Disputando pensamientos negativos

Disputando pensamientos negativos

El problema con las cosas que nos decimos a nosotros mismos es que las consideramos verdades absolutas. Es hora de que aprendamos a disputar esos pensamientos que tomamos como ciertos por el simple hecho de que decidimos creer que así es. Nuestras creencias no son más que hipótesis que tienen que ser puestas a prueba.

Primero tendríamos que aprender a evitar a exagerar la magnitud de nuestras creencias e interpretaciones acerca de las cosas que nos suceden. Disputar efectivamente involucra tener argumentos sólidos, no basta con decirse lindas frases, tenemos que buscar las evidencias positivas que nos demuestren que no todo es tan terrible como pensamos.

Cuando la catarata de pensamientos negativos aparece, el primer paso que tenemos que tomar es el de calmarnos y darnos un tiempo prudencial para pensar. Hay que distanciarse de esos pensamientos para poder sopesarlos objetivamente. Muchas veces puede haber algo de cierto en ellos, pero eso no quiere decir que sea tan cierto como creamos. Por ejemplo, podemos no tener pareja en el momento actual y por eso creer que siempre nos equivocamos en la elección amorosa, pero supongamos que sí te equivocaste un par de veces, eso no quiere decir que te volverá a suceder en el futuro ni que te quedaras solo para siempre. La verdad de nuestra vida debe ser puesta a prueba, porque muchas de nuestras verdades no son más que un constructo de pensamientos catastróficos que en realidad no reflejan toda la certeza de nuestros actos.

Cuando pienses en las evidencias que respaldan tu teoría, debes tomarte el tiempo para buscar aquellas que estén en contra también, de esta manera te aseguras de disminuir tu tendencia a ver sólo una cara de la moneda. Otra táctica es generar alternativas, ¿de qué otra manera puedes considerar la situación? Recuerda pensar en contexto, las situaciones están repletas de detalles muchos de los cuales ni siquiera conocemos, sería arrogante de nuestra parte considerar que sabemos todo de una situación cuando en realidad no es así.

Si un evento malo nos ocurre tenemos que detener la avalancha de pensamientos que nos dicen que cosas terribles nacerán de esto, deja de preguntarte ante cada pelea con tu pareja ¿qué pasaría si mi esposa me deja?, ante un llamado de atención de tu jefe ¿qué pasaría si me despidieran? Y si esto sucediera, ¿qué tan terrible sería? Sé específico y brinda detalles a esta respuesta.  ¿Cómo harías para mejorar la situación? Ahora pregúntate, ¿qué es lo mejor que podría pasar en esta situación? Usualmente no ocurrirá ni la peor ni la mejor, será algo intermedio.

El estar preparado para las situaciones brindará un poco de calma, en lugar de asustarte, piensa en un plan de ataque. ¿Cómo puedes trabajar en ti? ¿Qué puedes hacer ante ese evento en particular? ¿Cómo puede suavizar una pelea? Tomar acción, sentirte dueño de la situación te brindará más paz.

En esta serie de artículos han aprendido a identificar los pensamientos negativos, a buscar evidencias en contra de ellos, a no exagerar los resultados de determinadas situaciones, a buscar alternativas, a cambiar sus creencias. La vida es tan díficil como ustedes decidan verla, siempre habran contratiempos y dolor, pero eso no significa que serán eternos, lo malo también se termina y no pierdan la esperanza de salir adelante. Si ustedes no pueden llevar a cabo estos consejos por sí mismos, no duden en buscar ayuda, todas las herramientas que puedan utilizar a su favor serán bienvenidas.  Sigan trabajando en su camino hacia la felicidad porque es el más hermoso y el que sin duda vale más la pena.

 

 

¿Te Gustaría Que Trabajáramos Contigo Para Potenciar Tu Bienestar Emocional y Tu Optimismo?

 



Cambiando tu estilo explicatorio

Cambiando tu estilo explicatorioLa gran diferencia entre optimistas y pesimistas es su manera de explicar las situaciones que les suceden, esto se conoce como estilo explicatorio. El mismo involucra tres grandes áreas que son la permanencia, la personalización y la omnipresencia. El pesimista creerá que las adversidades no pueden ser derrotadas y que siempre estarán presentes afectando todos los aspectos de su vida. La persona cree que es ella misma la causante de todo sus contratiempos, sin tomar en consideración las circunstancias y las demás personas que la rodean, e incluso sí cree que no es su culpa continua creyendo que nada está en su poder para hacer el cambio.

Primero tenemos que tener en claro ciertos conceptos para poder detectar lo que nos ocurre y podes utilizar esto a nuestro favor. Las explicaciones que le damos a un evento pueden tener las siguientes características:

  • Permanentes: la causa es algo que persistirá y no podemos hacer nada para cambiarlo
  • Temporales: la causa es algo cambiante, transitoria
  • Omnipresentes: la causa puede afectar varias situaciones
  • Especificas: La causa solamente afectará algunas situaciones
  • Personales: Yo soy la causa
  • Impersonales: La causa está relacionada con otras circunstancias o personas

La personalización es un concepto muy importante que implica saber distinguir hasta qué punto en realidad somos responsables de lo que está ocurriendo. ¿Siempre dices que es tu culpa cuando algo ocurre? ¿Atribuyes tu culpa a la manera en la cual te comportas o a tu carácter? Si atribuyes la culpa a tu comportamiento es algo más manejable, ya que las conductas son cambiantes eso sería una visión más temporal. En nuestras interacciones no siempre somos culpables ni siempre somos inocentes, tenemos que intentar medir las situaciones de la manera más objetiva y exacta posible, si siempre te hechas la culpa no podrás disfrutar tranquilamente de tus relaciones con los demás.

