Selección de entrevistas: EL CLUB DE LOS OPTIMISTAS

Programa: El club de los optimistas

Nuestro programa de radio online ya va 25 ediciones. Se transmite a través de www.montevideonight.com.uy todos los miércoles a las 4 pm de Uruguay. En esta oportunidad le quería compartir a mis queridos lectores las entrevistas más escuchadas hasta el momento, hemos contado con la presencia de eminencias en el ámbito de la Psicología Positiva y psicólogos renombrados de mi país. Aquí les dejo el material para que lo disfruten. ¿Cuál es tu favorita?

Diego D´Alessandro: Licenciado en Psicología y Psicoterapeuta. Egresado de la Universidad de la República en las Facultades de Psicología y Medicina. Trabaja en el ámbito de la clínica, hospitales, centros educativos, también ha trabajado en el tratamiento de las adicciones, ha colaborado en el curso de Psicodrama de la Facultad de Psicología. Compartió con nosotros qué son las terapias online, su efectividad y nos habló de la Psicología Transpersonal http://www.youtube.com/watch?v=byrZccERVBM

Viviana Cotelo: Docente de la Universidad Católica del Uruguay. Integrante de la Coordinadora de Psicólogos del Uruguay. Especialista en trastornos alimenticios. Integrante del equipo de ALUBA. Hablamos sobre bulimia y anorexia: http://www.youtube.com/watch?v=iSuH3HnEFLQ

Jorge Bafico: Psiconalista, docente de La facultad de Psicología de la Universidad de la República, conferencista, columnista en radio y televisión, además de escritor. Entre sus obras encontramos LOS PERROS ME HABLAN, CASOS LOCOS, 8 HISTORIAS DE ASESINOS SERIALES, LO COTIDIANO y su última obra COSAS QUE PASAN: HISTORIAS DE UN PSICOANALISTA. Hablamos sobre su último libro libro: http://www.youtube.com/watch?v=jHN8UF7QlhA

María del Carmen Palacios: Psicóloga especializada en Psicología Positiva. Tabaja en PRECISIÓN EMPRESARIAL, empresa dedicada a brindar servicios de búsqueda, y selección de persona. Maestría en Programación Neurolingüística, Certificación Internacional en Aprendizaje Dinámico Acelerado y especializaciones en el campo del Análisis transaccional, Gestión por Competencias, Inteligencia Emocional, la terapia Racional Emotiva y el Coaching. Diplomada en Coaching Ontológico, Newfield Chile (2007) y certificada y especialista en Psicología Positiva, España (2008). Estuvimos hablando sobre sus proyectos y la impronta de la Psicología Positiva en Perú: http://www.youtube.com/watch?v=jlpQ_HAaa-w

Cesar Yacsirk: Lic.. en Psicología Organizacional / Especialista en Desarrollo Organizacional. Experiencia profesional en posiciones gerenciales supervisorias en organizaciones nacionales y transnacionales. Adicionalmente en actividades de consultoría y desarrollo. Actualmente se imparte formación en Psicología Positiva en pregrado de Psicología de la Universidad Metropolitana de Caracas y en extensión profesional a organizaciones de diversa naturaleza. Forma parte del Staff de profesores del diplomado en PSICOLOGÍA POSITIVA. Miembro fundador de la Sociedad Venezolana de Psicología Positiva: http://www.youtube.com/watch?v=zsEPLU5NvR8

Rosana Pereira:  Tiene un master en Intervención en Contextos Educativos. Es técnico en gestión de Pymes. Experta en intervención social con mujeres. Directora de TESS-ON y fundadora de HAZTUA. Haztua Psicología Positiva es un emprendimiento que comparte junto a Mónica Pereira Dávila. Un centro que tiene como principal objetivo ayudar a superar esos momentos difíciles que se presentan en la vida y que nos impiden ser tan felices como nos gustaría. La Psicología Positiva cuenta con los recursos necesarios para ayudar a las personas a superar esas circunstancias y avanzar hacia un mayor bienestar personal: http://www.youtube.com/watch?v=Y0xcIv2MWf4

