Familiares depresivos: Cómo ayudarlos

Familiares depresivos: Cómo ayudarlosAnte la eventualidad de vernos envueltos en el descubrimiento de que nuestro ser querido está padeciendo de depresión, debemos armarnos de valor y no entrar en pánico. Nuestras buenas intenciones pueden traernos más problemas que otra cosa si no nos informamos lo suficiente.

Primero tenemos que tener en claro de que se trata la depresión y qué significa para la persona que lo padece. No es algo opcional y quienes lo deben vivir sufren y mucho, tenemos que tener cuidado de no caer en consejos fáciles movidos por nuestra desesperación. Será sencillo caer en la frustración si pensamos que todo lo que intentamos brindarle no sirve, porque en realidad no es así.

Algo que puede darnos mucha calma es hablar con el profesional que está atendiendo a nuestro familiar. Es importante alentar el tratamiento psicológico y psiquiátrico, es probable que las personas se resistan a recibir ayuda pero es vital hacer hincapié en este aspecto y que el compromiso de  asistir a las sesiones se mantenga. Todo el tiempo debemos alentar su camino a su bienestar, haciéndoles ver que cada pequeño paso que dan para sentirse mejor será enormemente recompensado. Podemos acercarnos a los profesionales que están tratando a nuestro familiar y aportarle toda la información necesaria acerca de su entorno, debemos estar atentos a que asista a todas las sesiones y sobre todo tener cuidado con las ideas de suicidio.

Mucho cariño, comprensión y simpatía se requerirá de nuestra parte. A pesar de que a veces nos contesten mal o no sientan ganas de hacer nada, intentemos mantenernos calmados y entender que en realidad muchas de sus conductas no las pueden evitar y sobre todo no lo tomemos como algo personal, su ira o mal humor es una manera de expresar el dolor. A veces simplemente con el hecho de estar junto a ellos podemos hacerlos sentir acompañados y nuestra presencia puede ser mejor que nuestras palabras.

Evitemos minimizar lo que la persona siente, más allá de que no comportamos su visión oscura del mundo, démosle tiempo para que puedan aprender a pensar de otra manera, presionándolos no será la opción.

A pesar de que no quieran salir o dedicarse a tareas que les agradaban en algún punto de su vida, hay que insistir suavemente para que las retomen o que al menos salga a disfrutar de un paseo junto a nosotros.

Una contención por parte nuestra puede darle a nuestro familiar el empujón necesario para salir adelante y podemos ayudarlo a que se sienta menos agobiado por los menesteres de la rutina.

Acompañar no significa hacer todo por el otro, es simplemente estar ahí para ser un sostén, pero no está en nuestras manos “curar” a la persona. Tenemos que ser concientes de nuestras limitaciones en cuanto a lo que podemos hacer y lo que no, brindar amor y comprensión sí, intentar por todos los medios que el otro se sienta mejor será una tarea casi titánica.

Podemos sentirnos muy abrumados ante esta patología, por eso es necesario que también busquemos nuestro espacio de desahogo para poder ir afrontando esto día a día. Seamos concientes de que nosotros también tenemos que vivir nuestra propia vida y no está mal tener nuestros momentos de esparcimiento o de alejamiento de esta situación, es necesario para recuperar fuerzas. No te sientas el responsable de lo que le pasa al otro porque eso te añadirá un peso innecesario sobre los hombros, puedes ayudar hasta donde puedes, no te exijas más de lo que puedas brindar. Sobre todo hay que tener cuidado con el comportamiento del depresivo, porque en algunas situaciones tanta atención puede ser contraproducente, y sin quererlo, pueden terminar abusando de la paciencia y comprensión del otro en su necesidad de sentirse mejor.

Así que recuerda, tu puedes ser de mucha ayuda para tu familiar, pero nunca jamás descuides tu propia salud en este proceso.

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com

¿Quién podría algún día amar a una bestia?

¿Quién podría algún día amar a una bestia?¿Qué sucede cuando damos lo peor de nosotros? ¿Qué esperamos a cambio? ¿Somos tan horribles como pensamos? ¿Queremos hacerle creer a los demás que somos más monstruosos de lo que en realidad somos?

Como les había mencionado en un post anterior, el ser humano es bastante autodestructivo y algunos más que otros. En algún punto todos creemos que somos peores de lo que en realidad somos, ¿y cuál es el propósito de esta creencia?