Ahora pongamos un ejemplo para ver como esto se desarrolla en determinada situación. Supongamos que un chico está molesto porque su novia lo llamó la noche anterior diciéndole que necesitaba tomarse un tiempo de la relación, ante este hecho él piensa “Ahí vamos de nuevo, está de mal humor seguramente, en una semana estará mejor, siempre se le pasan estas locuras” Esta explicación estaría dentro de la categoría de temporal (el humor es cambiante) es omnipresente porque el estado de ánimo de su novia afecta varias situaciones y es impersonal, porque la de la loca idea es ella y no él.

Ante las diversas experiencias de nuestra vida, nuestras explicaciones y pensamientos estarán relacionados con algunos de los conceptos previamente enumerados. Ahora tu puedes hacer un ejercicio, escribe una situación cualquiera y piensa cuáles son las explicaciones que tiendes a brindarle a tus circunstancias. Los optimistas consideran que las causas buenas son las permanentes, omnipresentes y personales, ten esto en cuenta a la hora de comenzar a cambiar tus explicaciones. Si tienes dudas acerca de estos conceptos contactame a mi mail y estaré feliz de poder ayudarte.

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com

Detectando pensamientos automáticos

Detectando los pensamientos automáticos

Este es el primer artículo de una serie de artículos que paso a paso les darán las herramientas para poder combatir esos pensamientos que los limitan y los hacen ver la vida de una manera pesimista.

Para poder luchar con esos pensamientos negativos, automáticos, el primero paso radica en saber identificarlos. ¿Qué es lo que dice esa voz insistente? ¿Con qué te atemoriza? ¿Con que te presiona? ¿Te dice que nunca lograras lo que deseas? ¿Que eres un bueno para nada? ¿Que las cosas buenas le pasan a los demás pero jamás a ti? ¿Que no eres suficiente?

Nuestro monólogo interno puede llegar a ser el más despiadado de los verdugos, por eso debemos escucharnos intensamente para detectar qué es lo que nos decimos que nos termina haciendo actuar como actuamos. Estos pensamientos suelen ser fugaces, a veces casi imperceptibles, pero son tan poderosos que pueden hacerte sentir triste, ansioso o furioso.

Si nos prestamos la suficiente atención, comenzamos a percatarnos de estos pensamientos. Una vez que podemos hacer esto, es hora de poner en tela de juicio el contenido de esos pensamientos, su veracidad. Solemos enojarnos mucho con los demás cuando nos dicen algo que no nos gusta, podemos llegar a discutir y defendernos, pero ante nuestra voz interior nos quedamos paralizados y a pesar de que ella esté equivocada, ciegamente le damos la razón. Quienes más tienen tendencia a creer firmemente en su monólogo interno son aquellas personas quienes padecen depresión.

Para contrarrestar esto, tenemos que jugar a ser detectives, comenzar a ver las evidencias positivas y no las negativas. Por ejemplo, si crees que eres malo en el amor, busca aquellas evidencias donde pudiste haber sido bueno o al menos intenta contextualizar las cosas. Nada puede ser pensado fuera de su contexto, porque todos actuamos de determinada manera de acuerdo a una mezcla de circunstancias, pensamientos que tienen sentido en ese momento. Si tu relación terminó no necesariamente implica que tu fallaste, sino porque en esa situación determinada hubieron carencias que evitaron que la relación floreciera, pero eso no indica que tu seas un fracasado o que jamás encontraras a tu media naranja, simplemente el resultado no fue el que esperabas.

Las cosas que nos decimos a nosotros mismos no necesariamente son verdaderas a pesar que así lo creamos. Comienza a ver esos pensamientos como hipótesis que deben ser comprobadas, trata de verlos de la manera más objetiva posible. En algunos casos no encontrarás evidencia en la realidad, en otros deformaras la realidad para que tengas razón, también puede suceder que en cierto grado tengas razón, por eso es importante lo que había mencionado de contextualizar.

Debes tener en consideración, que lo mejor que puedes hacer por ti es buscar otro tipo de explicaciones a las cosas malas que te han sucedido o suceden, debes desafiar esos pensamientos automáticos.

Vamos a poner un ejemplo. Martha suele enojarse mucho con sus hijos por la mañana, por eso considera que es una mala madre. Para cambiar este pensamiento, comenzó a ver evidencias de que en realidad por la tarde estaba de muy buen humor, era cariñosa y los ayudaba con las tareas de la escuela. Entonces comenzó a decirse a si misma “No suelo estar de buen humor en las mañanas, debería aprender a controlar mi mal humor matutino, pero esto no quiere decir que sea una mala madre, simplemente que las mañanas no son mi mejor momento del día.” Al hablarse de esta manera, comienza a quitarse la carga negativa de asumir que es una mala madre por el hecho de que está malhumorada, evidencia poco suficiente para creerse algo tan importante como eso.

Así que recuerda, primero intenta detectar toda esa cascada de pensamientos que te inundan y después intenta comprobar que no son tan ciertos como crees. Si te cuesta verlo, no te olvides de contextualizar, así como puedes perdonar a los demás puedes perdonarte a ti mismo, no te olvides de los detalles, las personas y las circunstancias que confabularon para tener ese resultado.

Nuestro pesimismo es aprendido, usualmente de nuestros padres, profesores, de aquellas figuras de autoridad y cariño que nos rodean. Por supuesto que nadie nos enseña a ser pesimistas a propósito, simplemente transmitieron lo que conocían. Y lamentablemente, lo que muchas personas conocen naturalmente es el pesimismo.