Silvana Giachero: Psicológa desde los 21 años, además de dedicarse a la clínica también se espacilizó psicología Social y luego en RR.HH. Hoy tiene su propia empresa de consultoría en RR.HH. y es asesora técnica de ACAMLU.org, asociación contra el acoso moral laboral. Fue galardonada como MUJER DEL AÑO (2012) en el rubro académico: http://www.youtube.com/watch?v=xNg4BGiS96k

Paula Fassari: Psicóloga especialista en niños. Nos compartió unos consejos acerca de la crianza de los niños: http://www.youtube.com/watch?v=NzBIH7K4m70

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com

El estímulo de la fantasía

El estímulo de la fantasía

Quiero compartirles una nota que salió publicada en el Diario El País, escrita por Gabriela Vaz. En un día tan especial como hoy, hablemos del mundo de la fantasía y el anhelo.

Para muchos niños en todo el mundo, la mañana de hoy fue una de las más mágicas del año. No importa que las generaciones actuales vengan cada vez más avezadas, más perspicaces o más tecnológicamente curtidas. No importa que entiendan mejor que los abuelos cómo funciona el iPod o qué botón apretar para encontrar los juegos en el celular. No hay arsenal científico de última generación que pueda ganarle la partida a un estímulo cien veces más fuerte: la fantasía.

Esta mañana, miles, millones de niños a lo largo y ancho del globo despertaron, es verdad, con la ilusión de encontrar un obsequio. Pero sobre todo con la de creer, de saber, que por su casa anduvo un trío de reyes mágicos, montados en camellos, que con alguna fórmula misteriosa logró visitar todos los hogares del planeta en una sola noche. Igual que lo hace Papá Noel cada Navidad. Igual que lo hace el ratón Pérez cada vez que un pequeño pierde un diente. Seres que los niños no necesitan ver, ni tocar, ni escuchar para creerlos fervientemente y que pueblan, entre otros, su vasto universo mágico.

¿Qué papel juegan estos personajes en el desarrollo infantil? ¿Qué tan importante es la fantasía? ¿Y cuál es la fórmula para manejarla en su justa medida? Si en algo hay consenso, es en que la fantasía resulta fundamental para un crecimiento saludable. «La fantasía, es decir la capacidad de experimentar mentalmente sensaciones y afectos no vinculados a la experiencia sensorial concreta, es una de las capacidades más preciosas del ser humano», afirma el psicoanalista Luis Correa. Y agrega que la creatividad está en la base de la abstracción y de la capacidad del pensar especulativo. «La imaginación nos ha dado el arte y la filosofía, pero también es imprescindible para la ciencia y el desarrollo de la técnica. Es sabido que estas herramientas se desarrollan desde la primera infancia y que poder jugar, así como el estímulo narrativo de la fantasía (los cuentos), es decir los mundos del `como si`, son fundamentales para que un niño crezca bien. El psicoanálisis, sobre todo a partir de la obra de Bruno Betelheim, ha visto en la fantasía y en su estímulo un recurso valioso de la psiquis infantil para poder lidiar con los conflictos inherentes al desarrollo: celos, temores, rabia, impotencia, deseos prohibidos… Los seres imaginarios protectores como Papá Noel o los Reyes Magos son proyecciones fantásticas de las funciones paternas de cuidado y gratificación. Además, como están vinculados a mitos culturales, de significado religioso y ligado a los ciclos naturales, forman parte de la inmersión en la cultura a la que el niño pertenece. El ratón Pérez tiene el sentido de compensar la pérdida de un elemento corporal (un diente), con la secuela previsible de tristeza y miedo, con una compensación material que le permite el niño en cierto sentido reparar lo perdido adquiriendo algo que desea. Es decir, enseña que lo que hay que dejar atrás por el paso del tiempo y el crecimiento puede ser sustituido por objetos anhelados, con el agregado de que para obtenerlos se da una participación en las transacciones del mundo real, representadas por el uso del dinero».

