Nota para el Diario El País: Furiosos sin control

Nota para el Diario El Pais: Furiosos sin control

Y como ustedes saben gracias a mi trabajo he participado en la radio, los diarios y la televisión, así que quería compartir con ustedes esta nota donde también participo publicada el día de hoy. Escrita por Leonel García aquí les dejo Furiosos sin control

Baja tolerancia a la frustración, entender todo como un ataque personal y no saber ponerse en el lugar del otro, alimentan los ataques de ira. Cada vez hay más personas que piden ayuda.

Primer caso: «J» (23) no puede digerir que su novia haya preferido salir con sus amigas que ir al cine con él. Mientras camina refunfuñando por la calle, un transeúnte le roza el hombro. Estalla. Qué-hacés-que-no-mirás, rechaza disculparse, pelea. «J» termina con una nariz rota. Segundo caso: «L» (30) está furiosa porque su pareja no le atiende el celular ni los 10 mensajes de texto que le manda en hilera. «Debe estar con otra este hijo de puta»,piensa. Explota. La ropa del susodicho vuela por la ventana. Cuando llega, lo primero que hace es contarle que no pudo atenderla porque estaba manejando; lo segundo es abandonarla de inmediato. Tercer caso: a «M» (35) le salta la térmica seguido. Cada vez que sus hijos no le hacen caso o no logra ponerse de acuerdo con su esposa, comienza a ponerse colorado, las manos le tiemblan y se le tensan los músculos. Grita e insulta. Esta conducta no se limita al hogar: él es comerciante y los empleados le duran poco; a uno de ellos le llegó a pegar.

Los dos primeros casos han pasado por la consulta de la psicóloga Mariana Alvez, especialista en Psicología Positiva. El tercero es de su colega Verónica Orrico, terapeuta cognitivo-conductual e integrante de la Clínica Psinco. Ambas sostienen que la ira (o furia, o bronca, o enojo) es una emoción básica, adaptativa, inevitable y justificada en ocasiones, que puede ayudar al individuo a pararse mejor en el mundo que le rodea: manifestar su disgusto, reclamar y obtener un cambio, afrontar una situación adversa, posicionarse mejor ante la vida y los suyos, sobrevivir. El tema es cuando esta situación se pasa de la raya, cuando ante un episodio inesperado o desagradable la persona explota, «salta», perdiendo el control y realizando comportamientos dañinos para los demás y para consigo mismo, a veces ante cuestiones que para otros individuos representan apenas una incomodidad.

«Para los estallidos de ira no importa tanto qué es lo que está pasando, sino cómo la persona interpreta lo que está pasando», sostiene Orrico. Un ejemplo claro es el del tránsito: no todos reaccionan igual ni se ponen nerviosos en un embotellamiento; no todos son Michael Douglas en Un día de furia. En las personas irascibles, continúa Orrico, «hay una tendencia a `personalizar` la situación»; o sea, interpretar la conducta del otro como una acción destinada a perjudicarle. Suelen ser personas con esquemas muy rígidos de lo que debe ser la realidad. Los causantes son mucho más culturales y familiares que genéticos, y también son propensos a estos ataques «los individuos que se caracterizan por su baja tolerancia a la frustración», sentencia Alvez. Este último elemento es fundamental.

TOLERANCIA. Darío Ibarra, psicoanalista especializado en cuestiones de género, asegura que el manejo de la bronca depende de cada persona en función de su salud mental y -nuevamente- «su tolerancia a la frustración». Es por este motivo que, así como los hombres son mucho más victimarios que víctimas en situaciones de violencia doméstica, también son mucho más comunes en ellos los casos de ataques de ira, cuestiones que aunque tengan ciertas componentes similares no pueden tomarse como análogas (ver aparte).