Cambiar nuestra manera de pensar y ver el mundo no tiene nada de mágico, requiere de esfuerzo de nuestra parte, de determinación y elección. Es aprender las estrategias y utilizarlas todo el tiempo, convertirlas en parte de nuestra vida hasta que lo automático sea pensar de una manera optimista no pesimista. Estén atentos a los siguientes artículos, recién estamos comenzando.

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com



La salud puede ser un chiste

Me gustaría compartir con ustedes esta excelente nota escrita por Gabriela Vaz, publicada La salud puede ser un chisteen el Diario El País el 8 de mayo del 2011.

Primer acto: Juan Díaz cae del noveno piso. Segundo acto: Pedro Díaz cae del noveno piso. Tercer acto: Roberto Díaz cae del noveno piso. ¿Cómo se llama la obra? «Los Díaz pasan volando»/ ¿Cuál es el colmo de un sordo? Que al morir le dediquen un minuto de silencio/ Había una vez un hombre tan pero tan gordo, que cuando se caía de la cama, se caía de los dos lados/ ¿Qué es un circuito? Un lugar donde hay elefantuitos, caballuitos, payasuitos…

Si al menos uno de estos chistes le sacó una risa, atienda a lo que acaba de suceder: áreas de su corteza cerebral responsables de la memoria, zonas del hemisferio posterior izquierdo que ayudan a reconocer intenciones y regiones cercanas al área de Broca que dan sentido al lenguaje, todas, se han activado. En palabras de una investigadora alemana llamada Barbara Wild, psiquiatra y directora del Grupo de Investigación sobre el Humor de la Universidad de Tübingen, al entender un chiste «se produce una especie de fuego de artificio cerebral, como cuando tenemos buen sexo o nos enteramos de que ganamos la lotería». Es decir que el efecto biológico es inmediato. Y positivo.

Ahora bien, ¿qué pensaría usted si su médico le recomendara que incluya, en el tratamiento de una patología incurable, películas de los hermanos Marx? No es otro chiste. A Norman Cousins le funcionó. En el libro Anatomía de una enfermedad (1979), este periodista y escritor estadounidense asegura que logró hacer retroceder un mal de los tejidos conjuntivos que suele ser irreversible mediante terapias que mantuvieron a las risas y sonrisas como columna vertebral.

Aquel fue uno de los primeros tratados en exponer una verdad que cada vez es más irrebatible: el vínculo entre el humor y la salud, tanto física como mental, es indisoluble. En las últimas décadas, investigaciones científicas aportaron más datos. Por ejemplo: una buena carcajada fortalece el sistema inmunológico y reduce las hormonas que pueden causar tensiones. E, incluso, la gente alegre tiende a ser más longeva que la «gruñona».

El problema es que el buen humor no es siempre una cualidad natural. Si bien el hombre es el único animal que posee la capacidad de reírse, son pocos los especímenes que hacen usufructo diario de esta exclusiva idoneidad. Todos conocemos a esa persona con la sonrisa como tatuada, que mantiene la calma y el buen trato aún en las peores circunstancias, y que parece que se tomara la vida en chiste. Pero seguro que conocemos a muchos más del otro lado: pesimistas vitalicios, de los que hay que cuidarse de hablarles por las mañanas o que «se cruzan» más seguido de lo soportable. ¿De qué depende estar de uno u otro lado? ¿Existen tácticas para mantener el buen humor o reírse más seguido? Existen. Y ponerlas en práctica puede ser la diferencia entre un pasar corriente o una vida feliz.

positivos. Claro que tener buen humor no equivale a pasarse contando chistes. Más bien se trata de una actitud para con la vida. La psicología ha desarrollado una rama que va por ese camino y se hace llamar, justamente, «psicología positiva». La disciplina, que nació hace poco más de diez años, se centra en las fortalezas y virtudes de las personas y comunidades, explica la psicóloga Mariana Alvez, especialista en esta área y responsable del blog psicologiapositivauruguay. wordpress.com.

Si bien usualmente la psicología trabaja desde la enfermedad y se queda ligada a los aspectos negativos del sujeto, «en este caso se busca cambiar el foco: en lugar de reparar lo que está roto hay que construir cualidades positivas», aclara Alvez, quien relaciona el humor con «una manera de ver la vida más despreocupada, donde se puede apreciar el lado bueno de las adversidades, donde nosotros hacemos felices a los demás y nos divertimos mediante la risa».

Rasia Friedler, también psicóloga, dirige la fundación SaludArte, dedicada a la promoción de la salud a través del arte y el humor. Para ella, este último es un elemento fundamental para el desarrollo sano de un individuo. «Su importancia reside en la posibilidad de percibir situaciones estresantes de una forma benigna, no catastrófica. Permite un mayor bienestar y disfrute de la vida, aún en circunstancias adversas. El sentido del humor implica cierta capacidad para entender las emociones y manejarlas, es un aspecto de la inteligencia emocional. Además, nos reconcilia con nuestros defectos y los de los demás, nos permite ver el encanto de la combinación entre virtudes e imperfecciones que hacen única a cada persona y nos impulsa a aceptarla, o incluso a quererla. El afán de adaptación social a menudo nos lleva a palabras banales o lugares comunes, desprovistos de imaginación y creatividad. El humor contrarresta esta tendencia: implica una libertad de unir de múltiples maneras características y hechos contradictorios o circunstancias ambiguas de tal modo que revela el lado absurdo de la existencia. De esa forma, nos libera de tensiones creadas por las limitaciones personales y sociales».

remedio. Un estudio de la Universidad de Noruega, realizado sobre 53.500 voluntarios durante siete años, analizó la relación entre el humor y la longevidad y brindó conclusiones contundentes: entre menores de 75 años, los alegres tienen una mortalidad un 20% menor en comparación con los gruñones. Aunque «no es suficiente con reír mucho -aclara Sven Svebak, autor del estudio. El humor abarca formas de pensar y frecuentemente se da en el diálogo con otras personas, pero no necesita ser externalizado».