Es que los primeros años de vida son el momento para aprehender valores, normas; en sí, cimientos para desenvolverse a nivel social. En simultáneo, las explicaciones sobre las cosas que suceden se entrelazan con lo mágico. Y eso es positivo, señala la psicóloga Mariana Alvez. «La fantasía no solamente será un juego, sino una aliada para su crecimiento». Entre otras razones, dice la especialista, porque «creer en personajes mágicos les brinda a los niños felicidad, los hace sentir especiales, ya que saben que alguien los recuerda año tras año. Más allá de los padres, cuentan con `alguien más` que los quiere y los premia por ser buenos».

Otra licenciada en Psicología, Sandra Jegerlehner, coincide: «La creencia en Papá Noel, los Reyes y cualquier otro personaje imaginario en los niños es sano y saludable en determinadas edades; no olvidemos que su mundo se va formando de fantasías. El niño se manifiesta a través del juego y va logrando así relacionarse con el mundo externo. Allí pone lo que no puede poner en palabras y las fantasías y creencias forman parte de ese `diálogo`».

«COMO SI». A veces, empachados de entusiasmo, los adultos llevan adelante la materialización de la fantasía con demasiado ímpetu. Pero todos los especialistas consultados aclaran que, aún manteniendo la ilusión, ésta nunca habrá de reemplazar la realidad. Las historias debe ser contadas desde el lugar de ficción, de mundo mágico; » allí cada uno librará su imaginación y viajará con ella», apunta Jegerlehner.

En la misma dirección, el psicólogo Correa enfatiza que la fantasía «debe moverse siempre en el plano del `como si`, como un cuento, que no se dice que es mentira, pero al que tampoco se le da el mismo carácter que a las verdades notorias de la experiencia cotidiana. Lo que no debe hacerse es insistir con el relato imaginario más allá de la perspicacia del niño. Siempre debe respetarse su inteligencia, pero también su necesidad de ilusión». Sobre este punto, el psicoanalista revela que ha atestiguado cómo, frente a algunos padres que desde el principio explican el verdadero carácter de los regalos de Papá Noel o de los Reyes, a veces el niño prefiere, al menos en un primer momento, creer la versión imaginaria. «Le seduce más creer en la visita fantástica de los Reyes en sus camellos que ver a sus padres esforzándose, como tantas otras veces, en darle cosas buenas. La excepcionalidad del relato imaginario sobre lo cotidiano sintoniza mejor, para esos niños, con sus necesidades psíquicas».

También la psicóloga Alvez se detiene en la importancia de mantener a la fantasía en su justo lugar. «Como padres debemos complementar la realidad con la colorida imaginación de los más pequeños, pero, por supuesto que ellos deben distinguir lo real de lo imaginario y es nuestro trabajo ayudarlos en ese proceso. Con los límites claros, debemos motivar sus juegos, que entiendan que la magia y la creatividad son en sí mismas cosas muy buenas que debemos estimular. Está comprobado que la creatividad y la curiosidad aportan a la inteligencia».

Esto tiene directa relación con el llamado «juego simbólico», que no es otra cosa que la tan frecuente representación de situaciones o roles que los niños crean para su entretenimiento. «De esta manera ellos van entendiéndose a sí mismos mejor», señala Alvez, a la vez que destaca que, en estas situaciones la fantasía «aportaría en realidad».

SOLO PARA BIEN. ¿Existen desventajas o aspectos negativos de alimentar estas ilusiones sobre «mundos mágicos» o imaginarios en los niños? Si se lleva adelante de un modo saludable, la respuesta unánime es no. «Cuando vemos a una persona, niño o adulto, negar la realidad y refugiarse en creencias imaginarias o delirantes, la raíz de esa patología no debe buscarse en el estímulo a la fantasía sana, sino en la dureza de la realidad que a esa persona le ha tocado vivir», reflexiona el psicólogo Correa. «Tal vez la desventaja mayor es que los Reyes y Papá Noel no pueden ser más generosos que la realidad material de los padres. Pero en términos generales y dentro de ambientes sociales homogéneos, no se advierten desventajas en `jugar` con los hijos dentro de estas ilusiones ancestrales», añade.

