Ante la eventualidad de vernos envueltos en el descubrimiento de que nuestro ser querido está padeciendo de depresión, debemos armarnos de valor y no entrar en pánico. Nuestras buenas intenciones pueden traernos más problemas que otra cosa si no nos informamos lo suficiente.
Primero tenemos que tener en claro de que se trata la depresión y qué significa para la persona que lo padece. No es algo opcional y quienes lo deben vivir sufren y mucho, tenemos que tener cuidado de no caer en consejos fáciles movidos por nuestra desesperación. Será sencillo caer en la frustración si pensamos que todo lo que intentamos brindarle no sirve, porque en realidad no es así.
Algo que puede darnos mucha calma es hablar con el profesional que está atendiendo a nuestro familiar. Es importante alentar el tratamiento psicológico y psiquiátrico, es probable que las personas se resistan a recibir ayuda pero es vital hacer hincapié en este aspecto y que el compromiso de asistir a las sesiones se mantenga. Todo el tiempo debemos alentar su camino a su bienestar, haciéndoles ver que cada pequeño paso que dan para sentirse mejor será enormemente recompensado. Podemos acercarnos a los profesionales que están tratando a nuestro familiar y aportarle toda la información necesaria acerca de su entorno, debemos estar atentos a que asista a todas las sesiones y sobre todo tener cuidado con las ideas de suicidio.
Mucho cariño, comprensión y simpatía se requerirá de nuestra parte. A pesar de que a veces nos contesten mal o no sientan ganas de hacer nada, intentemos mantenernos calmados y entender que en realidad muchas de sus conductas no las pueden evitar y sobre todo no lo tomemos como algo personal, su ira o mal humor es una manera de expresar el dolor. A veces simplemente con el hecho de estar junto a ellos podemos hacerlos sentir acompañados y nuestra presencia puede ser mejor que nuestras palabras.
Evitemos minimizar lo que la persona siente, más allá de que no comportamos su visión oscura del mundo, démosle tiempo para que puedan aprender a pensar de otra manera, presionándolos no será la opción.
A pesar de que no quieran salir o dedicarse a tareas que les agradaban en algún punto de su vida, hay que insistir suavemente para que las retomen o que al menos salga a disfrutar de un paseo junto a nosotros.
Una contención por parte nuestra puede darle a nuestro familiar el empujón necesario para salir adelante y podemos ayudarlo a que se sienta menos agobiado por los menesteres de la rutina.
Acompañar no significa hacer todo por el otro, es simplemente estar ahí para ser un sostén, pero no está en nuestras manos “curar” a la persona. Tenemos que ser concientes de nuestras limitaciones en cuanto a lo que podemos hacer y lo que no, brindar amor y comprensión sí, intentar por todos los medios que el otro se sienta mejor será una tarea casi titánica.
Podemos sentirnos muy abrumados ante esta patología, por eso es necesario que también busquemos nuestro espacio de desahogo para poder ir afrontando esto día a día. Seamos concientes de que nosotros también tenemos que vivir nuestra propia vida y no está mal tener nuestros momentos de esparcimiento o de alejamiento de esta situación, es necesario para recuperar fuerzas. No te sientas el responsable de lo que le pasa al otro porque eso te añadirá un peso innecesario sobre los hombros, puedes ayudar hasta donde puedes, no te exijas más de lo que puedas brindar. Sobre todo hay que tener cuidado con el comportamiento del depresivo, porque en algunas situaciones tanta atención puede ser contraproducente, y sin quererlo, pueden terminar abusando de la paciencia y comprensión del otro en su necesidad de sentirse mejor.
Así que recuerda, tu puedes ser de mucha ayuda para tu familiar, pero nunca jamás descuides tu propia salud en este proceso.


neurosis obsesiva propiamente dicha o un Trastorno Obsesivo Compulsivo. Poseer estos rasgos tiene sus ventajas, ya que entre las características positivas se pueden encontrar la disciplina, la competencia, la prolijidad que son cualidades deseadas en muchos trabajos por ejemplo. El problema radica cuando ciertas características de personalidad comienzan a jugar en detrimento de nuestra paz mental.
lentamente abren camino en nuestra cabeza y en nuestro corazón, esas malditas voces que nos perforan el alma con comentarios tan crueles como “no valgo lo suficiente, nadie jamás me quiere realmente, las personas sólo quieren utilizarme, soy malo, soy cruel, nunca nada es como yo deseo que sea, soy horrible, soy tonto”