«Eso se debe a patrones culturales. A la mujer se le educa más para reprimir y soportar la frustración; entonces, los hombres tenemos menos capacidad de tolerarla», indica Ibarra. Alvez agrega a la crianza en «familias caóticas», donde para la resolución de problemas prima «la manipulación, la violencia o la culpa», antes que una comunicación acertada, como caldo de cultivo para los iracundos.

Estos comportamientos pueden derivar no solo en agresividad y violencia, sino en despidos, pérdida de pareja (de hecho, las explosiones en este ámbito son los disparadores de la mayoría de las consultas con los profesionales), lesiones y problemas con la ley. Así como hay manifestaciones fisiológicas de los ataques de ira -activación del sistema nervioso, aumento de la frecuencia cardíaca, presión arterial y tensión muscular, además de incrementar la producción de adrenalina-, también hay, según consignan distintos expertos en portales sobre el tema, posibles consecuencias negativas para la salud, como más chance de sufrir problemas cardiovasculares o infartos cerebrales.Y, si bien estos estallidos existieron siempre, los expertos tienen la sensación -no mensurada- de que cada vez ocurren con más frecuencia, o que cada vez están más presentes en los consultorios. O que, al menos, como una consecuencia positiva de una realidad desagradable, cada vez son más quienes quieren aprender a controlarse.

CAMBIOS. Según Alvez, el ciclo del ataque de ira inicia por una etapa de intensificación, en la que se presentan las señales del estallido; le sigue la explosión en sí; y, finalmente, está la postexplosión, con las consecuencias poco agradables de haber cedido a ese impulso (insultar a un ser querido, golpear una pared, romper un artículo del hogar, agredir a alguien y un largo etcétera). Para Orrico, si la persona es capaz de aprender a detectar los síntomas que preceden a los estallidos, como temblor en las manos o ponerse colorado tiene más posibilidades de aprender a controlarse.

Hay cosas para tener bien claras. No vale la excusa «así es él/ella» para explicar una conducta explosiva. «Eso llega a ser una forma de justificar la violencia. `Él es calentón, dejalo`. O una mujer: `Soy temperamental, soy así`. Eso lo único que justifica es el no saber manejar la frustración. Y es creer que no se puede cambiar la personalidad».

Salvo en casos en que la persona sufre de patologías psíquicas severas, el tratamiento psicoterapéutico, a veces combinado con ansiolíticos y antidepresivos, y las técnicas de control de ira (ver aparte) suelen tener buenos resultados. Estas van desde algo tan básico como contar hasta diez o respirar hondo, hasta otras actividades que requerirán una participación más proactiva del individuo, desde ya la parte más difícil de la recuperación.

También se debe despersonalizar la causa del enojo. «Tenemos que intentar modificar el pensamiento de `estoy siendo atacado` por preguntarnos `¿realmente me están atacando?`», señala Alvez. «Aprender a controlar el enojo significa ser libres, libres de la opresión que nuestras emociones ejercen sobre nosotros y libres de esos pensamientos limitantes que solo nos meten en problemas», concluye.

Trabajar con la empatía, ponerse en el lugar del otro, es otra de las herramientas fundamentales. «Eso ayuda a ver las cosas desde otra perspectiva. La regla de oro sería tan sencilla como tratar al otro como te gustaría que te traten así», resume Orrico. Tan sencillo y tan difícil.

CUENTE HASTA DIEZ Y RESPIRE PROFUNDO

Aunque los ataques de ira son tan viejos como el hombre, el concepto anger management (control de ira) es de reciente data. El DSM-IV, algo así como la Biblia de los trastornos psiquiátricos, no incluye nada relativo a los trastornos de la ira. Sin embargo, cada vez más gente consulta por casos y cada vez hay más websites dedicados al tema. «Es como el bullying en la escuela. Siempre existió, solo que ahora se le pone nombre a una cuestión que estaba naturalizada», resume Darío Ibarra. Aquí hay algunas recomendaciones y técnicas para mantener el control cuando se venga el estallido.