En cada persona varían las razones aunque puedo enumerar algunas que se repiten en varias de ellas. El creerse un ser espantoso puede nacer de una mala interpretación de la realidad, quizás sus padres no festejaron demasiado los logros de ese sujeto, es un arduo juez consigo mismo y por lo tanto no tiene derecho a equivocarse nunca, un número de situaciones donde no se tomaron las mejores decisiones y lastimaron a otras personas. Cada equivocación, cada soledad, se consideran como pruebas irrefutables de que no hay nada que amar en ellos, que si alguien se queda a su lado no tiene sentido porque seguramente volverán a hacer algo que no quieren, algo más fuerte que ellos, algo que no comprenden.

Cuando nos consideramos seres crueles y poco dignos de ser amados, buscaremos tener razón. Nos vamos a equivocar para sabotear las cosas hermosas que sí tenemos, en esa búsqueda enfermiza de autocastigo. Si somos malos entonces merecemos lo peor. No tener pareja, esquivar buenas oportunidades de desarrollo, no tener demasiados amigos, descuidarnos tanto física como mentalmente, no nutrirnos de las cosas que nos brindan felicidad, sino más bien alejarnos de ellas como si fueran la peste.

Por otro lado, sin saberlo siquiera, el comportarnos como si fuéramos criaturas realmente desagradables trae aparejado un llamado de atención. Quizás la única manera de realmente salvarnos es encontrar a alguien que nos acepte cien por ciento como somos, a pesar de que nos comportemos de la peor manera que se nos pueda ocurrir. Porque si somos despiadados, si hacemos uso de nuestro peor arsenal contra quienes más queremos y aún así ellos permanecen estoicos a nuestro lado entonces la máscara se cae. ¡Nos aceptan! ¡Estábamos equivocados! No somos tan horribles. Y ya no tendría sentido continuar demostrándole al mundo nuestra peor cara porque alguien tuvo la paciencia suficiente para quedarse a nuestro lado y descubrir lo que estaba más allá, lo realmente hermoso que como fuera estábamos intentando ocultar, guardado tan sólo para aquellos que permanecieran hasta el final, dispuestos a descubrir la verdad.

El problema con este comportamiento, con este ideal romántico si se quiere, es que en la realidad pocas personas cuentan con la paciencia o visión suficiente para encontrar que hay debajo de esas capas y capas de mentiras o maldad. Y es por eso que nuestra comportamiento autodestructivo aleja a los demás, cansados, hastiados de soportar la misma teatralidad, manipulación, secretos y todo lo que se les pueda ocurrir.

 Así que primero intenta dilucidar si tú has caído en este peligroso juego de ser quien no eres, de solamente resaltar lo espantoso que hay en ti. Si lo has hecho, no interesa, siempre se está a tiempo de cambiar. Pocas personas podrían amar a una bestia, pero seguramente podrían amar al príncipe o la princesa que tanto trabajo te está dando ocultar.

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Perfección y autocastigo: Rasgos obsesivos

Los rasgos obsesivos pueden estar presentes sin necesidad de que esa persona padezca una Perfección y autocastigo: Rasgos obsesivosneurosis obsesiva propiamente dicha o un Trastorno Obsesivo Compulsivo. Poseer estos rasgos tiene sus ventajas, ya que entre las características positivas se pueden encontrar la disciplina, la competencia, la prolijidad que son cualidades deseadas en muchos trabajos por ejemplo. El problema radica cuando ciertas características de personalidad comienzan a jugar en detrimento de nuestra paz mental.

Una de las ideas que más atormentan a las personalidades obsesivas es su incansable búsqueda de perfección, lo que lleva a un gran nivel de exigencia tanto propia como ajena, a muchas veces asumir que nadie podrá hacer las cosas tan bien como ellos o con el mismo nivel de compromiso que asumen. Esto se convierte muchas veces en un problema en los vínculos con los demás, ya que la exigencia puede llegar a cansar a los otros. Otra consecuencia es que el hambre voraz de perfección casi nunca puede ser saciada, lo que conducirá a dejar planes, tareas y sueños, por la mitad o ni siquiera comenzarlos siquiera. Si ellos no hacen nada entonces no pueden fracasar y no corren el riesgo de censurarse a sí mismos o ser censurados por los demás. También esta perfección se ve reflejada en la dificultad a la hora de tomar decisiones, porque ¿qué pasa si toman la decisión equivocada?

No pueden evitar pensar en términos de blanco o negro, todo o nada, demasiado absolutistas se olvidan de la amplia gama que queda en el medio de los absolutos, nada es cien por ciento bueno o malo nunca. En esta tendencia se basan la rigidez, la posposición de decisiones y el perfeccionismo. Sin este estilo de pensamiento podrían percibir que las cosas pueden ser perfectas, excelentes, muy buenas, regulares, malas, extremadamente malas. Podrían entonces tolerar el hecho de haber tomado una decisión imperfecta porque de todos modos sería buena. Para el pensamiento dicotómico una decisión imperfecta es por definición una decisión errónea y como tal intolerable. Este estilo de pensamiento absolutista y muchas veces moralista los conduce a lo que deberían hacer según sus normas internalizadas y no lo que desean hacer.