Alvez concuerda, pero pone un matiz. «Las fantasías no son negativas aunque, cuando se dan ciertas condiciones, sí tendríamos que estar atentos». Como señal de «alarma», destaca a niños que tienen fantasías que ya no son acordes a su edad. En ese caso, «puede ser un indicador de soledad o la existencia de algún disturbio emocional». Pero, insiste, en edades acordes, tener amigos imaginarios, hablar con muñecas, creer que las cosas están vivas (piedras, almohadas, juguetes) es totalmente esperable. Cuando el niño va creciendo la ilusión tiene que ir transformándose y la imaginación tendría que encontrar su manera de expresarse mediante, por ejemplo, la lectura. Algo seguro: «La fantasía es necesaria, positiva y tenemos que motivarla«, concluye.

EL «DESENGAÑO» DEBE DARSE NATURALMENTE

¿Cuál es la mejor manera de manejar la desilusión, cuando los chicos descubren la verdad? En general, apunta el psicólogo Luis Correa, es el propio niño el que con sus preguntas, o la ausencia de ellas, va guiando el proceso de esclarecimiento. «En el fondo lo que va a descubrir es que sus padres lo quieren, que saben fantasear sin confundir lo real con lo imaginario y que no lo han estado engañando sino transmitiéndole una tradición, con sus valores e identidades propias». Su colega Mariana Alvez opina que el desengaño «no es tan terrible» si, por ejemplo, se le dice a los niños que tienen que guardar el secreto para los más pequeños. «De esta manera se los hace sentir importantes, cómplices, y pueden de alguna manera seguir participando de la ilusión desde un plano más maduro».

Cuando, en general cerca de los seis años, personajes como Papá Noel y los Reyes Magos empiezan a «desdibujarse», dando paso a las dudas, hay que «ser honestos», apunta Alvez. Una forma de lidiar con la desilusión «es explicar que cuando nosotros éramos pequeños también creíamos y queríamos transmitirles a ellos esta magia». La psicóloga cree importante que lo vean como un juego, que se sientan importantes de saber la verdad y de tener que guardar el secreto para los más chicos.

Fuente: http://www.elpais.com.uy/suplemento/ds/los-mitos-fantasticos-estimulan-el-ingenio/sds_686320_130106.html

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com

 

El síndrome de Diógenes

El 8 de mayo me entrevistaron para el programa radial colombiano Tardes W donde estuve charlando de este El síndrome de Diógenestema.

La denominación de acumuladores compulsivos surge gracias a las repetidas observaciones de casos donde ciertas personas mayores tenían un comportamiento muy huraño, viviendo recluidos en sus hogares. En el año 1975 surge el término clínico Síndrome de Diógenes, haciendo alusión irónicamente a Diógenes de Sínope, un filósofo conocido por sus ideas de vivir austeramente y renunciar a las comodidades.

Quienes sufren de este síndrome son incapaces de desprenderse de los objetos, a tal punto que sus hogares son un verdadero caos. Acumulan sin cesar y no pueden deshacerse de nada, incluso aunque las cosas que posean ya no tengan utilidad. La creencia que se esconde debajo de esto, es que quizás algún día puedan utilizar alguna de esas cosas, además de que para ellos son tan importantes que podríamos hablar que se establece una especie de vínculo afectivo, considerando a las cosas como parte de su historia, recuerdos importantes.

Debido a que sienten vergüenza por el desorden de su hogar,  comienzan a aislarse y rechazan las visitas.  Se pierden en el aislamiento social, se recluyen en su propia casa y hay mucha negligencia en cuanto al cuidado personal y la limpieza del hogar. Los acumuladores compulsivos tienen dificultades a la hora de clasificar y organizar, ya que les resulta complicado separar a los objetos en categorías, todos tienen un significado especial.

