo el tiempo, y a veces sin darnos cuenta, tomamos las decisiones equivocadas que van a terminar afectándonos de alguna manera.

Nosotros tenemos que ser cuidadosos de nuestras actitudes, de nuestras respuestas, somos los responsables de nosotros mismos y jamás vamos a cambiar a nadie que no desee cambiar. Tampoco caigamos en la excusa de que porque ciertas personas de nuestro alrededor no nos apoyan, entonces dejamos de lado lo que realmente queremos hacer con nuestra vida. Más allá de las adversidades, los contratiempos o la falta de apoyo de aquellos de quienes queremos, tenemos que ser concientes de que quiénes pueden controlar sus decisiones y sus acciones somos nosotros. Nadie puede vivir por ti.

Como optimistas, tenemos que comprender que cada uno tiene derecho a pensar a su manera, respetemos las diferencias. Cuando alguien te dice que no puedes es porque en algún punto está intentando protegerte de su propio fracaso. Los pesimistas no creen que ni ellos ni nadie puede con los desafíos o la “mala suerte”, es más fuerte para ellos pensar de esta manera. Si tratamos de convencerlos de lo contrario no va a tener sentido, los estamos invadiendo y vamos a caer en una discusión que no va a llevar a nada. Si algún día quieren aprender a pensar de otra manera será su decisión, pero no podemos andar forzando ni imponiendo nuestro punto de vista a nadie.

No tomemos sus comentarios a modo personal, si no nos están dando apoyo en un proyecto o creen que estamos locos por intentar algo nuevo, o por no preocuparnos en exceso, comprende que tenemos modos diferentes de ver la vida.

Creo que sería estupendo que pudiéramos contagiar de optimismo al mundo, pero no todo el mundo está preparado para el desafío. Todos tenemos procesos distintos, momentos particulares, y tenemos que respetarlo. A veces incluso en el pesimista hay un destello de optimismo, una necesidad de cambiar que poco a poco se torna imperiosa.

Sé que existen personas que constantemente están brindando un refuerzo negativo, que más que pesimistas creo que aquí entramos en el terreno de la frustración y el descontento general por la vida. De estas personas que constantemente nos están atacando de una manera u otra, sí hay que cuidarse. Existirán vínculos que podamos dejar de lado si no nos ayudan en nuestra búsqueda de crecimiento personal. En otros casos, como pueden serlo el de los familiares cercanos, tendremos que plantearnos un vínculo más superficial y no siempre compartir con ellos nuestros proyectos, ideas, sueños y demás cosas importantes.

De todas maneras insisto que la mejor manera de protegerse es plantarse firme en el optimismo de cada uno, en todo el tiempo intentar cultivarlo, aprender, hacer cosas diferentes, rodearnos de personas que nos sumen, cuidarnos, amarnos, aprender a poner límites saludables, a alejarnos de la culpa. Un montón de actitudes que debemos asumir a partir de hoy y para siempre, nuestros escudos positivos en un mar de negatividad que fácilmente podemos aprender a sortear si elegimos nuestra manera de pensar.

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com

Razones para evitar ser pesimista

Por qué es una mala idea ser pesimista

El pesimismo es una teoría de la realidad la cual es aprendida de padres, maestros, incluso hasta de los medios de comunicación. Tiene consecuencias bastante terribles, ya que la persona pesimista es propensa a ser depresiva, a tener un rendimiento más pobre en los estudios, en su trabajo, en el uso de su talento. También tienen un peor estado de salud que los optimistas. Ser pesimista tiene un alto costo emocional, es doloroso.

Quienes están en riesgo de ser depresivos creen que las causas de los malos eventos que ocurren son permanentes, como esta causa siempre está presente de acuerdo a lo que piensan, entonces los malos eventos van a volver a repetirse.

Si la persona piensa acerca de las derrotas, los rechazos y los desafíos en términos de SIEMPRE o NUNCA estamos ante un estilo explicatorio pesimista. El pesimista cree que los buenos eventos tienen causas temporales, que seguramente no se vuelvan a repetir y si algo bueno sucedió fue simplemente un golpe de suerte.