Apelar a técnicas de relajación. Entre ellas está respirar lentamente, de forma pausada y no hiperventilar.

Practicar la comunicación asertiva, con afrontamiento y resolución de problemas, apelando a habilidades de negociación.

Separar lo que le sucede a la otra persona de lo que le sucede a uno. Despersonalizar la situación, poder generar empatía.

Apelar a la psicoterapia. Si es necesario trabajar en la capacidad de soportar frustraciones, problema que puede haber comenzado en la infancia.

Redirigir la energía. Hacer ejercicios o escribir tus sensaciones en un cuaderno o blog.

El simple acto de respirar profundo y contar hasta 10 permite un «tiempo de espera» que evita tensionar más una situación.

Detectar cuáles son las señales físicas que preceden los ataques de ira, y evitar decir algo en ese momento. De seguro lo vas a lamentar.

(Fuente: psicólogos Mariana Alvez, Darío Ibarra y Verónica Orrico, y portal http://www.ControlDeLaIra.com)

UN PRIMER PASO HACIA LA VIOLENCIA

La psicóloga Verónica Orrico diferencia la ira de la agresividad y de la violencia doméstica. La segunda la define como una conducta que busca provocar daño intencional a otras personas; la tercera, según ella, pretende lograr la sumisión del otro apelando a diferentes tácticas como amenazas, insultos o agresiones físicas. «La ira es una emoción que puede favorecer la aparición de la agresividad y la violencia. Pero una persona que sufre ataques de ira no necesariamente busca la dominación del otro. La persona violenta suele actuar así en su familia y fuera de ella tiene una imagen distinta. La persona que no maneja bien su ira no la puede controlar en ninguna parte».

En cambio, para Darío Ibarra, quien trabaja con hombres golpeadores, la diferencia es muy sutil. «Una persona impulsiva, que siempre saca la ira para afuera está ejerciendo violencia, no vamos a diferenciar si es física o psíquica».

Fuente: http://www.elpais.com.uy/suplemento/ds/furiosos-sin-control/sds_670793_121021.html

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com

Cómo lidiar con el Trastorno Bipolar

Cómo lidar con el Trastorno BipolarEl trastorno bipolar  es comúnmente conocido bajo el nombre de trastorno maníaco depresivo. El mismo se caracteriza por cambios del estado de ánimo de la persona, oscila entre una importante euforia e irritabilidad y una depresión que puede ser profunda, además de que también la persona vive momentos de estado de ánimo normal. Suele hacer su aparición en la adolescencia o en el adulto joven.

Si bien las causas precisas que generan este trastorno no son cabalmente conocidas, sí podemos decir que intervienen en este trastorno factores genéticos, bioquímicos y por supuesto ambientales.

De acuerdo al DSM I-V el trastorno bipolar se clásica en Trastorno Bipolar I, Trastorno Bipolar II, Ciclotimia y Trastorno Bipolar no especificado.

La sintomatología del sujeto es variada e incluye las siguientes características:

Durante el período de manía podemos observar: exagerada autoconfianza, menor necesidad de dormir, actividades en demasía, autoestima exagerada, delirios de grandeza, irritabilidad y agresividad, impulsividad, fuga de ideas, compras compulsivas, infidelidades.

Durante el período depresivo: tristeza, cambios en cuanto el sueño y el apetito, enfado, ansiedad, indiferencia, apatía, sentimientos de culpa, rechazo a la interacción social, ideas de muerte.

La persona bipolar tiene un carácter muy difícil y eso puede traer dificultades a nivel social, laboral y especialmente a nivel familiar. Por eso es importante que las personas que viven con un bipolar puedan aprender a lidiar con ellos de la mejor manera posible.

Cuando el sujeto está irritado se vuelve más cruel y frío, llegando a decir cosas muy hirientes. No tienen control de lo que dicen, pueden agredir a su familia tanto verbal como físicamente. Un intento de acercamiento por parte de un familiar puede ser una oportunidad para la persona bipolar de agredir a quien en verdad quiere.

