¿Qué tan caprichosos somos?

¿Qué tan caprichosos somos?
¿Qué tan caprichosos somos?

Hemos planeado la velada ideal para compartir con nuestra pareja, en nuestra mente todo era perfecto, las cosas tenían que suceder de determinada manera y en determinado momento. Sin embargo, cuando nos enfrentamos a la situación real las cosas se alejaron muchísimo del perfecto plan que habíamos delineado. Ese restaurant que querías está lleno, el hotel que pensabas era precioso no lo era tanto, te encontraste con conocidos e interrumpieron ese momento a solas. Un millón de cosas pueden suceder para arruinar la perfección y lo peor es que en lugar de disfrutar la compañía de nuestro amado, nos concentramos en todas aquellas cosas que no salieron exactamente como quisimos.

Este ejemplo puede ser aplicado a cualquier área de nuestra vida, cuando esas cosas tan especiales que pensaste se rehusaron a darse de la manera en que te habías empecinado que se dieran…Cabe preguntarse ¿qué tan caprichosos somos a veces? ¿Qué tanto nos complica la existencia las decisiones que tomamos? ¿Somos racionales o impulsivos? ¿Somos infantiles o maduros? ¿Cómo nuestro comportamiento afecta a los demás?

No importa que tanto planeemos o que tanto deseemos algo, usualmente las cosas jamás se dan EXACTAMENTE como queremos y esto no necesariamente implica algo negativo, ya que a pesar de que ciertas cosas no se adaptan a nuestra manera de pensar o comportarnos no quieren decir que no sean provechosas.

Quizás esa velada especial terminó siendo diferente pero más divertida de lo que creías, quizás ese compañero de trabajo insoportable que asignaron en tu sección haga que te luzcas más en tu trabajo, tal vez haber perdido ese examen ahora implica que al estudiar más también aprenderás más y hasta llegues a alcanzar una nota más alta.

La vida y los otros se interponen entre nuestros caprichos y nosotros, para enseñarnos que si bien debemos pensar en nosotros de una manera positiva, tampoco podemos imponer nuestros deseos al de los demás. Si salirnos con la nuestra implica hacerle la vida imposible a quienes están alrededor, entonces ese deseo no está alineado de la manera correcta, no es justo para los otros y a la larga puede provocar un abismo entre nosotros y aquellos que intentan amarnos a pesar de nuestra impertinencia.

Así que los invito a pensar por qué creen que solamente hay una manera de hacer las cosas, quiero que aprendan a valorar las opiniones de los demás y les den una oportunidad de ofrecerles una manera distinta de hacer las cosas. Quiero que entiendan que si las cosas no salen perfectas no quiere decir que no valen la pena. Nuestra manera no necesariamente es la única y la mejor, podemos aprender muchísimo si tan sólo nos dejamos llevar un poco más y aprendemos a ignorar esas irracionalidades que suelen dominarnos. Démonos una oportunidad de pensar más allá de nuestros caprichos y sin duda los resultados serán más satisfactorios de los que crees.

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com

Quítale el drama a tu vida

A mis consultantes siempre les aconsejo que desdramaticen las situaciones de su vida. Hay gente que vive demasiado intensamente cada pequeño detalle de su rutina, convirtiéndose en algo intolerable desde todo punto de vista. Cuando todo el tiempo estamos considerando que nuestra pareja no nos ama lo suficiente o nos es infiel, cuando creemos que nuestros amigos sólo nos quieren utilizar, cuando se vuelca café en nuestra camisa inmaculada, cuando nos enfrentamos a situaciones pequeñas o grandes y lo único que somos capaces de hacer es creer que es el fin del mundo, evidentemente esto se convierte en una alerta que nos incita a reconsiderar nuestros pensamientos predominantes.

Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que no podemos leer la mente de las personas que nos rodean. Con esto me refiero a que jamás deberíamos pretender entender cada pequeña acción que el otro lleva a cabo ni tampoco deberíamos sacar conclusiones precipitadas y erróneas. Por ejemplo, si alguien no nos respondió un mensaje de texto no necesariamente implica que no seamos personas importantes, si alguien está de mal humor, no significa que ya no nos quiera o que seamos los causantes de ese estado. Un error de interpretación de la realidad en extremo común, es que usualmente tendemos a creer que somos los responsables de las reacciones emocionales de los demás y si bien es cierto que esto sí puede ocurrir, la mayor parte de las veces los demás están concentrados en sus propios problemas de los cuales nada tenemos que ver. Así que cuando algún individuo, sea alguien muy querido para nosotros o un mero conocido, actúa de una manera que no nos satisface, no asumamos de inmediato que fuimos los que provocamos esa situación, porque generalmente estaremos equivocados.