Los pesimistas ante una decepción, fracaso, suelen catastrofizar, si una parte de su vida está mal automáticamente TODO está mal, lo que sí funciona pierde fuerza en un segundo, lo desdeñan. Los malos eventos son globales en el sentido que tienen el poder de arruinar absolutamente el resto de las cosas que de repente sí están funcionado. Un fracaso laboral será suficiente para llevarse mal con la pareja, una ruptura será suficiente para pensar que su vida no tiene sentido.

Los pesimistas suelen culparse a sí mismos por todo, lo que los conduce a sentirse mal, incluso en aquellas situaciones donde claramente son inocentes, les cuesta evaluar correctamente la realidad. El veredicto suele ser en su contra, si no existen pruebas fehacientes, las inventan, tuercen los hechos de manera tal que se convencen a sí mismos de que están en lo cierto.

Si los fracasos son explicados desde el punto de vista pesimista, producen pasividad y desesperanza ante un nuevo desafío, por eso es probable que se rindan fácilmente y pierdan experiencias interesantes.

El pesimismo puede surgir gracias a la influencia genética, a la manera de interpretar la realidad aprendida de los padres, las críticas pesimistas ejercidas por familiares o maestros, experiencias dolorosas sobre las cuales no tuvieron control.

El estilo explicatorio pesimista es una herramienta letal en nuestro camino de felicidad, es una trampa que nos hacemos a nosotros para creer que no hay salida, que todo nos saldrá mal, que jamás podremos cambiar. Pero como toda trampa, siempre tiene una salida y en este caso en particular sería aprender a ser más optimista. La buena noticia es que sí se puede, solamente hay que estar dispuesto a aprender una perspectiva distinta con respecto a las causas de nuestras experiencias, hay que cultivar la esperanza, hay que aprender a respetarse y a cuidarse. Sí se puede ser feliz, ¿te atreves?

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com

Perspectiva

Perspectiva

¿Por qué tenemos que esperar a perderlo todo para entender lo que es verdaderamente importante? Somos afortunados de varias maneras, más de las que queremos admitir. Hemos sido bendecidos con buenas personas a nuestro alrededor, con atributos físicos y mentales, con habilidades y talentos, con esperanzas y sueños. Pero incluso aunque poseamos todo esto no lo explotamos, no lo cuidamos, y es más, a veces hasta lo despreciamos.

Sé que la vida mucha veces es más difícil de lo que queremos que sea, pero eso no quiere decir que no valga la pena vivirla. Todo es cuestión de perspectiva. Sin importar qué tan complicado sea todo, siempre hay una razón para levantarse. Siempre habrá algo que poseamos que valga mucho protegerlo y estimularlo.

Muchos individuos esperan a perder lo que en realidad importa para poder darse cuenta de lo válido que era. Y es así que pasamos nuestra vida despreciando a los que nos aman o minimizándolos, quejándonos de cosas que no tienen importancia, perdiendo la oportunidad de sacarle provecho a lo que sí poseemos siempre en pos de prestarle atención a lo que nos falta.

A veces no apreciamos nuestra salud hasta que nos enfermamos, no apreciamos la vida hasta que estamos al borde de la muerte, no apreciamos a nuestros seres queridos hasta que se aburren de nosotros.

Siempre he sido una fiel creyente de esta frase “si de noche lloras por el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”. Si siempre te concentras en lo que aún no tienes, no podrás disfrutar de lo que ya tienes, ¿cuántas estrellas habrán en tu firmamento que ignoras activamente?

Crees que tus problemas son los peores de la tierra hasta que escuchas la historia de otra persona, crees que tu vida es imposible hasta que te enteras de cómo han sufrido los demás.

El quejarse y no hacer nada no es constructivo, nos coloca en una posición de víctimas insoportables, frustrantes. Claro que puedes quejarte de vez en cuando, nadie te pide que seas perfecto, pero mientras te quejas haz algo para cambiar la situación que tienes o si no puede ser cambiada, al menos acéptala. Cada desafío que se nos presenta tiene su razón de ser.