Sienten el deseo de hacer muchas actividades al mismo tiempo y desean cambiar todo, no aceptan un no por respuesta.

Es vital que quienes viven con ellos aprendan que hay que estar preparados para estos ataques, no se puede, bajo ninguna circunstancia, tomar se como personal las cosas que hacen o dicen los bipolares, ya que la agresión es simplemente una manifestación de su patología que nada tiene que ver con nosotros.

Cuando la persona bipolar está iracunda, no se puede entablar un dialogo con ella, por eso hay que esperar a un momento de más calma para plantear la importancia del respeto hacia el otro y sobre todo poner límites a estos comportamientos.

La persona bipolar necesita rutina, cierta monotonía que le brinde un orden a su vida, a su caos, necesitan descansar bien y sobre todo alejarse de todo aquello que los estressa demasiado.

Las parejas de las mujeres bipolares tienen que estar atentos ya que muchas veces existe dependencia del bipolar hacia ellos, lo que las impulsará a dominar a su pareja, tratarlos como si fueran de su propiedad. Muchas veces sienten a su pareja como si fuera un enemigo, alguien que las lastima y no les presta atención, son tan demandantes que la atención pareciera nunca ser suficiente. Son de culpabilizar al otro de lo que les sucede a ellas, suelen manipular el afecto de los demás, cuestionan a la familia en general, hay una falta de empatía y de responsabilidad emocional con el otro.

Es importante que los familiares estén atentos ante los posibles cambios del estado de ánimo. Los indicadores de manía serán el aumento brusco de la actividad, irritabilidad e intolerancia, verborragia, disminución del sueño, aparición de nuevos proyectos de manera repentina.

Los indicadores de depresión tienen que ver con la falta de apetito, apatía, sueño excesivo, malhumor, irritabilidad.

Este trastorno puede ser muy complejo de diagnosticar y a veces la persona consulta por la fase depresiva, dejando de lado la parte maníaca que es la más compleja de tratar. Con el adecuado tratamiento psicológico y psiquiátrico las personas pueden llevar una vida relativamente estable, si bien este trastorno es crónico, puede ser controlado adecuadamente.

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El trastorno borderline de la personalidad

El trastorno Borderline (límitrofre, fronterizo) de personalidad seEl trastorno borderline de la personalidad caracteriza porque el sujeto vive relaciones interpersonales conflictivas, éstados de ánimo inestables (incluso dentro del mismo día se pueden experimentar distintos estados emocionales), sienten demasiado intensamente sus emociones. Los cambios de carácter se producen bruscamente, carentes de justificación.

Sufren de disforia, la cual se caracteriza por sentimientos variados de ira, ansiedad, depresión, desesperación, celos y odio hacia ellos mismos. Estas personas suelen acudir al abuso de sustancias y comportamientos autodestructivos para intentar mantener estas emociones intolerables bajo control. Son extremadamente impulsivos, suelen dañarse a sí mismos adentrándose en una serie de conductas abusivas, ya sea con gastos excesivos, sexo compulsivo, trastornos alimenticios.

Podría decirse que estas personas se ubican dentro de la neurosis y la psicosis, teniendo pensamientos psicóticos en aquellas situaciones donde la disforia se acentúa. Dentro de los síntomas psicóticos podemos encontrar las distorsiones perceptivas, sensaciones físicas (experiencias extracorporales, despersonalización, sensación de entumecimiento en sus miembros) y cambios violentos en el éstado de ánimo. Pueden tener sentimientos de derrota, creencias de que son malos, deseos de autodestrucción.

Tienen un pensamiento dicotómico, todo es bueno o todo es malo, no existe lo intermedio. Cuando una situación se percibe como negativa la disforia se dispara, cuando las situaciones son felices se sienten asustados porque seguramente el pensamiento negativo regresará.