Sienten terror de equivocarse, porque sino hacen las cosas a la perfección a nivel inconsciente esto ataca directamente a su valor como persona, afecta su autoestima y en muchos casos puede conducir a la depresión. La perspectiva de ser imperfecto en el futuro le genera ansiedad, angustia y evitación. El fracaso es intolerable por lo que muchas situaciones de la vida que escapen de su control se verán como intensas y dolorosas.  En algunas personas incluso vibra la idea de que quien se equivoca tiene que ser castigado, la imperfección tiene que ser severamente castigada de ahí esa exagerada autocrítica.  La culpa se convierte así en una excelente herramienta para castigarse a sí mismos y de esa manera asegurarse de que no volverán a equivocarse. Si no hacen lo que «deberían» tienen que experimentar culpa y ser autocríticos.

Estar en control de las situaciones y de sí mismos es su gran deseo, necesitan moverse en ambientes predecibles, lógicos, calculados que le brinden la seguridad de que siempre podrán manejar la situación, lo que evidentemente es un imposible porque la vida está llena de elementos incontrolables, de relaciones incontrolables.

La buena noticia es que cuando la persona comienza a ser conciente de que actitudes molestan para el pleno desarrollo de su vida, surge el deseo y la necesidad del cambio. Más allá de que es difícil mantener a raya rasgos de personalidad que en cierta manera nos definen como persona y como mencioné pueden incluso ser útiles en determinadas circunstancias, si podemos trabajar en ellos para que no estorben, para que no nos limiten en nuestra experiencia vital.

¿Les gustaría conocer otros rasgos de personalidad?

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Baja tolerancia a la frustración

Baja tolerancia a la frustraciónLa frustración surge cuando no logramos nuestros deseos y se manifiesta mediante el enojo, la depresión, la tristeza o la ansiedad. Se relaciona con una percepción exagerada y abrumadora de la situación que vivimos y el auto convencimiento de que ese malestar es insostenible y no lo podemos tolerar. Creemos equivocadamente que nuestra vida siempre debe ser fácil y lo más placentera posible, creencia que choca inevitablemente contra la realidad. Esto hace que muchas veces abandonemos proyectos personales o ciertas situaciones porque no sabemos cómo manejarlas sin angustiarnos.

Lamentablemente el mundo no gira de acuerdo a nuestros caprichos (probablemente sería demasiado aburrido si así fuera) y cuando no podemos salirnos con la nuestra no es el fin del mundo, siempre hay otra actitud a escoger, otro camino a elegir en lugar de enojarnos o entristecernos. La satisfacción instantánea es un gran engaño, ya que suele ser demasiado efímera y muchas veces caemos en actitudes dañinas para nosotros mismos con tal de lograr una solución rápida a aquellas cosas que por sí mismas necesitan de tiempo para evolucionar. Por ejemplo, por más que fumemos lo que nos molesta sigue ahí, por más que hagamos dietas express los kilos regresan y las secuelas en nuestra salud quedan.

La baja tolerancia a la frustración tiene sus comienzos en nuestra infancia, todos de niños somos muy narcisistas y creemos merecer todo lo que deseamos, el niño quiere las cosas y las quiere ahora, no manejan bien el concepto del tiempo y tampoco tienen la habilidad todavía para pensar un poco más en los demás. Cuando no pueden tener lo que quieren lo consideran algo injusto y no saben cómo lidiar con ese sentimiento de impotencia. Si los padres ilusamente le brindan al niño todo lo que quiere le están arrebatando la posibilidad de comenzar a aprender a lidiar con esa molestia de que las cosas no siempre son a gusto de uno. Así es como vamos creciendo con esa sensación de que merecemos todo ahora, incapaces de soportar cuando las cosas no se dan exactamente como las planeamos, incapaces de esperar. Comenzamos a confundir lo que deseamos con lo que necesitamos.

Usualmente podemos asociar la baja tolerancia a la frustración con la impulsividad, ya que como la espera es una mala palabra se cae en conductas que permiten saciar la ansiedad de la situación lo antes posible.

¿Cómo podemos aprender a lidiar con la frustración?

Para tolerar mejor la frustración tendremos que cultivar nuestra paciencia y tolerancia ante aquella dificultad que no puede ser cambiada de inmediato. Aceptar la realidad nos permite a aceptar la vida tal cual como se nos presenta en el momento actual y nos ayuda a manejar aquellas situaciones que por ahora no pueden ser cambiadas.