Resulta complejo vivir con los acumuladores porque poco a poco van invadiendo el espacio del otro, la casa se va llenando de cosas sin sentido, cosas rotas, viejas, que terminan molestando a la otra persona. Cuando alguien intenta tirar algo suelen reaccionar con cierta violencia, ya que esos objetos son especiales y amados. No comprenden cómo los demás quieren deshacerse de cosas que para ellos son tan importantes.

Cabe destacar que este síndrome no se restringe únicamente a cosas, también puede darse una acumulación de animales domésticos. Comienzan a amparar animales de la calle, lo cual traerá el problema de que los desperdicios de los animales comienzan a acumularse, generando otro problema de higiene.

Existen diversas teorías acerca de por qué comienza esta enfermedad. Algunos autores dicen que representa la fase final de un trastorno de personalidad. De acuerdo a estudios neurológicos, la raíz de este desorden podría estar relacionada con el lóbulo frontal, la que inhibe el impulso básico de acumular.

Este trastorno suele darse en personas mayores con tendencia al aislamiento. Personas que han sufrido reveses económicos, que han perdido a un familiar, que se sienten muy solas.

En cuanto al tratamiento se tiene que hacer hincapié en la salud física, solucionar problemas asociados a la desnutrición y la higiene, en algunos casos extremos las personas pueden llegar a tener parásitos. También es recomendable un tratamiento psicológico para lidiar con este síndrome, aunque es complejo que la persona decida asistir a terapia porque no creen que estén haciendo nada anormal. Es vital el apoyo de familiares, el amor y la contención social.

Así que si tú te sientes identificado con alguno de estos síntomas o conoces a alguien que está atravesando por esto, no dudes en contactarte con alguna institución que pueda brindarte apoyo.

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com

El club de los Optimistas en Punto Cero

El Club de los Optimistas en Punto Cero

Mañana martes 15 de mayo a las 9:30 am voy a estar en los estudios de Radio Cero  charlando con la gente de Punto Cero. Voy a estar hablando de lo que es El club de los Optimistas

Para quienes siguen el blog saben que desde finales de agosto del año pasado venimos reuniéndonos con una meta en común, ser más felices y aprender a ser optimistas. Porque esa es la buena noticia, nosotros podemos aprender a ser más optimistas.

Es un espacio que invita a dejar fuera las dudas, los miedos, una invitación a permitirnos abrirnos a nuevas ideas. Pensar aquello que nunca antes habían pensado, elementos que han surgido y seguirán surgiendo en estas charlas, en este compartir. 

Este es un espacio hecho por nosotros y para nosotros. Un ámbito seguro de amor, respeto y compañerismo. Queremos vincularnos, conocernos. Somos individuos pero unidos, tenemos una fuerza inmensa, una fuerza que nos brindará energía, energía que la utilizaremos para ponerle alegría a nuestra vida. 

Esto es un club. ¿Y qué significa ser un club? La palabra club en inglés significa garrote y en el siglo XVII comenzaron a utilizar esta palabra para designar al conjunto de personas que forman parte de la porción gruesa del garrote. Todas estaban unidas por un interés en común que a la vez los hace la parte más poderosa, en la unión se da una comunión única, una fuerza que a veces por nosotros solos no conseguimos. 

Esta es una asociación que nos permite unir lo formal con lo informal, el conocimiento con el sentido del humor, el que yo esté dirigiendo no quiere decir que todo esto no sea nuestro. Mi conocimiento se los obsequio con mucho amor y su presencia, buena disposición y apoyo me obsequia a mí el deseo de seguir aprendiendo y seguir compartiendo. 

Estamos para desarrollarnos,  para jugar con nuevas oportunidades, para ver las cosas desde otra perspectiva, para cuestionarnos, para tener una guía hacia el cambio que cada uno quiere, para agregarle bienestar a nuestra rutina.