La inconsistencia es la palabra clave de este trastorno, la cual se expresa en su identidad, confianza, conductas, pensamientos, sentimientos, actitudes. La estructura del pensamiento está mermada, hay fallas en la memoria. Existen comportamientos manipuladores para evitar el abandono (real o imaginario), la sensación de pérdida puede provocar cambios en la afectividad, la cognición y el comportamiento, ira inapropiada incluso por una separación temporal o cambios de planes, no soportan estar solos.

Su identidad es inestable (síndrome de difusión de identidad), les cuesta definirse a sí mismos. Pueden suceder cambios bruscos en cuanto a aspiraciones profesionales, cambios de opiniones, planes, identidad sexual, cambios en su escala de valores, pueden ser muy dóciles y suplicar que los ayuden o pueden ser extremadamente rencorosos y crueles, a veces tienen la sensación de que no existen. No es de extrañar que tengan un desempeño pobre a nivel laboral o escolar debido al caos emocional que deben tolerar.

No siempre, pero en la mayoría de los casos, podemos encontrar intentos de autoeliminación o mutilación. Usualmente los intentos de autoeliminación son generados por el miedo a la separación o al rechazo. La automutilación es utilizada para generar alivio, ya que les reafirma su capacidad de sentir o expiar sus sentimientos de maldad.

Los sentimientos crónicos de vacío caracterizan a estos sujetos, se aburren con suma facilidad y están buscando siempre algo que hacer.

La ideación paranoide transitoria se relaciona con el estrés o síntomas disociativos graves, los síntomas suelen ser pasajeros.

En este trastorno influyen los antecedentes familiares de alcoholismo, abuso de estupefacientes, otros desórdenes de la personalidad y también depresión. Cabe destacar que estas personas suelen presentar síntomas de tiroidismo y síndrome premenstruales intensos.

Es muy importante que estas personas mantengan el nivel de stress al mínimo y trabajen arduamente en cuidar de su autoestima y fortalecerla, para evitar ese sentimiento de odio hacia sí mismos que se profesan.

En cuanto a los tratamientos, es necesaria la medicación psiquiátrica y terapia, varias son efectivas en este caso como las terapias grupales, la terapia cognitivo conductual, psicoterapia interpersonal, psicoterapia de apoyo y sobre todo la terapia comportamental dialéctica.

Esta última nace gracias a los aportes de M.Linehan, se creó para aquellos individuos que presentaban tendencias suicidas crónicas. Su enfoque hace hincapié en la regulación de las emociones y en la adquisición de herramientas para tolerar el stress. Se busca que la persona deje de lado los modelos disfuncionales de su comportamiento, que sea capaz que controlar y tolerar sus impulsos. Usualmente se combinan las intervenciones individuales con grupales. El objetivo primordial es fortalecer a la persona de manera íntegra y se trabaja con objetivos ordenados en orden de importancia dependiendo de cada caso, en la mayoría de las situaciones será mantener a raya las conductas tanto auto como heteroagresivas, los síntomas que interfieren en la vida cotidiana, ayudar a la reorganización psíquica madura y sobre todo estable.

Este trastorno es muy común en el ámbito de la clínica, la persona no sabe lo que le ocurre y usualmente se presentan a la consulta por problemas de depresión, ansiedad, ira descontrolada, dependencia emocional.

Es importante conocer lo que nos sucede para poder lidiar con ello, incluso en estos casos con la contención adecuada se puede mantener una vida psíquica estable y sobre todo feliz. Si tienes dudas acerca de lo que te sucede, no dudes un segundo en consultar.

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Seducción y llamado de atención: Rasgos histéricos

Seducción y llamado de atención: Rasgos histéricosLa histeria, las histéricas, encierran un grupo de personas o actitudes comúnmente mal denominadas. Si bien el histeriqueo del que tanto se habla hoy en día tiene que ver con la seducción, aquellos individuos (usualmente mujeres pero los hombres no están tampoco a salvo de esto) que poseen rasgos histéricos tienen en su rica personalidad algo que va más allá de la seducción y la vanidad.