Debemos aprender a ver las cosas desde otra perspectiva, desafiando esas creencias erróneas que nos llevan a no soportar nada poco placentero de nuestra realidad. ¿Cómo podrías ver la situación de otra manera? ¿Cómo la vería esa persona que tu admiras? Comienza a pensar en las soluciones y no en los problemas en sí, los problemas están ahí y no van a desaparecer, pregúntate ¿cómo puedo hacer para solucionar esto?

Cuando te sientas frustrado no corras a buscar la solución más rápida y dañina, piensa en cómo te sientes, respira hondo y no actúes. Por más incómodo que sea el malestar tienes la fuerza para soportarlo. Lo malo siempre pasa tarde o temprano, debemos ser pacientes con nuestra vida que está llena de tormentas y de paz, las cosas no siempre pueden salir a pedir de boca pero ninguna situación es para siempre.

Nuestra respiración está diseñada para centrarnos en nosotros mismos o algún otro objeto para poder calmarnos. Concentrarnos en la respiración es muy útil cuando nos sentimos sobrepasados por determinada situación, distraídos, preocupados.

Intenta sonreír a medias, utilizamos nuestra expresión facial para sonreír, esto hace que nuestros músculos se rejalen y tenemos más chances de aceptar algo internamente. Somos concientes de la situación que ocurre pero decidimos convocar a una experiencia diferente para poder tranquilizarnos y por ende sentirnos mejor y más en control de nosotros mismos.

Puedes probar con la aceptación radical. Aceptar las cosas como son de una manera íntegra, escaparnos del dolor solamente traerá peores consecuencias, debemos aprender a estar en paz con nuestra propia realidad. La aceptación es necesaria para el cambio, para poder reaccionar y por ende actuar. Existen ciertas cosas que no tienen solución, pero otras sí, el primer paso es saber diferenciar estas situaciones y aprender a estar en armonía con lo que sucede a nuestro alrededor. Solamente cuando somos concientes de nuestra realidad es cuando tenemos el poder de hacer algo al respecto.

El sufrimiento ocurre cuando somos incapaces de aceptar las situaciones dolorosas, cuando luchamos con todas nuestras fuerzas para erradicar el dolor de nuestro plano conciente. El sufrimiento es el dolor ADEMÁS de la no aceptación del mismo. En la lucha para huir del dolor nos quedamos atascados en negar la realidad y esto en realidad es lo que nos genera más sufrimiento y lo mantiene. Tú tienes la opción de aceptar en lugar de escapar.

Tu voluntad y tu deseo te permitirán continuar con la elección de elegir aceptar lo que ocurre en lugar de evitar a toda costa aquellas cosas que nos hacen daño, porque esa misma evitación es lo que termina haciendo que todo sea mucho peor de lo que tendría que ser.

La frustración es parte de la vida, es hora de comenzar a aceptar nuestra realidad para poder a partir de ahí tomar las decisiones sabias que nos conducirán a nuestro verdadero bienestar.

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Lidiando con nuestras emociones negativas

Existen ciertas ideas que conspiran en nuestra contra, esas emociones negativas que Lidiando con nuestras emociones negativaslentamente abren camino en nuestra cabeza y en nuestro corazón, esas malditas voces que nos perforan el alma con comentarios tan crueles como “no valgo lo suficiente, nadie jamás me quiere realmente, las personas sólo quieren utilizarme, soy malo, soy cruel, nunca nada es como yo deseo que sea, soy horrible, soy tonto”

Todos esos pensamientos que comienzan a adueñarse de nuestros comportamientos de manera automática jamás son cuestionados porque forman parte de nuestro ser. Son nacidos de la ira, la depresión, de la ansiedad. ¿Qué sucede cuando estamos tristes, enojados o absolutamente convencidos de algo? ¿Qué pasa cuando esas malvadas voces comienzan a tomar la forma de una dolorosa y poderosa verdad? ¿Qué sucede cuando nos convencemos a nosotros mismos de todas esas cosas espantosas que nos decimos todo el tiempo? Y aquí en realidad yace el problema. El verdadero problema no es que esas cosas que creemos sean ciertas, el problema es que creemos que es así. Y cuando creemos algo con toda certeza es cuando dejamos de pensar claramente y todo lo que hacemos o decimos comienza a estar tamizado por esas emociones negativas que no te hacen feliz a ti y por ende tampoco a las personas que te rodean.

¿Cuál es la solución? Primero hay que identificar cuáles son tus pensamientos negativos. Cuando te repites algo demasiado, eso debe llamarte la atención. Concéntrate en los mensajes que te estás enviando constantemente, ¿realmente te sirven? ¿Cuál es el propósito de las cosas que te repites? ¿Te hace sentir bien o mal? ¿Cómo reaccionas ante tus pensamientos?