Muchas personas poseen una mentalidad fatalista y consideran que todo se está desmoronando cuando en realidad no es así. Los más mínimos detalles se convierten en pruebas fehacientes de que todo es un completo desastre y así se convencen de que nunca encontraran una persona que las ame, que jamás aparecerá ese trabajo que desean o que pronto perderán el trabajo que consiguieron porque se sienten incompetentes, que es espantoso envejecer porque seguramente estarán enfermos, etc, etc. ¿Por qué siempre esperar lo peor de todo? Esta actitud pesimista conduce a dos cosas, primero a una angustia poderosa y segundo, podemos sin quererlo concretar ese temor tan terrible mediante la profecía autocumplida. Cuando nuestra mente se encapricha con un resultado, inconcientemente hará todo lo posible para que se haga realidad y es así que si tememos a que alguien nos abandone nos pondremos tan insoportables que esto ocurrirá en verdad o tememos tanto equivocarnos que en vez de concentrarnos en el trabajo nuestra mente se dispersa y evidentemente si nos equivocaremos. Nuestros actos reflejan nuestros pensamientos y si éstos son netamente dramáticos estamos invocando aquello que decimos repudiar. Nos damos por vencidos en nuestro corazón antes de poner nuestras energías en lo que realmente deseamos.

Darle demasiada importancia a los hechos triviales de la vida es una gigantesca pérdida de tiempo. Si nos ensuciamos la ropa limpia por accidente es mucho más util cambiarnos lo antes posible en vez de perder diez minutos insultando al cielo, si nos caemos es mejor levantarse lo antes posible en vez de considerarnos unos torpes, si llegamos tarde lo mejor es llegar con una sonrisa dulce que con rostro de culpable. Tantos detalles increíblemente irrelevantes pueden arruinarnos todo un día si nos cambiamos de actitud de inmediato. Es conocida esa frase que dice «desearía no haberme levantado de la cama hoy» Pues bien, sólo porque un par de eventos no coincidieron con nuestro deseo no quiere decir que es un día perdido, el asunto es que cuando ocurre el primer accidente ya nos ponemos a la defensiva y todos los sucesos venideros entraran en los cánones del dramatismo. Toma las cosas como son, algo es tan molesto como tú lo permites que sea, pasa por alto la primer cosa mala que te ocurra en la mañana y verás como el resto del día se desenvuelve con naturalidad. Basta conque vayas caminando con una actitud malhumorada para que tu rutina se convierta en un infierno.

Tantas situaciones, discusiones, problemáticas, pueden ser solucionadas si tan sólo intentamos verlas desde una perspectiva objetiva, racional y empática. Si quieres  ser más feliz este es uno de los secretos más importantes: ¡el drama no sirve absolutamente para nada! Toma el control de tu vida cuestionando aquellas cosas que te hacen sentir triste, de seguro comprenderás que muchísimas situaciones son mucho más inocentes de lo que crees. Date una oportunidad y brindales a los demás una oportunidad también. Dile adiós al drama y aprende a sonreír más. La felicidad yace en los detalles, un cambio de perspectiva puede ser el comienzo de un cambio de vida.

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La importancia de ser egoísta

La importancia de ser egoístaMuchos de ustedes cuando escuchan la palabra egoísta sienten un escalofrío recorriéndoles el cuerpo, su sistema de creencias pone un grito en el cielo y la moral rígidamente impuesta cobra una relevancia exagerada.

¿Pero alguna vez se han puesto a pensar en lo que realmente significa ser egoísta? Pensar en uno mismo, anteponer nuestros deseos al de los otros. Y esto…¿es en verdad tan malo?

La mayoría de las personas viven sus vidas enteramente bajo el capricho de los demás, motivados por la culpa, por la búsqueda de amor y aceptación incondicional de un montón de personas que quizás ni siquiera sepan darnos lo que estamos buscando. ¿Se han puesto a pensar en lo agotador que es intentar complacer a todo el mundo todo el tiempo cuando todos desean cosas diferentes? Simplemente esto es un imposible.