Por aquí, ni Alvez ni Friedler dudan un momento al confirmar la estrecha relación entre salud y buen humor. «Una carcajada puede ejercitar nuestro diafragma y relajar luego nuestros músculos. El buen humor nos aleja de la ira, la culpa y demás emociones negativas, nos ayuda a ver las cosas desde una mirada más relajada y a afrontar las dificultades de la vida más como un juego de aprendizaje que como una amenaza paralizante. La risa es tan poderosa que incluso si la fingimos podemos obtener los beneficios mencionados», dice la experta en psicología positiva. En tanto Friedler aporta: «Las personas con buen sentido del humor tienden a lograr un mejor sostén afectivo del medio social. La risa provoca efectos catárticos y procesos de relajación general de los músculos del cuerpo. También regula el ritmo cardíaco, baja la presión arterial y mejora la inmunidad. Es un factor protector de la salud. La capacidad de reírse de uno mismo es de por sí un buen indicador de salud mental. La capacidad de ver el lado positivo de situaciones adversas o conflictivas también se asocia con un mayor grado de apertura hacia los demás».

Táctica y estrategia. La gran pregunta que muchos ceños fruncidos se estarán haciendo ahora es: ¿se puede aprender a ser más risueño? ¿Existen tácticas para controlar el humor? Las especialistas en el tema afirman que sí. Según la experta en psicología positiva Mariana Alvez, «usualmente lo que sucede es que ante los problemas reaccionamos de manera exagerada, dramatizando demasiado y creyendo que es el fin del mundo que nos hayamos derramado café en la camisa. En otras oportunidades sí debemos enfrentarnos a contratiempos importantes, que más que adversidades deberíamos considerar posibilidades, oportunidades de crecer y madurar como seres humanos. No tenemos el control sobre todas las circunstancias, pero sí tenemos el de decidir cómo queremos reaccionar y afrontar esos momentos».

Para mejorar nuestro mal humor tenemos que colocar las cosas en perspectiva, continúa. «¿Es tan importante que hayamos llegado tarde al trabajo? ¿Las personas son desagradables con nosotros o somos nosotros quienes decidimos ver esa realidad? Hay que tratar de ser más objetivos y luchar contra ese impulso que muchos tienen de buscar las evidencias que comprueban de que todo es un desastre. Cuando las cosas no salen bien podemos sonreír a pesar de todo y podemos tener la certeza de que si no estamos en un buen día, ese día va a terminar pronto, nada dura eternamente, ni siquiera las malas rachas. Cuando estamos enojados tenemos que recordar cosas que nos hagan sentir mejor, como una buena conversación con un amigo o alguna situación divertida que nos haya pasado; recordando estamos evocando la emoción de ese momento que puede desplazar la sensación desagradable que se está sintiendo en ese instante. Hacer una lista mental de todas las cosas por las cuales deberíamos estar agradecidos y que de repente damos por sentado, como el simple hecho de poder caminar o escuchar, o ser agradecidos por nuestra familia y nuestros logros», recomienda.

Otros ejercicios posibles son teatro espontáneo, técnicas de clown y tácticas de improvisación; todas estrategias que se llevan adelante en SaludArte, cuenta Rasia Friedler. «Entrenarse en ellas permite cultivar destrezas sociales y estados de ánimo que provocan actitudes positivas en uno mismo y en los demás. Existen distintos tipos de humor, por ejemplo, el verbal y el no verbal, y hay técnicas específicas para cada uno de ellos. Es muy divertido jugar con las palabras, las paradojas, la parodia, la silepsis, etcétera».

Estilos. ¿Por qué algunas personas tienen buen humor naturalmente, una mayor predisposición a levantarse con una sonrisa o ver el vaso medio lleno, mientras que otras compraron el abono completo del pesimismo? Algo llamado «estilo explicatorio», que cada ser humano posee, es la clave de esta respuesta. «Es el cómo explicamos las circunstancias en las que nos vemos envueltos», describe Alvez. «Las personas optimistas y pesimistas tienen una manera distinta de describir los hechos buenos y malos de su vida. Los pesimistas, ante una situación negativa, consideran que la circunstancia tiene carácter permanente y que todas las demás situaciones serán iguales. Por ejemplo, si alguien a quien le gusta tocar el piano se equivoca, considerará ese error como algo terrible, concluirá que nunca podrá ser bueno en lo que quiere hacer y seguramente se equivocará en las demás obras que toque. Ahora, cuando las cosas buenas suceden, los pesimistas consideran que son hechos de mera casualidad, temporales y que seguramente no se volverán a repetir», indica.

Por el contrario, «cuando los optimistas se enfrentan a cualquier adversidad la consideran algo temporal, circunscrita a una situación en particular, no a algo que afecta toda su personalidad: un estudiante pierde su examen pero sabe que es algo puntual, que podrá repetirlo y que seguramente el próximo será mejor. No se castiga; decide seguir adelante».

En estos escenarios juegan varios factores. Alvez reconoce que hay personas que se crían en ambientes poco propicios para desarrollar un buen humor u optimismo y que, si bien también hay un componente genético, es algo que se puede aprender. Friedler, en tanto, señala que hay investigaciones que concluyen que el sentido del humor se correlaciona con el bienestar psicológico y la autoestima.