Si estás sintiéndote triste probablemente no sientas la tentación ni de salir de la cama y sientas que nada tiene sentido. Cuando te sientas de esta manera debes hablar contigo mismo y entender que toda situación es pasajera, que el dolor que ahora te invade puede irse, quizás con ayuda, quizás por ti mismo, pero si te empeñas en que se vaya tarde o temprano se alejará. Cuestiónate por qué te estás sintiendo triste. Es importante que hagas las cosas que debes hacer a pesar de cómo te sientas, hay responsabilidades que cumplir, temas que estudiar, quizás gente que depende de ti. El concentrarte en los demás, en situaciones ajenas a ti y el saber que no estás solo puede darte más seguridad y distraerte de tu propia situación. Si existía algo que antes solías disfrutar recuérdalo, recuerda cómo se sentía, lo feliz que eras en ese momento, intenta aferrarte a esa emoción.

Cuando sientes demasiada ansiedad es porque de antemano crees que no estarás a la altura de las circunstancias o que inevitablemente saldrán mal sin importar lo que hagas. Es cuando debes cuestionarte si lo que sientes realmente está basado en algo real o simplemente es un miedo que te has creado ¿Estás acaso exagerando las cosas? Puedes sentir algo como muy amenazante pero eso no quiere decir que objetivamente lo sea, ¿cuál es la mejor manera de ver las cosas? No evites situaciones porque has creado una película de terror sobre las mismas, haz las cosas a tu ritmo, pero hazlas. No te concentres en lo que sientes como amenazador, sino en lo que está sucediendo a tu alrededor, concéntrate en cada detalle, en cada movimiento de tu interlocutor, vive el momento, el ahora, no hables con alguien mientras te distraes pensando en lo que le responderás en cinco minutos. Vive el aquí y ahora plenamente.

Cuando estas enojado por algo o alguien, piensa cuidadosamente por qué te estás sintiendo de esa manera, ¿es válido el motivo del enojo? ¿Te estás enojando por esa situación en particular o estás estallando ahora por algo que te enojó previamente? Si sientes que los demás están atacándote o tratándote de una manera injusta primero háblalo antes de gritarlo, quizás lo que tú lees como un ataque de los demás no es tal en realidad. Lo importante es que respires calmadamente y te des unos segundos para pensar en tu respuesta, ¿es necesario reaccionar? ¿Se puede dejar pasar o es algo en lo que sí debes dar tu opinión? Habla las cosas de manera de dejar en claro tu punto de vista a la vez que respetas el de los demás, no intentes imponer tu modo de pensar violentamente porque solamente obtendrás el rechazo de tu interlocutor. Piensa cómo podrías manejar la situación de una manera más calmada, trázalo en tu mente, date tiempo antes de responder, la impulsividad no conduce a buen puerto.

Conocerse a uno mismo es el primer paso para concientizarnos de aquellas actitudes o pensamientos que solamente nos hacen daño. Si piensas que estás sufriendo demasiado por tu modo de comportarte o pensar no tardes en cuestionarte, todo comienza con una pregunta, ¿eres feliz del modo en que estás viviendo y conduciendo tu vida?

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Vida fácil

Vida fácilMuchas veces deseamos que nuestra vida sea fácil, rogamos que las cosas nos sean más sencillas y sí, sería hermoso que todo se nos diera en un abrir y cerrar de ojos, pero lamentablemente las circunstancias externas no siempre resultan en lo que más queremos.

Sin embargo, yo sí creo que las cosas suceden por una razón. Aunque sea doloroso, si las cosas fueran tan fáciles, jamás podríamos crecer como personas, jamás nos enriqueceríamos emocionalmente. Si no conocemos el dolor, no vamos a entender por completo el momento de verdadera felicidad. Las circunstancias adversas son la inspiración para convertirnos en nuestras mejores versiones, en despertar ese potencial que llevamos celosamente escondido. A veces debemos caer muy bajo para entender todo lo que podemos alcanzar.

El dolor puede convertirse en la herramienta que nos brinde una visión más amplia de la vida, nos permite poner las cosas en perspectiva. Con grandes sufrimientos somos capaces de ser más sabios, podemos comprender a los demás de una manera profunda, podemos entender que lo que algunos piensan que son grandes problemas no son más que cosas sencillas que tendrán solución.

Si debemos de pasar por situaciones difíciles, al menos aprendamos la lección que trae esa angustia consigo. Podemos convertir lo negativo en positivo si abrimos nuestro corazón a una nueva comprensión de lo que hemos vivido.