No importa cuánto nos esforcemos, que tan maravillosos, inteligentes, seductores, cariñosos, fieles, talentosos, siempre habrá alguien que no apreciará nuestra manera de ser, que se sentirá amenazado, a disgusto, o simplemente encontrará el más mínimo detalle para despreciarnos.

¿Comprenden la importancia de no tener que prestar atención a todo lo que piensan, dicen y hacen los otros? Cuando realmente aprendemos a dejar de escuchar a los demás con sus comentarios negativos, cuando aprendemos a amarnos tanto que somos capaces de ver nuestra propia luz, es cuando somos libres. Estar pendientes de los otros lo único que va a hacer es que seamos personas frustradas.

Ahora, no estoy diciendo que seamos sujetos frívolos y crueles, simplemente quiero invitarte a pensar en ti primero, porque la única manera de realmente ayudar a alguien es cuando nosotros estamos fuertes. Y creo que los demás también se merecen ver lo mejor de nosotros, si somos felices, inevitablemente contagiaremos esa energía a los otros, o estaremos tan complacidos con nuestra vida que aprenderemos a ver las cosas de otra manera y esa sabiduría fácilmente podrá ser trasmitida a los demás.

Si somos personas tristes eso también los trasmiteremos a los que tanto queremos complacer, si cambiamos nuestra personalidad y relegamos nuestros anhelos, al otro le estamos mostrando una máscara, una mísera parte de nuestro ser y ni siquiera les damos la oportunidad de que vean quién realmente somos.

No busques complacer a nadie más que a ti mismo, es la única manera de ganar y siendo tu mismo descubrirás que quienes realmente te quieren estarán ahi para ti, sin importar tu mal humor, o todos aquellos horrores de personalidad que crees padecer.

Ser egoísta es aprender a decidir qué es lo que queremos de la vida, es proclamar nuestro deseo de ser feliz, es hacer lo que realmente queremos sin tener que fingir que no deseamos eso, es ser libres, es ser honesto con uno mismo, es la oportunidad de ser fuerte, de convertirnos en personas seguras, es ser tan poderoso que hasta nos queda energía para brindarsela a los demás.

No caigas ena la trampa de que tienes que solucionar la vida de los otros antes que la tuya, porque eso es simplemente una excusa que nos ponemos para evadirnos de nuestros propios problemas. Primero debemos «arreglarnos» a  nosotros antes de intentar solucionar las cosas a los demás.

Con respeto podemos pensar primero en nosotros. Desafía esta creencia limitante que es tan sólo un engaño para que no seas quien realmente quieres ser. Te invito a mirarlo desde otra perspectiva y aprenderás que es mucho más sencillo ser uno mismo que estar actuando todo el tiempo.

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Optimismo y su efecto en la salud

Cuando nos movemos en los brazos  del optimismo es cuando más estamos preparados para aceptar y entender que ciertas conductas en las que nos involucramos no son las mejores para nuestra salud.Optimismo y su efecto en la salud

Beber demasiado café, mantener relaciones sexuales sin protección, ingerir comida chatarra en exceso, ser tan sedentarios que subir un par de pisos por escalera nos deja sin aliento, y todas aquellas cosas que sabemos que no son las mejores opciones en cuanto a nuestra menospreciada salud se refiere, son las que nos cuesta dejar porque a pesar de saber todo lo que se dice sobre ellas muchas veces carecemos de optimismo en nuestra forma de ser para realmente aceptarlas a un nivel conciente.

Los pesimistas son quienes más niegan las realidades nocivas de determinadas conductas, mientras que las personas positivas tienen una tendencia a comprenderlas mejor e intentar dejar atrás sus malos hábitos.

Contamos con nuestras fortalezas en determinadas áreas para poder compensar aquellas en las que podríamos mostrar cierta debilidad. Cuando somos optimistas, aprendemos a manejar la información negativa de una manera más calmada y madura, lo que nos conduce a reevaluar nuestra vida y hacer los cambios correspondientes.