Muchas personas exitosas han tenido vidas terribles, y yo estoy absolutamente convencida de que las adversidades son constructoras de carácter y fortaleza. Cuando las cosas no salen exactamente como quieren, buscan una alternativa. Saben dejar ir aquello sobre lo que no tienen control. Buscan sus sueños sin importar lo que los demás digan. Son constantes, obstinados si se quiere.

La muerte, las enfermedades, las pérdidas son choques de realidad que en varias ocasiones nos sacuden y nos hacen comprender lo más obvio, no todo es tan terrible como pensamos, no todos son tan malos como creemos, siempre habrán cosas peores. Sé que habrá veces donde no puedas lograr esto solo, pero como siempre digo, no hay nada de malo en pedir ayuda, lo importante es que tengas la voluntad de hacerlo, nadie puede ser ayudado sino quiere serlo. Esto es 100% tu responsabilidad.

Entonces…¿por qué esperar a perderlo todo? ¿Por qué esperar a estar solo? ¿Por qué esperar a ser feliz? Con lo que tienes hoy ya puedes comenzar, no necesitas de recetas mágicas o grandes golpes de suerte. Aprende a disfrutar y sobre todo a VALORAR lo que ya posees. Desde el agradecimiento y el disfrute de tus bendiciones presentes verás cómo tu estado emocional cambia, cómo te sientes más seguro y pleno y eso te dará la fuerza necesaria para seguir creciendo y acercándote a lo que en realidad deseas. Aprende a poner las cosas en perspectiva AHORA, antes de que la vida lo haga por ti a la fuerza.

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Lidiando con nuestras emociones negativas

Existen ciertas ideas que conspiran en nuestra contra, esas emociones negativas que Lidiando con nuestras emociones negativaslentamente abren camino en nuestra cabeza y en nuestro corazón, esas malditas voces que nos perforan el alma con comentarios tan crueles como “no valgo lo suficiente, nadie jamás me quiere realmente, las personas sólo quieren utilizarme, soy malo, soy cruel, nunca nada es como yo deseo que sea, soy horrible, soy tonto”

Todos esos pensamientos que comienzan a adueñarse de nuestros comportamientos de manera automática jamás son cuestionados porque forman parte de nuestro ser. Son nacidos de la ira, la depresión, de la ansiedad. ¿Qué sucede cuando estamos tristes, enojados o absolutamente convencidos de algo? ¿Qué pasa cuando esas malvadas voces comienzan a tomar la forma de una dolorosa y poderosa verdad? ¿Qué sucede cuando nos convencemos a nosotros mismos de todas esas cosas espantosas que nos decimos todo el tiempo? Y aquí en realidad yace el problema. El verdadero problema no es que esas cosas que creemos sean ciertas, el problema es que creemos que es así. Y cuando creemos algo con toda certeza es cuando dejamos de pensar claramente y todo lo que hacemos o decimos comienza a estar tamizado por esas emociones negativas que no te hacen feliz a ti y por ende tampoco a las personas que te rodean.

¿Cuál es la solución? Primero hay que identificar cuáles son tus pensamientos negativos. Cuando te repites algo demasiado, eso debe llamarte la atención. Concéntrate en los mensajes que te estás enviando constantemente, ¿realmente te sirven? ¿Cuál es el propósito de las cosas que te repites? ¿Te hace sentir bien o mal? ¿Cómo reaccionas ante tus pensamientos?

Si estás sintiéndote triste probablemente no sientas la tentación ni de salir de la cama y sientas que nada tiene sentido. Cuando te sientas de esta manera debes hablar contigo mismo y entender que toda situación es pasajera, que el dolor que ahora te invade puede irse, quizás con ayuda, quizás por ti mismo, pero si te empeñas en que se vaya tarde o temprano se alejará. Cuestiónate por qué te estás sintiendo triste. Es importante que hagas las cosas que debes hacer a pesar de cómo te sientas, hay responsabilidades que cumplir, temas que estudiar, quizás gente que depende de ti. El concentrarte en los demás, en situaciones ajenas a ti y el saber que no estás solo puede darte más seguridad y distraerte de tu propia situación. Si existía algo que antes solías disfrutar recuérdalo, recuerda cómo se sentía, lo feliz que eras en ese momento, intenta aferrarte a esa emoción.