Tampoco caigamos en la falacia de que algunas personas tienen una vida color de rosa, para nadie las cosas les resultan  cien por ciento fácil, así que ya partimos deseando un imposible que solamente nos conducirá a la frustración al ser inalcanzable.

En el post Ejercicio: carta de agradecimiento les comentaba que fui operada del corazón al ser una niña, lo que hizo valorar mi salud y ver ciertas situaciones de una manera distinta, con más serenidad, aceptación y calma. Me gustaría que compartieras tu experiencia con nosotros, una situación difícil que te haya dejado una enseñanza, espero sus comentarios.

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Adicción al trabajo: cómo detectarla y qué hacer

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En el mundo globalizado actual, no es nada extraño ver de cerca personas que trabajan muchas horas con quizás más de un empleo, teniendo que “correr” para cumplir con plazos. Puede que tú mismo te consideres una de ellas. Tampoco es inusual encontrar quienes le otorguen a su vida profesional una gran dedicación que va creciendo cada vez más hasta ser evidente que es excesiva. Posiblemente hayas escuchado el tan sonado término workaholic o adicto al trabajo en relación a esa temática. ¿Pero de qué se trata?

El trabajo es una actividad que requiere cierta dedicación para lograr resultados favorables, a cambio de lo que se perciben ingresos económicos o al menos otro tipo de ganancia, acompañada de prestigio y reconocimiento social tanto en el ambiente laboral como fuera de él. Si bien las tareas que se realizan al trabajar quizás no sean placenteras por sí mismas, sí pueden serlo sus consecuencias. El poder y los logros que se alcanzan son los aspectos más adictivos.

Una característica distintiva de la adicción al trabajo, es no tener un objeto específico que gratifique inmediatamente. Es el placer indirecto el que puede volverse adictivo.

El sujeto puede percatarse de que su dedicación es desmedida, sin por eso reconocer que se trata de una enfermedad. Suele experimentar sentimientos de profunda soledad, irritabilidad y angustia al alejarse por alguna circunstancia de sus deberes laborales. Esto ocurre por ejemplo, durante los fines de semana donde el tiempo libre le resulta interminable.

Piensa prácticamente todo el tiempo en su trabajo. Su gran miedo a  fallar como profesional suele generarle pesadillas. Pone todo de sí para optimizar su desempeño y encontrar soluciones a los problemas de la empresa, ya sean éstos reales o imaginarios. Son muy comunes las fantasías acerca de cómo interactuar con sus colegas pero especialmente con sus jefes. Al preguntarle su opinión en el trabajo, acostumbra a darla con un entusiasmo exagerado.

Parece un experto en encontrar excusas para no disminuir ni mucho menos detener, su actividad laboral explicando por ejemplo, lo imprescindible que es su presencia en su puesto o que teme ser despedido, entre otras.

La persona que tiene esta adicción, siente una necesidad incontenible de dedicar todo su tiempo al trabajo convirtiéndolo en el centro de su vida, reduciendo considerablemente o incluso suprimiendo otras áreas como la personal o familiar.

La familia es el la primera en notar y sentir las consecuencias de la adicción. Es muy común que la salud mental de los hijos y/o de la pareja se vea afectada, a causa de tener que lidiar con las crisis de cólera y el tan frecuente mal humor del adicto. Su relación con el núcleo familiar se va tornando cada vez más autoritaria, tratándolos de modo similar a sus subordinados en la empresa. En ella el relacionamiento cordial con los jefes tarda más en verse afectado.

Empero, no puede escapar del estrés por lo que el rendimiento profesional desciende, lo que también provoca que la actitud hacia él por parte de colegas y jefes cambie.

En el ambiente social se destaca su falta de control siendo probablemente uno de los factores, el muy elevado consumo de sustancias como el café, tranquilizantes, alcohol pudiendo llegar a la cocaína. Todas consumidas con la intención de dominar el desgaste físico y emocional. Lo que por su parte, puede desembocar en trastorno psicosomático, depresión, alcoholismo o toxicomanía.

El psiquiatra estadounidense Dr. Rohrlich en su descripción de perfiles característicos de las personas adictas al trabajo, destaca cinco como los más habituales:

*el sumamente ambicioso acostumbrado a luchar con muy pocos límites para promoverse e imponer sus ideas.

*el competitivo que necesita sentirse por encima de los compañeros.

* el inseguro, busca la aprobación de los jefes para incrementar su autoestima.

*el que se culpa, quien con una actitud masoquista necesita de la sobrecarga de trabajo como un refuerzo negativo para revivir viejos castigos.