Si estamos atravesando por algún tipo de enfermedad, es muy importante contar con un grupo social que nos ayude a sostenernos durante este momento. Determinadas enfermedades como el cáncer o el SIDA puede hacer a nuestros familiares y amigos alejarse de nosotros, no porque no nos amen, sino que simplemente en ellos puede despertarse el miedo a perdernos o pueden verse enfrentados, sin quererlo, a cuestionar su propia mortalidad. Así que lo importante, es que busques el apoyo de aquellos quienes son lo suficientemente fuertes para entenderte, más que nunca debes volcar tu energía en ti y mantén en tu vida a aquellos quienes realmente puedan resultarte de ayuda. Las relaciones sociales se convierten en una red capaz de contenernos, así que no busques alejarte de quienes amas, siempre habrá gente que sabrá brindarte esa mano que necesitas.

Una mentalidad optimista nos brinda la fuerza necesaria para tolerar la adversidad de cualquier tipo de enfermedad, es lo que nos hace aprender de la experiencia por más dolorosa que sea y nos hace ver la vida de un modo diferente, más humano, con más calidez, hasta en ciertos casos con más alegría, ya que se aprovecha cada instante a pleno y cada momento es propicio para sonreír. La fuerza del optimismo ha probado enlentecer el proceso de la enfermedad o incluso curar la misma.

Actualmente se están trabajando en estudios para comprobar lo que ya se adivina, de que las creencias positivas tienen efectos relevantes sobre el sistema endocrino, las enfermedades cardiovasculares y nuestro sistema inmunológico.

Teniendo estas investigaciones en cuenta adquirir una mentalidad optimista se presenta como una posibilidad seductora, así que ya saben, comiencen a quererse hoy un poquito más. Es hora desafiar sus propios límites, ¿qué tan optimistas pueden llegar a ser?

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Reescribe tu pasado

Valora tu vida una vez al año.
Si descubres que no das el peso exacto
cambia de vida.
Seguramente descubriras que
la solución está en tus manos

R. Davies

El pasado tiene el poder de convertirse en un peso casi insostenible sobre nuestro espíritu, puede incluso marcar trágicamente nuestro presente y futuro…si se lo permitimos.

Nuestro pasado por más terrible que haya sido, no es más que eso, pasado. Es algo que no volverá, que ya sucedió y que quizás todo el dolor que nos causó ya haya perdido fuerza, pero de todas maneras caprichosamente nos aferramos a él, quizás por costumbre, quizás porque no sabemos cómo comportarnos de otra manera, quizás porque no sabemos quiénes somos si no contamos con ese dolor que nos acompaña como una sombra.

Deberíamos concentrarnos en los buenos recuerdos, sentirnos agradecidos por las lindas experiencias que hemos vivido. La gratitud ayuda a aumentar la cantidad de buenos recuerdos sobre el pasado. Podríamos intentar cambiar el foco, en lugar de iluminar y repetir en nuestra cabeza mil veces las cosas terribles que hemos experimentado, centremonos en todas aquellas cosas buenas que sí fuimos capaces de disfrutar.

Volver enfermizamente sobre el recuerdo de una mala situación, lejos de obtener algo positivo de esto, nos conducirá a sentirnos más amargados todavía. Ese pensamiento repetitivo tiene ser detenido de una vez por todas, es la única manera de que perdera su efecto nocivo en nuestro estado de ánimo.

No podemos olvidar lo que nos sucedió y probablemente existan muchas situaciones o personas que nos hicieron daño, personas que es difícil perdonar. Sin embargo, el perdón ocupa un papel clave para poder dejar ir los fantasmas. Debemos perdonar para libernarnos nosotros, para alejarnos de ese sentimiento que nos carcome por dentro y tiñe todos nuestros actos de amargura.

Nuestro pasado no tiene por qué determinar nuestro futuro, quitemosle toda la importancia que le hemos dado. La gratitud y el perdón son nuestras mejores herramientas para poder ver las situaciones adversas desde una perspectiva más madura que nos permita estar en control aquí y ahora. Concentrate en el presente y en todo lo que puedes hacer ahora y mira con ansias el futuro y todo lo bonito que tiene preparado para ti, si estás dispuesto a recibirlo y apreciarlo.