Cuando sientes demasiada ansiedad es porque de antemano crees que no estarás a la altura de las circunstancias o que inevitablemente saldrán mal sin importar lo que hagas. Es cuando debes cuestionarte si lo que sientes realmente está basado en algo real o simplemente es un miedo que te has creado ¿Estás acaso exagerando las cosas? Puedes sentir algo como muy amenazante pero eso no quiere decir que objetivamente lo sea, ¿cuál es la mejor manera de ver las cosas? No evites situaciones porque has creado una película de terror sobre las mismas, haz las cosas a tu ritmo, pero hazlas. No te concentres en lo que sientes como amenazador, sino en lo que está sucediendo a tu alrededor, concéntrate en cada detalle, en cada movimiento de tu interlocutor, vive el momento, el ahora, no hables con alguien mientras te distraes pensando en lo que le responderás en cinco minutos. Vive el aquí y ahora plenamente.

Cuando estas enojado por algo o alguien, piensa cuidadosamente por qué te estás sintiendo de esa manera, ¿es válido el motivo del enojo? ¿Te estás enojando por esa situación en particular o estás estallando ahora por algo que te enojó previamente? Si sientes que los demás están atacándote o tratándote de una manera injusta primero háblalo antes de gritarlo, quizás lo que tú lees como un ataque de los demás no es tal en realidad. Lo importante es que respires calmadamente y te des unos segundos para pensar en tu respuesta, ¿es necesario reaccionar? ¿Se puede dejar pasar o es algo en lo que sí debes dar tu opinión? Habla las cosas de manera de dejar en claro tu punto de vista a la vez que respetas el de los demás, no intentes imponer tu modo de pensar violentamente porque solamente obtendrás el rechazo de tu interlocutor. Piensa cómo podrías manejar la situación de una manera más calmada, trázalo en tu mente, date tiempo antes de responder, la impulsividad no conduce a buen puerto.

Conocerse a uno mismo es el primer paso para concientizarnos de aquellas actitudes o pensamientos que solamente nos hacen daño. Si piensas que estás sufriendo demasiado por tu modo de comportarte o pensar no tardes en cuestionarte, todo comienza con una pregunta, ¿eres feliz del modo en que estás viviendo y conduciendo tu vida?

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com

Quítale el drama a tu vida

A mis consultantes siempre les aconsejo que desdramaticen las situaciones de su vida. Hay gente que vive demasiado intensamente cada pequeño detalle de su rutina, convirtiéndose en algo intolerable desde todo punto de vista. Cuando todo el tiempo estamos considerando que nuestra pareja no nos ama lo suficiente o nos es infiel, cuando creemos que nuestros amigos sólo nos quieren utilizar, cuando se vuelca café en nuestra camisa inmaculada, cuando nos enfrentamos a situaciones pequeñas o grandes y lo único que somos capaces de hacer es creer que es el fin del mundo, evidentemente esto se convierte en una alerta que nos incita a reconsiderar nuestros pensamientos predominantes.

Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que no podemos leer la mente de las personas que nos rodean. Con esto me refiero a que jamás deberíamos pretender entender cada pequeña acción que el otro lleva a cabo ni tampoco deberíamos sacar conclusiones precipitadas y erróneas. Por ejemplo, si alguien no nos respondió un mensaje de texto no necesariamente implica que no seamos personas importantes, si alguien está de mal humor, no significa que ya no nos quiera o que seamos los causantes de ese estado. Un error de interpretación de la realidad en extremo común, es que usualmente tendemos a creer que somos los responsables de las reacciones emocionales de los demás y si bien es cierto que esto sí puede ocurrir, la mayor parte de las veces los demás están concentrados en sus propios problemas de los cuales nada tenemos que ver. Así que cuando algún individuo, sea alguien muy querido para nosotros o un mero conocido, actúa de una manera que no nos satisface, no asumamos de inmediato que fuimos los que provocamos esa situación, porque generalmente estaremos equivocados.