* el aislado, quien no cuenta con lazos amistosos y familiares sólidos, encuentra en el ambiente profesional la interacción en una comunidad que tanto desea.

Más allá de que el adicto no suela presentarse en la consulta psicológica por iniciativa propia, y aunque el proceso no sea instantáneo ni sencillo, salir de la adicción al trabajo por supuesto que es posible. Antes de que tengan lugar los cambios en el comportamiento y por supuesto en su vínculo con el trabajo, es necesario analizar las raíces de esa adicción en el individuo. Uno de los aspectos sobre los que es usual que se trabaje en la terapia, es el miedo a las relaciones afectivas. Muchos de los puntos que se abordan son los mismos que en el tratamiento de otras adicciones, tales como reconectarse con sus sentimientos, o reconocer que su conducta tiene consecuencias no sólo para él mismo sino también para sus seres queridos y su entorno.

Probables medidas a tomar como la reducción progresiva de las horas laborales, la nueva diagramación del tiempo o la realización de diferentes actividades, requerirán del apoyo y participación del núcleo familiar.

Asimismo, será necesario atender otro tipo de adicciones relacionadas como el alcoholismo u otras mencionadas anteriormente, en caso de que tengan lugar.

No obstante, el primer paso como siempre, es reconocer que se tiene un problema y que se necesita trabajar con un profesional para resolverlo.

Cómo lidiar con el trabajo que odias

Lamentablemente no todos tenemos la suerte de trabajar en lo que realmente queremos y muchas veces nos vemos obligados de hacer las tareas que más nos desagradan para pagar las cuentas y poder comer.

Cuando estas encerrado en esta cadena que no te libera, el consejo más obvio es busca otro trabajo, pero lo más obvio no necesariamente es lo más sencillo y mientras buscas y buscas y buscas, debes encontrar la manera para lidiar con la frustración y el stress que pueden provocarte hacer un trabajo que ya has llegado a odiar.

A lo primero a lo que debes recurrir es a tu creatividad y a tus posibilidades reales de poder realizar pequeñas tareas que despejen tu mente y bajen tus niveles de ansiedad.

Primero debes tratar de hacer las cosas que te gustan en tu horario de trabajo si es posible. SI te gusta escribir, robate unos minutos cada tanto para imprimir algunas linas en el papel, quizás tardes horas en finalizar un parrafo pero te sentiras satisfecho si puedes hacerlo. Otras personas se dedican a las manualidades, de cuando en cuando tejen, o crean pequeñas estatuillas con arcilla. Trata de ser ingenioso para regalarte unos momentos de placer en esa jornada laboral que se te presenta tan tortuosa.

Si es posible, trata de tomarte pausas para relajarte un poco, ve a la cocina, ve al baño y moja tu rostro. Respira pausado y repitete a ti mismo que esta es una situación temporal, que pronto harás lo que te agrada, que de todas las experiencias se aprende y que quizas no lo veas ahora, pero seguro podras extraer algun conocimiento o habilidad del presente trabajo que te ayudara a desenvolverte  en el futuro.  A veces tomarse un café también ayuda, pero también puede jugarte en contra si estás demasiado ansioso.

Trata de hablar con tus compañeros, busca un confidente e intenten hacer el ambiente más ameno, si eso no es posible, habla con tus viejos amigos a través del msn, distraerte y pensar que estas en otro lugar te reconfortara al menos un poco.

Intenta evitar quejarte y enojarte por la situacion presente, si le das tanta importancia a tu incomodidad esta no desaparecerá, solo crecerá más. Vuelca tu energía hacia cosas productivas, en tu tiempo libre piensa que es lo que podrías hacer para obtener un trabajo mejor, o quizás podrías estudiar algo que desees y por un motivo u otro has dejado pendiente.

Disfruta del tiempo en tu casa, de tu familia y mimate como si fueras un rey o una reina, descansa cuanto puedas y no te sobre exijas. Date tu tiempo para comenzar nuevos proyectos, reúnete con personas emprendedoras, no decaigas como el resto. No solo te quejes y te deprimas, dedica toda tu energía a salir de ese lugar. Estar en un empleo donde no sientes que puedes explotar tu potencial o encontrarse en un ambiente hostil a nivel emocional harán que te hundas demasiado rápido en un estado de tristeza del cual tienes que cuidarte, ya que al menor descuido puede robarnos lo mejor de nosotros.

Estar desconforme con el empleo actual puede provocar diversos sintomas como stress, depresión, falta de valoración propia, ataques de ansiedad, mal humor, desanimo, apatía, falta de esperanza, irritabilidad, entre otros. Es por eso que es importante estar alerta a estos incómodos visitantes y hacer lo mejor que podamos para tener lo que merecemos.