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Actividades, otro tip de felicidad

Vivimos en una sociedad que nos empuja al consumismo, a ser competitivos, a compararse constantemente con los logros de los demás, a tener un hogar y un trabajo perfectos. Estos elementos podrían englobarse en la categoría de valores extrínsecos. La presión por alcanzar estos valores, lejos de brindarnos paz y armonía, comienzan a ser tortuosos elementos que nos conducen a la ansiedad y depresión. Al contrario de lo que popularmente se cree, lograr estas cosas no aseguran la verdadera felicidad, la que radica en los lugares más sencillos. Es válido tener ambición y desear mejorar el status social o las comodidades que nos rodean, simplemente no hay que confundirse y creer que si no logramos estas cosas somos unos fracasados, o que cada vez necesitamos más y más para ser completos. La felicidad no se encuentra en el exterior ni en lo que los objetos puedan brindar, la felicidad yace en nuestros valores intrínsecos, en tener una vida con propósito, en realizar las actividades que realmente nos agradan y en donde perdemos la noción del tiempo, en saber saborear las bendiciones que ya tenemos. Cuando nos concentramos en crecer como personas, inevitablemente nuestro exterior se convierte en un lugar más rico y haciendo lo que realmente nos agrada e identifica, es como podremos alcanzar naturalmente las cosas que necesitamos.

La vida está repleta de situaciones naturales que pueden hacernos ser felices, como encontrar a nuestra alma gemela, mudarnos a donde siempre hemos soñado, recibir un aumento de sueldo. Estas circunstancias si bien son enriquecedoras, muchas veces comienzan a perder fuerza con el paso del tiempo, vamos habituandonos a ellas y no sentimos la misma emoción que sentimos la primera vez que vivimos la experiencia. Incluso el ganar la lotería te hará feliz unos meses, pero luego de que la alegría de ganar ya se extinguió, volverás a experimentar el mismo nivel de felicidad de antaño. Es por estas razones que los invito a realizar actividades que incrementen su felicidad actual.

Las actividades, gracias a su naturaleza intencional, implican esfuerzo y sus efectos son más permanentes a lo largo del tiempo. No son algo que se generan casualmente, son actos que implican conciencia y acción. Lo que debemos tener en cuenta al momento de escoger una actividad es que ésta tiene que ser la adecuada para nosotros, no todos tenemos los mismos intereses y nuestras motivaciones pueden variar también con nuestra edad, así que el primer paso es identificar qué es lo que más se adecúa a nuestros gustos.

Al comenzar una actividad ésta requerirá de esfuerzo de nuestra parte, no solamente el primer esfuerzo para dar comienzo a la misma, sino para que una vez escogida no abandonarla al poco tiempo. Muchas actividades se relizan mejor y tienen más posibilidades de mantenerse si las realizamos en la compañía de alguien más. Debemos tener cuidado a la habituación, esto quiere decir al acostumbramiento que conduce a la falta de interés,  desmotivación y falta de placer, para evitar esto simplemente debemos pensar en maneras distintas de implementar nuestra actividad. Si has escogido dar paseos por el parque no sigas siempre la misma ruta, si quieres ir al gimnasio siempre practica rutinas distintas o prueba clases donde no hayas participado.

El tiempo es otro factor a tomar en cuenta, estas actividades no pueden hacerse demasiado seguido ya que conducen al aburrimiento, debes encontrar el balance para realizarlas en ciertos días y horarios que no excedan la cantidad de tiempo donde ya podría convertirse en un acto tedioso.

Hoy mismo puedes comenzar a planificar las actividades que te gustaría realizar, la felicidad es algo posible de alcanzar y a veces obtenerla es más fácil de lo que creemos.

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Tus emociones positivas al máximo

La felicidad en el aquí y ahora está constituida por dos estados distintos,  los placeres y las gratificaciones. Los primeros tienen un componente emocional y sensorial e implican escaso pensamiento o ausencia del mismo. Las gratificaciones por su parte, hacen que estemos inmersos en ellas y que en cierta manera perdamos la conciencia propia. Aquí están presentes los pensamientos, las interpretaciones, están relacionadas con la puesta en práctica de nuestras virtudes y fortalezas.

No es fácil basar nuestra vida sólo en placeres ya que los mismos son efímeros y además nos acostumbramos a ellos, lo que hace que pierdan su efecto demasiado rápido.

Para poder sacar provecho a estos placeres debemos introducirlos en nuestra vida tanto como nos sea posible, la clave radica en que transcurra más tiempo entre estas experiencias. Si usualmente adoras el helado y lo consumes cada tres o cuatro días, comienza a hacerlo cada seis o siete.  La sorpresa y el espaciamiento logran que no nos acostumbremos a esos placeres y que no pierdan su fuerza.