Tras sus clásicas características encierran una gran necesidad de cuidado, de apoyo, de aprobación, de cariño, de que alguien satisfaga sus necesidades emocionales. Y para lograr sus objetivos hacen uso a la perfección de sus armas más poderosas.

Para llamar la atención de los demás cuidan su aspecto físico, utilizan ropa llamativa, a veces un tinte en el cabello un tanto exagerado, su conducta es a veces teatral y dramática. Como muchas veces no se animan a pedir abiertamente el cariño y el cuidado que necesitan buscan obtenerlos mediante métodos más sutiles como lo son la   seducción y la manipulación, harán lo que puedan para salirse con la suya, ya sea mediante el dulce convencimiento o la ira caprichosa. También podemos destacar que son un tanto narcisistas y tienden a tener tantas amistades que muchas veces se convierten en algo superficial, suelen darle más intensidad a las relaciones de las que tienen en realidad.

Emocionalmente inestables, se emocionan tan rápido como se aburren, buscan incesantemente la gratificación instantánea, la espera ¿qué es eso? Suelen ser muy exigentes con sus afectos y pueden caer en la dependencia emocional, algunos histéricos son más vulnerables a la angustia de separación cuando se enfrentan a rupturas amorosas.

Usualmente son personas que presentan dificultad para concentrarse, no suelen prestar atención a los detalles, sus recuerdos son globales y difusos. Son sugestionables, muchas veces cambian rápidamente de opinión si los demás los conducen a eso.

Hay una creencia inconsciente de que los demás son esenciales para su supervivencia, por eso necesita que TODOS lo amen, lo cual hace que el rechazo sea una mala palabra. Es por esto que buscará el amor y la aprobación de su entorno.

En su infancia, los pequeños histéricos pudieron haberse visto recompensados más por su encanto y carisma que por sus pensamientos o esfuerzos, es por esto que en la vida adulta continúan interpretando teatralmente sus roles, buscando la gratificación y aceptación que obtuvieron en antaño.

Para los histéricos la lógica es algo temible, aburrido, gris. Existe otra creencia que los empuja a actuar impulsivamente, si son demasiado razonables entonces pueden caer en el grupo de los insípidos, algo que estos pintorescos seres odiarán hasta el extremo.

Ellos se ven como sociales, simpáticos y agradables y usualmente son muy encantadores, pero a medida en que se llegan a conocer más a fondo podemos percibir esa exagerada exigencia de atención que en algunos casos puede llegar a aburrir.

Si bien ciertos rasgos pueden mantener su carácter positivo, no podemos olvidarnos de que cuando ciertas actitudes intentan salirse de control es hora de que intentemos dominarlas o al menos reconocerlas para que no estorben demasiado.  Es importante que juguemos a algo más divertido, en vez de seducir a los demás, te invito a seducirte a ti mismo.

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Baja tolerancia a la frustración

Baja tolerancia a la frustraciónLa frustración surge cuando no logramos nuestros deseos y se manifiesta mediante el enojo, la depresión, la tristeza o la ansiedad. Se relaciona con una percepción exagerada y abrumadora de la situación que vivimos y el auto convencimiento de que ese malestar es insostenible y no lo podemos tolerar. Creemos equivocadamente que nuestra vida siempre debe ser fácil y lo más placentera posible, creencia que choca inevitablemente contra la realidad. Esto hace que muchas veces abandonemos proyectos personales o ciertas situaciones porque no sabemos cómo manejarlas sin angustiarnos.