Muchas personas poseen una mentalidad fatalista y consideran que todo se está desmoronando cuando en realidad no es así. Los más mínimos detalles se convierten en pruebas fehacientes de que todo es un completo desastre y así se convencen de que nunca encontraran una persona que las ame, que jamás aparecerá ese trabajo que desean o que pronto perderán el trabajo que consiguieron porque se sienten incompetentes, que es espantoso envejecer porque seguramente estarán enfermos, etc, etc. ¿Por qué siempre esperar lo peor de todo? Esta actitud pesimista conduce a dos cosas, primero a una angustia poderosa y segundo, podemos sin quererlo concretar ese temor tan terrible mediante la profecía autocumplida. Cuando nuestra mente se encapricha con un resultado, inconcientemente hará todo lo posible para que se haga realidad y es así que si tememos a que alguien nos abandone nos pondremos tan insoportables que esto ocurrirá en verdad o tememos tanto equivocarnos que en vez de concentrarnos en el trabajo nuestra mente se dispersa y evidentemente si nos equivocaremos. Nuestros actos reflejan nuestros pensamientos y si éstos son netamente dramáticos estamos invocando aquello que decimos repudiar. Nos damos por vencidos en nuestro corazón antes de poner nuestras energías en lo que realmente deseamos.

Darle demasiada importancia a los hechos triviales de la vida es una gigantesca pérdida de tiempo. Si nos ensuciamos la ropa limpia por accidente es mucho más util cambiarnos lo antes posible en vez de perder diez minutos insultando al cielo, si nos caemos es mejor levantarse lo antes posible en vez de considerarnos unos torpes, si llegamos tarde lo mejor es llegar con una sonrisa dulce que con rostro de culpable. Tantos detalles increíblemente irrelevantes pueden arruinarnos todo un día si nos cambiamos de actitud de inmediato. Es conocida esa frase que dice «desearía no haberme levantado de la cama hoy» Pues bien, sólo porque un par de eventos no coincidieron con nuestro deseo no quiere decir que es un día perdido, el asunto es que cuando ocurre el primer accidente ya nos ponemos a la defensiva y todos los sucesos venideros entraran en los cánones del dramatismo. Toma las cosas como son, algo es tan molesto como tú lo permites que sea, pasa por alto la primer cosa mala que te ocurra en la mañana y verás como el resto del día se desenvuelve con naturalidad. Basta conque vayas caminando con una actitud malhumorada para que tu rutina se convierta en un infierno.

Tantas situaciones, discusiones, problemáticas, pueden ser solucionadas si tan sólo intentamos verlas desde una perspectiva objetiva, racional y empática. Si quieres  ser más feliz este es uno de los secretos más importantes: ¡el drama no sirve absolutamente para nada! Toma el control de tu vida cuestionando aquellas cosas que te hacen sentir triste, de seguro comprenderás que muchísimas situaciones son mucho más inocentes de lo que crees. Date una oportunidad y brindales a los demás una oportunidad también. Dile adiós al drama y aprende a sonreír más. La felicidad yace en los detalles, un cambio de perspectiva puede ser el comienzo de un cambio de vida.

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com

Optimismo y pesimismo: los vaivenes del amor

Optimismo, pesimismo: los vaivenes del amor

Cuando somos lo suficientemente afortunados de encontrar a una persona que nos ame de verdad y que nosotros podamos amar también, esto brinda alegría sin duda alguna, podemos encontrar en este hecho una explicación científica. Estudios han comprobado que aquellos quienen estén involucrados en una relación estable, saludable y comprometida, son propensos a vivir más tiempo y a sufrir menos depresiones, básicamente son personas alegres. Estas relaciones amorosas son un factor de felicidad aún más relevante que la satisfacción económica, laboral o comunitaria.