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com

Cuando el amor muere…Tú renaces

Todo mortal se ha enfrentado alguna vez a una ruptura amorosa, hemos podido sentir el suelo resquebrajarse bajo nuestros pies cuando el otro decide marcharse y nos quedamos solos y confundidos sin saber qué hacer. Pero siempre olvidamos que cuando algo termina es sólo para darle paso a un nuevo comenzar.

El fin del amor no es el fin de nuestras vidas, sino el comienzo de algo mucho más intenso. ¿Qué pasaría si este terrible dolor en realidad sólo se tratase de una oportunidad para explotar nuestro potencial? ¿Qué pasaría si esta fuera nuestra chance de convertirnos en nuestra mejor versión? ¿Qué pasaría si esto sólo fuera una excusa del destino para descubrirnos a nosotros mismos?

En este pequeño aunque intenso e-book encontrarán consejos prácticos para poder seguir adelante luego de que nos han destruido el corazón y además veremos cómo el amor está teñido de fantasías que deben ser desterradas.

Aquí lo tienen…

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com

Derrotando la tristeza

Derrotando la tristeza

La felicidad es algo escurridiza, algo que se supone que no debemos sentir todo el tiempo, también tenemos derecho a tener nuestros malos días y experimentar sentimientos negativos como el odio, después de todo, no somos máquinas. La fluctuación entre alegría y tristeza es algo necesario, si no existiera el dolor, ¿cómo podríamos saber que somos felices? Por supuesto, que lo contrario también debe ser llevado a cabo, no podemos sumergirnos en el abismo sin salida de la tristeza eternamente, por eso la psicología positiva mediante sus técnicas se aboca a despertar  la felicidad en nosotros.

El doctor Seligman, actual profesor de la Universidad de Pennsylvania, utiliza la psicoterapia positiva para conquistar a la depresión. Lo hace mediante la construcción de emociones positivas, dedicándole atención a cuál es el propósito de nuestras vidas, a nuestras fortalezas de carácter. Algunos de los ejercicios que se proponen, los cuales pueden ser utilizados tanto a nivel grupal como individual son los siguientes: Utilizar las fortalezas personales, se debe identificar las cinco más relevantes en ti y tratar de utilizarlas diariamente. Cada noche, escribe tres cosas buenas que te hayan sucedido y piensa por qué sucedieron. Escribe una carta a alguien agradeciendo, explícale qué fue lo que hicieron para que te sientas agradecido a hacia ellos, ten el valor y lee o entrega la carta a esa persona.
En el ámbito de la psicología positiva también nos encontramos con la terapia del bienestar, desarrollada por la doctora Giovanni Fava, quien trabaja en la Universidad de Bologna en Italia. Esta terapia se enfoca en personas que padecen trastornos afectivos, entre ellos la depresión. Esta terapia busca promover el optimismo mediante el alivio de lo negativos de su vida, la concentración  en el propósito de vida de la persona (esa pasión que nos desborda, nos obsesiona y nos causa placer hacer), el desarrollo personal, la autonomía, el dominio del ambiente, la auto aceptacion y la promoción de las relaciones positivas. Se anima al sujeto a tener consigo un diario donde anotara cuidadosamente los eventos positivos que le han sucedido. Luego se deben reconocer los pensamientos negativos y las creencias que irrumpen quebrando la armonía de los acontecimientos positivos. El punto de la terapia del bienestar es enfrentar al pensamiento negativo y modificarlo, hasta que sean los eventos positivos quienes tengan más peso en la vida de la persona.

La terapia convencional puede verse nutrida por la psicología positiva, con sus consejos prácticos para derrotar la tristeza. Debemos concentrarnos en lo positivo, no pensemos en todo lo terrible que nos sucedió durante el día, sino atengamonos a esa cosa maravillosa que nos despertó una sonrisa, al menos por un instante. Hablemos sobre nuestras fortalezas, olvídate de lo terrrible que eres para matemáticas, o si eres incapaz de lograr un vínculo afectivo exitoso, piensa en esa fuerza interior que siempre te será útil, quizás tu curiosidad por el conocimiento, o tu capacidad para entender el padecer ajeno, siempre habrá algo en ti que se destaque, habla sobre ello y explota ese potencial en tus actividades. Nutre tu esperanza, por ejemplo, piensa en un problema y dividilo en pequeñas partes, no te agobies con las situaciones, casi todo tiene solución, solamente es cuestión de encontrarla.

No abandones jamás la búsqueda de la felicidad, es tu derecho, guarda la tristeza únicamente para cuando realmente sea necesaria y no la conviertas en tu sombra.