Lamentablemente el mundo no gira de acuerdo a nuestros caprichos (probablemente sería demasiado aburrido si así fuera) y cuando no podemos salirnos con la nuestra no es el fin del mundo, siempre hay otra actitud a escoger, otro camino a elegir en lugar de enojarnos o entristecernos. La satisfacción instantánea es un gran engaño, ya que suele ser demasiado efímera y muchas veces caemos en actitudes dañinas para nosotros mismos con tal de lograr una solución rápida a aquellas cosas que por sí mismas necesitan de tiempo para evolucionar. Por ejemplo, por más que fumemos lo que nos molesta sigue ahí, por más que hagamos dietas express los kilos regresan y las secuelas en nuestra salud quedan.

La baja tolerancia a la frustración tiene sus comienzos en nuestra infancia, todos de niños somos muy narcisistas y creemos merecer todo lo que deseamos, el niño quiere las cosas y las quiere ahora, no manejan bien el concepto del tiempo y tampoco tienen la habilidad todavía para pensar un poco más en los demás. Cuando no pueden tener lo que quieren lo consideran algo injusto y no saben cómo lidiar con ese sentimiento de impotencia. Si los padres ilusamente le brindan al niño todo lo que quiere le están arrebatando la posibilidad de comenzar a aprender a lidiar con esa molestia de que las cosas no siempre son a gusto de uno. Así es como vamos creciendo con esa sensación de que merecemos todo ahora, incapaces de soportar cuando las cosas no se dan exactamente como las planeamos, incapaces de esperar. Comenzamos a confundir lo que deseamos con lo que necesitamos.

Usualmente podemos asociar la baja tolerancia a la frustración con la impulsividad, ya que como la espera es una mala palabra se cae en conductas que permiten saciar la ansiedad de la situación lo antes posible.

¿Cómo podemos aprender a lidiar con la frustración?

Para tolerar mejor la frustración tendremos que cultivar nuestra paciencia y tolerancia ante aquella dificultad que no puede ser cambiada de inmediato. Aceptar la realidad nos permite a aceptar la vida tal cual como se nos presenta en el momento actual y nos ayuda a manejar aquellas situaciones que por ahora no pueden ser cambiadas.

Debemos aprender a ver las cosas desde otra perspectiva, desafiando esas creencias erróneas que nos llevan a no soportar nada poco placentero de nuestra realidad. ¿Cómo podrías ver la situación de otra manera? ¿Cómo la vería esa persona que tu admiras? Comienza a pensar en las soluciones y no en los problemas en sí, los problemas están ahí y no van a desaparecer, pregúntate ¿cómo puedo hacer para solucionar esto?

Cuando te sientas frustrado no corras a buscar la solución más rápida y dañina, piensa en cómo te sientes, respira hondo y no actúes. Por más incómodo que sea el malestar tienes la fuerza para soportarlo. Lo malo siempre pasa tarde o temprano, debemos ser pacientes con nuestra vida que está llena de tormentas y de paz, las cosas no siempre pueden salir a pedir de boca pero ninguna situación es para siempre.

Nuestra respiración está diseñada para centrarnos en nosotros mismos o algún otro objeto para poder calmarnos. Concentrarnos en la respiración es muy útil cuando nos sentimos sobrepasados por determinada situación, distraídos, preocupados.

Intenta sonreír a medias, utilizamos nuestra expresión facial para sonreír, esto hace que nuestros músculos se rejalen y tenemos más chances de aceptar algo internamente. Somos concientes de la situación que ocurre pero decidimos convocar a una experiencia diferente para poder tranquilizarnos y por ende sentirnos mejor y más en control de nosotros mismos.

Puedes probar con la aceptación radical. Aceptar las cosas como son de una manera íntegra, escaparnos del dolor solamente traerá peores consecuencias, debemos aprender a estar en paz con nuestra propia realidad. La aceptación es necesaria para el cambio, para poder reaccionar y por ende actuar. Existen ciertas cosas que no tienen solución, pero otras sí, el primer paso es saber diferenciar estas situaciones y aprender a estar en armonía con lo que sucede a nuestro alrededor. Solamente cuando somos concientes de nuestra realidad es cuando tenemos el poder de hacer algo al respecto.