A veces, el estado de ánimo se generaliza. Alvez considera que los uruguayos son muy pesimistas en su mayoría, algo que es fácil de retroalimentar. «Si bien la realidad es complicada, muchas veces nosotros la complicamos más todavía. Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad: cuando todo el mundo te desalienta con que no estudies o que acá no hay trabajo, con que no persigas tus sueños, a veces se torna complicado apagar esas voces insistentes. Sin embargo, uno tiene que aprender a ser más fuerte y a seguir sus metas porque se puede y mucho. Hay muchísima gente talentosa que he tenido el honor de conocer y vale la pena ignorar los malos consejos de aquellos que se rindieron demasiado pronto».

¿Cómo se mantiene la sonrisa frente al público en un mal día?

Maximiliano de la Cruz

actor, humorista

«Hay veces que es difícil pero también es una forma de desenchufarte y olvidarte por momentos de las cosas malas o tristes que te estén pasando. Una vez que me subí al escenario, o se prende la luz de una cámara, como que me transformo y me olvido de todo y disfruto al máximo lo que hago».

Sara Perrone

conductora de televisión

«Cuando salís en vivo tu concentración está focalizada en el programa, eso ayuda a dejar los problemas de lado. (…) Algunas veces se nota que algo nos entristece o nos preocupa y es natural. `El show debe continuar` es una frase que no me gusta; creo que a veces el show tiene que parar».

Graciela Rodríguez

actriz, humorista

«No tengo técnicas. Adoro lo que hago, me fascina. Siento una satisfacción enorme cuando escucho la risa o directamente cuando tengo el público cerca y siento su energía. Me hace muy feliz. Entonces puedo tener problemas, sentirme mal, tener fiebre, pero se me pasa. No sé, es como mágico».

Fuente: http://www.elpais.com.uy/suplemento/ds/la-salud-puede-ser-un-chiste/sds_564702_110508.html

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Tres actitudes positivas

Tres actitudes positivasExisten tres monitos muy sabios que probablemente los conozcan. Lo que nos dicen estas tiernas criaturas es que no veamos la maldad, no escuchemos la maldad y sobre todo no hablemos sobre ella. Estas tres actitudes encierran un mensaje muy positivo que podemos comenzar a implementar de inmediato.

Bajo el nombre de Mizaru tenemos al sabio primate que no ve la maldad. Mientras tu mirada más se concentre en las cosas buenas que te rodean, en esas hermosas bendiciones que ya tienes y que muchas veces ignoras o le restas importancia, mejor te sentirás con lo que ya tienes ahora. Concentrarse en la falta solamente te hace sentir miserable y le quita importancia a lo que ya has logrado. No veas el error, no veas el desastre, ¿qué es lo bueno que tienes en tu vida aquí y ahora?

Kikazaru no escucha la maldad. ¿Se han percatado de que en loss noticieros priman las malas noticias? ¿Qué la gente siempre se queja? ¿Que las críticas fluyen más que los halagos o que nosotros decidimos darle más importancia a las críticas que a las cosas bellas que dicen de nosotros? Es hora de decir basta, hay un momento en que tenemos que tomar las riendas de nuestro destino y decidir qué escuchar y que no. La respuesta es muy sencilla, las cosas que te hacen bien debes mantenerlas en tu camino y alimentarlas, aquellas personas que te hacen daño o la situaciones que no te satisfacen por completo o te disminuyen, tienen que evaporarse. Escoge con cuidado las palabras que deseas escuchar.

Iwazaru no habla maldad. No solamente podemos caer en la tentación de hablar mal de los demás, de quejarnos, de ser incomprensivos, intolerantes, sino que usualmente solemos hablarnos a nosotros de una manera despiadada, como si tuvieramos que juzgarnos como los peores personajes de la historia. También podemos caer en quejarnos constantemente de nuestra situación mientras contemplamos cómo no hacemos nada. Seamos gentiles con los demás, pero también deberíamos serlo con nosotros.

Cuando pensamos en tener una actitud positiva esta metáfora es muy oportuna. Que seamos concientes a qué le prestamos atención va a generar una diferencia muy importante en nuestra vida, cuando decidimos escuchar las frases de cariño, ver lo hermoso que tenemos, ser agradecidos por lo que hemos logrado, toda nuestra actitud comienza a cambiar, y no hay nada más hermoso que vivir desde una actitud positiva que nos brindará fuerza cuando más lo necesitemos.

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Principios básicos para una vida más feliz

Un enfoque sencillo para acercarte cada día más a tu felicidad involucra que tengas enPrincipios básicos para una vida más feliz claro cuáles son las metas que has pensando para ti mismo. No hay que perder el tiempo pensando en todas esas cosas sobre las cuales carecemos de control, sino en todas aquellas situaciones donde sí puedes elegir y controlar. De esta manera, en vez de castigar tu autoestima la estás elevando y te sentirás una persona mucho más eficiente.

No desestimemos la importancia de una vida saludable en todos sus aspectos, ya han oído hasta el cansancio los beneficios de realizar ejercicio físico y comer lo más sano posible, sin embargo, como estas cosas cuestan esfuerzo de nuestra parte (y para algunas personas más que para otras) decidimos quedarnos como estamos. Pero esta elección pasiva de mantenernos en la misma situación nos conduce a un deterioro inevitable, la mala alimentación tiene el poder hasta de influenciar nuestro estado de ánimo, así que es hora de que prestemos más atención a los alimentos que ingerimos si queremos pasar los sesenta años y además sentirnos vitales y orgullosos de nosotros mismos. Aquí también podemos englobar el famoso asunto del stress, la vida es complicada por sí misma muchas veces, no decidas complicarla aún más gastando energía en asuntos que no tienen tanta relevancia como decidimos que la tengan.