Debemos aprender a saborear cada momento placentero, hacernos concientes de su presencia y prestarle atención.  Existen cinco técnicas que nos conducen a llevar a cabo esta meta:

  • Compartir experiencias placenteras con otras personas
  • Guardar la experiencia en la memoria, mediante fotografías o escogiendo algún recuerdo fisico del lugar o del evento, ya sea una piedra, una flor.
  • Autoelogio, hablar con los demás de lo vivido y decirles lo importante que era para ti llevar a cabo esto en tu vida.
  • Agudizar la percepción, concentrarse especialmente en ciertos detalles.
  • Ensimismamiento, permanecer absorto sin pensar en nada, solamente nos concentramos en lo que estamos sintiendo.

Presta especial atención a todo lo que te rodea, usualmente vamos perdidos en nuestra rutina como si estuvieramos en una especie de piloto autómatico. No  nos detenemos a ver las formas extrañas de las nubes en el cielo, o el juego de un par de cachorros en el parque, ni siquiera la sonrisa de quienes conversan alegremente. Hay que desacelerar nuestro estado mental, siempre estamos pensando en lo que tenemos que hacer mañana, o dentro de diez minutos. Nos resulta difícil silenciar nuestros pensamientos y sólo disfrutar lo que está pasando ahora, en este preciso minuto, segundo.

En cuanto a las gratificaciones podemos decir que están relacionadas con la buena vida, se caracterizan por hacer nacer en nosotros un estado de ensimismamiento, nuestra conciencia es como si se apagara y hay una total ausencia de emociones.  Las gratificaciones pueden incluso no brindarnos disfrute en ese mismo momento, pero cuando las recordamos nos encantaría volver a repetirlas.

Entre las gratificaciones encontramos actos de caridad, escribir un libro, prepararnos para un examen extremadamente importante, bailar, etc. Las tareas incluirán un reto para nosotros y requerirán de nuestra habilidad, estamos concentrados y apuntamos a ciertos objetivos, nos implicamos de manera profunda, el tiempo se detiene. Estamos en un estado de fluidez. No hay emociones positivas en el momento, ya que más que nada es nuestro pensamiento el que nos está dominando.

Cuando nos dejamos llevar por el mundo de las gratificaciones, estamos invirtiendo en nuestro «capital psicológico», en nuestro crecimiento, en nuestro futuro.

Las gratificaciones en definitiva enriquecen mucho más nuestra vida que los placeres. Tendemos a la felicidad instántanea, pero la verdadera felicidad radica también en nuestro esfuerzo. Las recetas rápidas traen consigo depresión y desilusión. Debemos ejercitar nuestras virtudes, detectar nuestras fortalezas y ulizarlas en pos de nuestro bienestar.

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Emociones positivas y sus ventajas

Aunque no lo crean, las emociones positivas juegan un papel muy importante en nuestra evolución ya que incrementan, a la vez que hacen más perdurables, nuestros recursos sociales, intelectuales y físicos.  Gracias a estas emociones nuestra actividad mental es abierta, creativa y estamos dispuestos a darle una oportunidad a las nuevas ideas y experiencias. Las personas con actitud positiva se muestran más generosas y su manera de pensar se concentra en resaltar lo que está bien, lo bueno que ha sucedido.

La felicidad trae consecuencias agradables en todos los ámbitos de nuestra vida. Estudios han demostrado que las personas que son felices con su trabajo son las más productivas y además quienes suelen percibir ingresos más elevados.

Al tener un estado de ánimo positivo, estamos armándonos de un escudo protector ante las situaciones adversas de la vida. Las personas felices soportan mejor el dolor que los demás y son más precavidas en cuanto a su salud y su seguridad. Cuentan también con una vida social intensa y son más altruistas que las personas infelices, esto sucede porque cuando estamos tristes nos tornamos introvertidos, desconfiados y estamos demasiado ocupados en nuestro propio dolor como para pensar en el bienestar de los demás.

Al sentir emociones positivas no solamente estamos disfrutando nosotros, sino que vamos creando una predispoción a hacer sentir al resto de las personas a nuestro alrededor más  cómoda en nuestra compañía. Estaremos dispuestos a disfrutar del amor, la salud, la amistad, el cariño. Ganamos nosotros e indudablemente ganan los demás. Una madre contenta hará que su hijo crezca seguro y feliz. Un marido conforme con su vida hará sentir a su esposa especial y amada.