El sufrimiento ocurre cuando somos incapaces de aceptar las situaciones dolorosas, cuando luchamos con todas nuestras fuerzas para erradicar el dolor de nuestro plano conciente. El sufrimiento es el dolor ADEMÁS de la no aceptación del mismo. En la lucha para huir del dolor nos quedamos atascados en negar la realidad y esto en realidad es lo que nos genera más sufrimiento y lo mantiene. Tú tienes la opción de aceptar en lugar de escapar.

Tu voluntad y tu deseo te permitirán continuar con la elección de elegir aceptar lo que ocurre en lugar de evitar a toda costa aquellas cosas que nos hacen daño, porque esa misma evitación es lo que termina haciendo que todo sea mucho peor de lo que tendría que ser.

La frustración es parte de la vida, es hora de comenzar a aceptar nuestra realidad para poder a partir de ahí tomar las decisiones sabias que nos conducirán a nuestro verdadero bienestar.

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Cómo controlar los impulsos

Cómo controlar los impulsosA veces sentimos cómo una oleada de emociones se apoderá de nosotros antes de que podamos reaccionar o meditar, simplemente esas emociones son tan fuertes, embriagantes, detonantes, poderosas, intensas, que ejercen una fuerza sin mirecordia en nosotros. Y es así como actuamos mediante el enojo, los insultos, las venganzas, el daño hacia nosotros mismos, conductas dañinas y todo lo terrible que pueda imaginarse.

No es necesario padecer ninguna patología para no saber regular nuestras emociones, a veces son simplemente ciertas carencias o malos aprendizajes que se van sumando hasta convertirse en algo aparentemente más poderoso que nuestra propia voluntad.

El problema con reaccionar impulsivamente ante determinadas situaciones es que siempre terminamos metiéndonos en un problema peor, sin importar que tan perturbadora fue la situación que desencadenó esa reacción en nosotros, nuestro reaccionar es la gota que colma el vaso y terminamos arrepentidos, con vergüenza y sumamente culpables por lo descontrolado de nuestros actos.

Para evitar ser víctimas de nuestros impulsos tenemos que trabajar activamente en mantenerlos a raya, y es un trabajo que debemos perpetuar a lo largo de nuestra vida para poder volver a ser los dueños de nuestro propio destino.

Los impulsos que nos conducen a actuar de maneras negativas deben ser cuidadosamente observados y descritos. Al simplemente observar lo que aprendemos es a no juzgar, a no reaccionar y sobre todo a NO ACTUAR ante estos deseos. Estamos separando el impulso del objeto del impulso, entrenando nuestro cerebro para no ceder ante ellos. Reconocerlos y nada más es lo que se busca. Es posible tener un impulso y no sucumbir ante él. La clave radica sólo en observar, en ser concientes de lo que sentimos, pero no actuar en consecuencia.

Como si fuéramos espectadores de una película, alejarnos de nosotros mismos y vernos como si fuéramos el protagonista de una tragedia, ver qué sentimos, qué pensamos, cómo nos vemos movidos a actuar, y sin embargo, como si no se tratara de nuestra propia vida, mantenernos alejados de esa reacción de la cual seguramente nos arrepentiremos después.

La técnica conocida como el surf del impulso nos propone que tomemos una hoja en blanco y escribamos ese observar concientemente los impulsos. Debes alejarte de la situación actual y sin juzgar observa y describe los impulsos, tus pensamientos, sentimientos, sensaciones y las preocupaciones con respecto a la situación que te molesta. SOLO OBSERVA NO ACTUES.

Podemos tener miles de pensamientos pero eso no quiere decir que debamos actuar en consecuencia a todos ellos, podemos ser más fuerte que nuestras emociones, podemos aprender a ir más allá de lo que ellas nos dictan. Sé que es un trabajo árduo, pero vale la pena y mucho estar en control de ti mismo.

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