Trabaja activamente en mejorar tu optimismo, peléate con esos pensamientos que ya no sirven o decide tratarte con el respeto y el cariño que te mereces. Deja de ser tu peor enemigo de una vez y para siempre, y no interesa si tardas mucho en lograrlo, todo el esfuerzo para convertirte en una mejor persona día a día tiene efectos en ti mucho más poderosos de los que crees.

No dejes jamás de lado tus vínculos, esas personas muy especiales que te rodean y están contigo contra viento y marea, aquellos que se preocupan por ti y te quieren de verdad. Jamás pienses que estás solo, siempre habrá alguien que daría todo por ti, solamente que a veces te empecinas en creer que no es así.

Descubre tus fortalezas y trabaja desde ellas, deja de concentrarte en lo que te falta, en tus debilidades, centra toda tu atención en aquellas cosas en las que sí sabes desenvolverte y te sientes cómodo.

Disfruta el momento, el día a día, el minuto a minuto, la vida es una sucesión de pequeños momentos y debemos aprovecharlos al máximo. Si decidimos ver a través de la perspectiva correcta, seremos capaces de disfrutar caminatas, el reflejo del sol jugando entre las hojas de los árboles, la compañía de nuestras mascotas, una taza de café. El estar concentrado en el aquí y ahora y prestar atención a todos los detalles de la situación hace que ésta sea más intensa.

Todos estos consejos deberías aplicarlos en tu rutina a partir de hoy, decidir que ya es hora de que comiences a vivir una vida mejor, con más disfrute y alegría. No tenemos por qué elegir una vida de tristeza, sin importar qué tan difícil haya sido todo, el pasado ya no va a volver, así que comienza a escribir tu presente y tu futuro desde una perspectiva más completa y liberadora.

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Mejorando desde la aceptación

Mejorando desde la aceptaciónNuestra vida puede mejorar, de eso no hay duda. Pero el primer paso es aceptar dónde estamos, el aquí y ahora. Desde la absoluta aceptación de quiénes somos, desde el aprecio por los logros obtenidos y las bendiciones que ya nos rodean, es desde ahí donde puede comenzar el cambio. Es ver lo que somos ahora, apreciar lo que somos y tener la esperanza de que aún podemos ser mejores, sin despreciar lo que ya hemos crecido como seres humanos.

Primero es el deseo, el deseo de cambio, la esperanza de que podemos lograrlo sin lugar a dudas. Segundo, debemos actuar para dar forma a esos cambios que tanto anhelamos.

Aunque parezca trivial, el verdadero secreto de nuestro éxito en cualquier meta que nos propongamos, es el día a día, la rutina que vamos creando para nosotros mismos. Con cada pequeña acción que ejercemos con constancia vamos acercándonos hacia aquello que buscamos. Cada decisión, sin importar cuán pequeña sea, va sumando puntos tanto para crearnos como para destruirnos.

Si deseamos algo, tenemos que ser congruentes con nuestro deseo, no podemos adelgazar sin dieta ni ejercicio, no podemos mejorar económicamente si siempre queremos gastar más de lo que ganamos. En la vida debemos lidiar con dos tipos de dolor, el de la auto disciplina o el dolor del remordimiento por aquello que no pudimos lograr.

La auto disciplina implica sacrificio y también luchar contra nuestra necesidad de gratificación instantánea. Es un camino complicado, pero piensen en todo lo que pueden ganar mañana con un poco de esfuerzo diario. Nuestra autoestima se ve fortalecida cuando  cumplimos nuestras promesas, cuando nos cuidamos y ponemos nuestras energías en determinadas metas.

Por supuesto que en el camino hacia nuestro éxito personal tendremos obstáculos y caídas, pero en lugar de ver estas situaciones como fracasos, considéralas como simplemente parte del proceso de aprendizaje y crecimiento.

Es importante que vayamos midiendo nuestro progreso, sea cuál sea la meta que nos propongamos. Por ejemplo, si has decidido ahorrar más, puedes ver que tan bien lo has hecho este mes. Si has decidido estudiar más, puedes registrar cuántas horas le has dedicado al estudio o cuántos libros has leído. Siendo concientes de nuestros pasos podemos ir calibrando nuestro camino, ver en qué sí estamos pudiendo implementar cambios, qué es lo que ya estamos logrando.

El cambio va a ser una constante en tu vida, todo lo nuevo que aparece, las personas, las situaciones, van cambiando las piezas de tu tablero y debes ir ajustándote a las nuevas herramientas o las nuevas necesidades para llegar a lo que quieres.

A partir de hoy, te invito a pensar en cuáles son las cosas que deseas lograr, las áreas en las cuales deseas mejorar. La buena noticia de todo esto, es que la decisión está en tus manos. Si el mundo no te da oportunidades, tú crea tus propias oportunidades.

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La aceptación ajena

Somos seres que vivimos en comunidad y en cierta medida es inevitable buscar queLa aceptación ajena los demás nos acepten, sin embargo, llega un punto en que este deseo se nos escapa de las manos e incluso lo que opinan los otros pasa a ser tan relevante que comienza a ejercer su influencia sobre las cosas que hacemos, sobre lo qué decidimos, sobre cómo actuamos.