Las emociones positivas pueden incrementarse en nuestra vida, ¿cómo lograrlo? Eso lo leeremos en el próximo artículo.

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Un tip de felicidad

Martin Seligman y sus colaboradores llevaron a cabo un experimento, todo comenzó cuando en medio de una de sus clases en la universidad se suscitó un apasionado debate acerca de qué era lo que producía más felicidad, si enfrascarse en actividades netamente placenteras o realizar un acto de caridad, ayudar a alguien de alguna manera.

Los estudiantes se sorprendieron al descubrir que en realidad las actividades que más le causaron alegría fueron aquellas que exigieron un uso de sus fortalezas personales en pos del beneficio de otra persona.

La diferencia entre estos actos radica en que realizar un acto de bondad es una gratificación y no un placer. Es un acto que nos conduce a explotar nuestras fortalezas, es un compromiso total con el otro. Todos poseemos fortalezas características que utilizadas a diario van condimentando nuestra rutina con alegría.

Una joven estudiante comentaba que había ayudado a su sobrino a relizar su tarea de aritmética y luego de haber realizado aquel acto, por el resto del día estuvo sonriendo, se sintió más perceptiva hacia los demás y la gente se sintió cómoda con ella.

Para ayudar no se necesitan actos heróicos, ni donaciones estrafalarias, el secreto radica en las cosas más sencillas. Una sola palabra incluso puede lograr la diferencia. Hacerle sentir a los demás que valoramos sus logros, que no están solos, una sonrisa, un cálido saludo, el respeto, un sinfín de oportunidades se nos presentan a lo largo del día para hacer la diferencia.

Hasta podríamos pensar que el acto de la bondad es un tanto egoísta en el sentido de que nosotros también nos vemos beneficiados, pero hay que tener en cuenta que un poco de egoísmo nunca está de sobra, en especial cuando también hacemos sentir especial a alguien.

La verdadera felicidad radica en vivir una vida con sentido, sirviendo a algo, teniendo un propósito. Podemos comenzar hoy mismo a trazar el camino hacia una vida más alegre y completa, sólo necesitamos una palabra, un gesto, y estaremos dirigiéndonos hacia nuestra meta más preciada.

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Mejorando la asertividad

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Una persona asertiva es alguien que al comunicarse, sabe mantener un buen balance entre respetar las opiniones ajenas sin dejar de decir lo que piensa. Su sentimiento de valía no depende del trato que recibe, ni acostumbra demostrar una actitud agresiva culpando a los demás de sus propios errores.

Los problemas de asertividad, suelen estar relacionados con baja autoestima, en este caso es usual que la persona experimente demasiado temor a herir o enemistarse con los demás, todo lo cual por supuesto, está ligado a una pauta de comportamiento acorde e interiorizada.

Alguien poco asertivo, es más propenso a la ansiedad, a la frustración y al estrés, ya que siente serias dificultades para lograr sus metas, de ahí que muchas veces intente complacer a todos. De esta manera, es usual que se le presenten contradicciones entre lo que hace y lo que quiere conseguir.

¿Cómo cambiar la situación?

Será necesario analizar las creencias acerca de nosotros mismos, observando qué tanto y cómo nos están resultando perjudiciales. Se apuntará entonces, a trabajar el autoconcepto y los esquemas mentales haciéndolos más realistas. Durante la terapia sin duda, puede trabajarse con éxito la percepción distorsionada de las cosas.

Algo que no debe olvidarse es que como seres humanos tenemos derechos, como el de ser respetados, expresar nuestras ideas, que nos digan la verdad, a no ser perfectos, a decidir por nosotros mismos, entre otros. Puede parecer obvio, pero sin una verdadera conciencia de ellos no podemos hacerlos valer en la práctica. A modo de ejemplo, el comportamiento es plausible de ser analizado objetivamente e incluso modificado, por tanto, podemos admitir críticas hacia nuestros hábitos o conductas, pero no hacia nosotros como personas.

Algunas técnicas que pueden emplearse en una terapia tanto convencional como online son,  el entrenamiento en mensajes asertivos, así como en manejar críticas, entre otros.   Un sujeto que se quiere y se respeta a sí mismo, está en condiciones de querer sanamente a los demás.