Si reflexionamos sobre el matrimonio encontraremos que en él se dan tres tipos de amor, el amor que sentimos por aquellos que nos brindan consuelo, ayuda y aceptación; el amor que se siente hacia las personas que dependen de nosotros para obtener lo mencionado anteriormente, y por último el amor romántico, ese que nos lleva a la idealización del otro en todos sus aspectos de tal manera que sus defectos quedan empequeñecidos y hasta podrían ser pasados por alto sin problemas.

Cuando nosotros estamos convencidos de que vivimos de acuerdo a nuestros propios ideales, nos sentimos seguros  y satisfechos. Y si nuestra pareja también reconoce esto en nosotros de cierta manera nos sentimos validados y aún con más tenacidad nos esforzaremos para no decepcionarlo. Seremos mejores personas no únicamente porque nosotros creemos en lo que valemos, sino porque vemos que nuestro amante cree también en  nuestras capacidades, reforzando nuestra propia visión. La relación de pareja, el matrimonio, funciona mucho mejor cuando se convierte en un espacio propicio para dar rienda suelta a nuestras fortalezas.

Las parejas más felices se aferran a considerar especialmente los aspectos positivos de su relación y se convencen, de cierta manera, de que las contrariedades que otros puedan llegar a sufrir no serán padecidas por ellos. Esto lleva también a que se perdonen más fácilmente entre sí y a tolerar los defectos del otro como algo simpático, sin importancia.

Existen ciertos predictores que pueden indicarnos cuando una relación tiene tendencia a ser exitosa, entre ellos encontramos los siguientes: cuando se despiden por las mañanas, los miembros de la pareja expresan su interés por lo que el compañero hará durante el resto de la jornada. Cuando se reúnen al final del día comparten una charla amena sobre lo que les ha sucedido en sus actividades.  Expresan asiduamente su cariño mediante demostraciones físicas, ya sean besos, abrazos, caricias. Se toman el tiempo para realizar una salida a solas al menos una vez por semana. Una vez al día, expresan su admiración y afecto por el otro.

Si se conforma una pareja entre dos sujetos pesimistas, las probabilidades de fracaso amoroso son en extremo altas. Las explicaciones positivas generan más argumentos positivos, desembocando en una satisfacción matrimonial, mientras que los pesimistas se pierden en un abismo de reproches, peleas, incomprensión y se nublan de tal manera que todo atributo rescatable de su pareja queda en el olvido en un instante.

El optimismo tiene su fuerte impronta en la satisfacción de la pareja, si tu compañero o compañera hace algo que pueda llegar a lastimarte, simplemente hay que pensar que lo que ocasionó eso es algo transitorio. Si nos hablan mal, o llegan tarde, puedes intentar pensar » fue por culpa de un cliente» «está de mal humor porque tuvo un día díficil en la oficina». Hay que relativizar estos incidentes considerando que son debido a causas puntuales y pasajeras. Mientras que aquellas cosas que son admirables en nuestra pareja, son las que debemos considerar que son las que siempre están presentes a pesar de todo, que son perdurables, que son la fuente de su carácter y que sin importar las contrariedades cotidianas, lo que realmente define a nuestro enamorado son sus características positivas.

El amor no es un camino sencillo, porque no solamente debemos lidiar con nuestras propias inseguridades o pesimismo, sino también con las del otro. Sin embargo, cuando ambos desean ser fieles a las idealizaciones que se crearon del otro, si es un intento recíproco abalado por la convicción de que el otro es todo aquello que nosotros creemos que es y nosotros queremos ser todo lo que nuestra pareja piensa que somos, si lo hacemos desde un lugar de buena comunicación, alegría, paciencia y optimismo, estamos cada vez más cercas de ser una pareja plena y feliz, pudiendo disfrutar de todos los beneficios que tal situación involucra. A veces todo se reduce a una simple cuestión de perspectiva y comprensión y si todavía no eres capaz de ver todo lo maravilloso que tu compañero tiene para ofrecer, siempre puedes recurrir a un profesional para que te de ese empujoncito necesario para ser todo lo feliz que se merecen como pareja.

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