Imagínate todo el tiempo medir tus acciones, medir tus palabras, bajo el velo de los ideales de los demás, es una tarea titánica pretender que la gente te acepte todo el tiempo ya que al ser todos tan distintos, con nuestras propias características e ideologías, es inevitable que tarde o temprano hagamos algo que no será aprobado por alguien. Es ahí cuando entra la frustración, pensamos que no somos lo suficientemente buenos para los otros, que seguramente hicimos algo terrible para que nos desprecien y en algunos casos extremos hasta podemos creer que no nos merecemos que nos amen. Ten en cuenta que en la mayoría de las ocasiones este no es el caso, simplemente alguien no concuerda contigo o es incapaz de ver lo maravilloso que eres.

En esta búsqueda sucederá que muchas veces aceptarás hacer cosas que realmente no deseas hacer, tratarás de moldear tu personalidad de acuerdo a la ocasión para ser agradado por los otros, cualquier comentario un poco negativo puede significar para ti un rechazo. Todas estas acciones te conducirán a un despreciable desenlace: hará que te pierdas a ti mismo en el proceso.

¿Por qué buscamos con tantas ansias la aceptación ajena? Porque necesitamos que nos demuestren que somos valiosos e importantes, cuando decidimos que sean los demás quienes juzguen nuestros actos, cuando decidimos que primero vale la opinión externa antes que la nuestra.  Quienes más proclives están a caer en este camino son aquellos quienes no han logrado aún fortalecer su autoestima.

Así que uno de nuestros pilares para escapar de este círculo vicioso radica en trabajar para potenciar nuestra autoestima. Entre las maneras que tenemos de lograr este propósito encontramos que es muy útil comenzar a reconocer nuestras fortalezas en el amplio sentido de la palabra, es vital que sepamos aplaudir nuestros logros y no minimizarlos jamás.

No pierdas el tiempo intentando agradar a los demás, para variar, comienza haciendo aquello que te agrada a ti. Atrevete a derrotar esos pensamientos negativos que te paralizan y comienza a conocerte a ti mismo, a quitar esos prejuicios que has ido formulando contra tu propia persona y comprender que existe mucho más en ti de lo que crees. Si vas a medir quién eres, intenta ser lo más objetivo posible, no lo hagas desde una visión pesimista limitante ni lo hagas basándote en lo que los demás pretenden que tú creas sobre ti mismo.

Invierte tu tiempo en descubrirte a ti mismo, a prepararte para lo que deseas hacer, a sentirte cada día un poco más seguro simplemente haciendo las cosas que te conducen a este camino. Por ejemplo, si sientes que no estás preparado para determinada tarea busca las herramientas para preparte de a poco, la inseguridad rápidamente puede ser olvidada si realizamos actos que denoten seguridad de nuestra parte.

Una de las maneras más prácticas de fortalecer nuestra autoestima es demostrarnos a nosotros mismos de que somos capaces de superar desafíos. La clave radica en primero pensar en metas alcanzables pero lo suficientemente difíciles como para que tengamos que poner esfuerzo de nuestra parte. Cada logro obtenido cuenta y nos hace sentir mucho mejor a la hora de evaluarnos.

Debemos tener confianza en nosotros y tener mucho cuidado a la hora de asumir lo que los demás piensan o sienten por nosotros. Si vemos el mundo desde la perspectiva del pesimismo, podemos sin quererlo convencernos de que los demás no nos quieren, o nos ignoran o no somos importantes para nadie cuando muchas veces estas valoraciones nuestras se alejan demasiado de la realidad.

Recuerda primero estar de acuerdo contigo mismo y vivir tu vida en concordancia a tus propios ideales, quienes te quieren te aceptaran por quién eres, con todos tus defectos o virtudes, quienes no te aceptan no lo harán por más que busques convertirte en otra persona, es una batalla perdida de antemano que no vale la pena. Todos los días trabaja en ti mismo, piensa en aquello que te enriquece como persona, nútrete, cuídate, amate, respétate. Sabes que tú puedes hacerlo.

 

 

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com

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Miedo al futuro

Miedo al futuroEl miedo está presente a lo largo de nuestras vidas, es imposible no haber sentido miedo alguna vez por algo. Hoy en día el miedo al futuro se perfila como algo peligroso que trasciende los niveles individuales y atañe a la sociedad que estamos viviendo. Los jóvenes se cuestionan qué estudiar y si les será de utilidad, nos preocupamos por el mundo que le vamos a dejar a nuestros hijos, nos preocupamos por la seguridad, la ecología, lo material, los valores, en definitiva: nos preocupamos. ¿Y qué pasa con esta preocupación,  con esta incertidumbre que en realidad no tendrá una respuesta hasta que suceda lo que tiene que suceder?

En realidad, cuando se cuestiona algo que todavía no sucedió, muchas personas se dejan llevar por el miedo anticipatorio, la idea de lo que pueda llegar a ocurrir es mucho más devastadora y temible que el hecho real en sí. Y mientras más nos dedicamos a pensar en el temido futuro y lo espantoso que nos depara, más nos desesperamos y odiamos llegar a enfrentarnos con ese temible momento que suele ser mucho más inocente de lo que creemos.

Así que lo que podemos comenzar a hacer es dominar al miedo bajo la forma del cuestionamiento, entender por dónde viene ese miedo, qué es en realidad lo que está representando, cuáles son las reacciones que genera en nosotros. Es conocerlo para poder dominarlo un poco más, si bien es posible que no desaparezca del todo, será más controlable y nos permitirá actuar de una manera más fuerte. No te empecines tanto en erradicar el miedo, sino en hacer las cosas a pesar de él, ya llegará el momento donde desaparezca por completo, la paciencia es tu mejor herramienta.

¿Qué es lo peor que puede suceder en el futuro? ¿Y si no sucediera? Si no hubiese otra opción y lo más terrible pasara, ¿cómo se podría solucionar? Eres quien puede dominar tus pensamientos y tus actos, sé dueño de ti mismo y si no puedes lograrlo solo sabes que siempre puedes contar con la ayuda de profesionales que podrán guiarte en tu camino.

El miedo hacia el futuro también puede ser un arma para aquellos que temen no cumplir con las propias expectativas o las expectativas que los demás tienen de si mismo. Es evitar hacer algo para no tener la oportunidad de que la realidad te devuelva eso que quizás no te agrade demasiado. Pero recuerda que siempre puedes sorprenderte a ti mismo y muchas veces resulta que somos mucho más capaces de lo que creemos.

El futuro pronto se hará presente, ve creando tu camino con amor y certeza de que harás lo que mejor que puedas y lo que realmente deseas. Es un proceso que tienes el poder de construir y que muchas cosas dependerán solo de las decisiones que tomes, pero no veas esto como una presión, sino con la calma que te brinda saber que hay cosas que sí dependen de ti y puedes manejar. El miedo nos indica de que es hora de que pensemos en cuáles son nuestros objetivos en la vida, cuáles son las cosas que tenemos que trabajar, que comprender de nosotros mismos. El miedo se convierte así en posibilidad, en nuestra responsabilidad y hasta en nuestra libertad. De todo lo negativo se puede extraer una enseñanza, está sólo en ti elegir qué será, si una oportunidad o un desastre.

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com

Entrenando nuestro carácter

¿Cuántas veces has jurado que deseas algo con cada fibra de tu ser? ¿Cuántas veces te has Entrenando nuestro carácterquejado porque no importa cuánto lo intentas simplemente no puedes lograrlo? A veces pareciera que el destino se encapricha en negarnos esas cosas que anhelamos con el alma…Pero, ¿es el cruel destino el culpable de nuestra desdicha o nuestro propio inconciente?

Ese puesto de trabajo tan soñado, nuestra alma gemela, más amigos, ser el mejor de la clase, etc, etc. metas hermosas que parecen escurrirse de tus manos inevitablemente. Suele suceder que no conseguimos lo que queremos por el simple hecho de no estamos preparados todavía para ese desafío y lo sabemos, por eso, inconcientemente haremos todo lo posible por sabotear las oportunidades que se nos presentan o simplemente evadirlas por completo.

Podemos intentar convencernos y convencer a los demás que queremos más responsabilidades o cambios asombrosos en nuestra vida, pero ese discurso puede no estar sustentado en la realidad. Quizás creamos que estamos preparados para el gran momento de nuestras vidas, pero no podemos engañar a nuestro corazón.

Así que cuando digas desear algo reflexiona con cuidado que es lo que eso te hace sentir, ¿es realmente lo que quieres en tu vida ahora o sabes que todavía no estas listo para recibir eso?

Nada de malo tiene no estar preparado para los grandes desafíos que se nos presentan, la clave no yace en mentirnos a nosotros mismos, sino en comenzar a convertirnos en ese tipo de persona que si está lista para poder llevar adelante esas bellas metas que quieres.

Sino estamos cien por ciento preparados para lo nuevo, lo evitaremos, lo alejaremos, y ni siquiera lo haremos en el plano conciente, lo cual sin duda nos llevará a la confusión y a la frustración. Es hora de una brutal honestidad y de comenzar a trabajar con mucha paciencia en esas cualidades que debemos desarrollar.

Supongamos que deseas tener una pareja que te quiera de verdad, te respete, te cuide, te brinde todo eso que necesitas y mereces. Primero debes pensar qué fue lo que no funcionó en las relaciones anteriores, tenerlo bien en claro para no volver a cometer los mismos errores. Piensa en el tipo de personas que te atraen, ¿se repite algún patrón? ¿Es ese patrón negativo o positivo? ¿Cómo te manejas en pareja? ¿Eres demasiado absorbente o independiente? ¿Te cuesta sentir empatía? Una vez que tengas en claro ciertos aspectos de ti mismo, debes intentar dejar ir todos esos comportamientos o ideas que entorpecen tu relacionamiento con los demás. En vez de lanzarte a los brazos de alguien, primero debes tener en claro quién eres, saber cuáles son tus debilidades, tus fortalezas. Puedes trabajar en esto primero y luego pasarás al siguiente nivel, el salir con las personas. Intenta no actuar impulsivamente ni idealizar demasiado rápido a alguien, muévete con cuidado siempre teniendo en cuenta cómo sueles conducirte en las relaciones. Luego de que te sientas cómodo, esté en claro hacia donde quieres ir y hayas trabajado para convertirte en la clase de persona que es capaz que mantener relaciones amorosas saludables, estás preparado para el gran momento.

Piensa en la meta que deseas y piensa en las cualidades que deberías poseer para poder  obtenerla. Cuando tengas en claro qué deberías hacer y pensar para convertirte en esa persona que quieres comienza a trabajar hacia eso, pero nunca intentes saltearte estadios. Lentamente arma tu propio plan de aprendizaje, no temas al error, es un proceso que invita a aprender así que no interesan los resultados sino que experimentes qué puede funcionar, con qué te sientes más a gusto, cuáles crees que son las maneras más sencillas para ti para obtener determinados resultados. Ten mucha paciencia contigo mismo y no temas ir incorporando nuevos desafíos o rutinas, si lo haces paulatinamente nada te resultará violento ni brusco y puedes mantener el cambio por más tiempo.

Así que aquí lo tienes, piensa en que quieres ser y cómo deberías actuar para lograrlo, tus anhelos no se materializarán hasta que estés preparado para recibirlos.

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com