¡Espero verte en la próxima reunión!

 

Sábado 26 de mayo

16.30 horas

Café Tribunales: Plaza Cagancha s/n (Centro)

Participación: $100 (cien pesos uruguayos)

Reserva tu lugar llamando al 2903-3542

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El club de los optimistas llega al Diario

El club de los optimistas

Esta nota escrita por Gabriela Vaz se publicó hoy 12/2/2012 en el Diario El país y básicamente versa sobre qué se trata la propuesta de  nuestro club.

Es solo una cuestión de actitud reírse del fracaso y del oro/ Es solo una cuestión de actitud no tener nada y tenerlo todo». Así reza una canción de Fito Páez que pone melodía a la premisa del optimista: hasta de los hechos más desgraciados se puede sacar un beneficio. Siempre, aún en las circunstancias más adversas, es posible ver el vaso medio lleno.

Claro que es más fácil decirlo que ponerlo en práctica. Suele ser más cómodo, más «inevitable» o tal vez más humano, dejarse caer y hasta aceptar los males de nuestras vidas como si fueran parte de un destino preestablecido que nada podemos hacer por cambiar.

Pero también están los que acostumbran a ponerle buena cara al mal tiempo, gritan «alegría» si se derraman vino encima de una camisa recién estrenada y andan por la vida honestamente convencidos de que cada crisis supone una nueva oportunidad. Pues bien, desde hace unos meses, estos raros especímenes han formado un club y hasta tienen mitines mensuales.

Todo surgió a iniciativa de la psicóloga Mariana Alvez, quien, tras escuchar la propuesta de uno de sus consultantes, Martín Etcheverri, abrió un grupo en Facebook llamado El Club de los Optimistas. «La consigna era empezar ahí para luego conocernos personalmente», explica la profesional, exponente de una corriente conocida como «psicología positiva», que hace hincapié en el bienestar, la felicidad y el buen humor para trabajar con los consultantes. Así surgió, en septiembre pasado, la primera reunión, donde los integrantes del grupo se vieron las caras por primera vez en un café céntrico y charlaron sobre la pasión, que fue el tema propuesto por la terapeuta en esa oportunidad. En la segunda reunión, con más participantes, la charla-debate giró sobre el optimismo.

El próximo sábado 18, a las 16 horas, tendrá lugar la tercera reunión de El Club de los Optimistas, gratuita y abierta a todo el que desee participar, sin restricciones de edad ni de ningún otro tipo. Dado que el encuentro es en el Café Tribunales -ubicado en Plaza Cagancha-, el interesado puede abonar si lo desea solo el costo de un refresco o café, o no consumir nada. El tópico a tratar en esta ocasión será la inteligencia emocional.

Alvez aclara que, aunque ella es psicóloga y se ocupa de moderar la charla, bajo ningún punto de vista se trata de una terapia de grupo, ni tiene ningún sesgo formal. La idea es que, a partir del tema propuesto, surja un debate espontáneo en un clima distendido.

«Es una presentación. Yo llevo materiales para compartir y propongo un tema que actúa como disparador. Luego cada uno tiene su tiempo para hablar, charlar de sus historias personales. Es un momento ameno para compartir entre todos. Si bien hay algo psicológico detrás, porque yo llevo algo armado y tiene que ver con la psicología positiva, en realidad es una presentación científica-teórica -si se quiere- pero en un lenguaje que pueda entender todo el mundo. Es para conocerse, para desarrollarse como persona, pero en un ámbito informal, relajado, para estar cómodo, no va a analizarse a nadie. Y sirve como vínculo social. Es un híbrido entre el conocimiento formal, el informal y la sociabilidad».

Hasta el momento, se ha presentado gente de entre 27 y 60 años, que llega sin mucha idea de «de qué se trata» todo eso, pero que se va muy satisfecha con el resultado, asegura Alvez. Y agrega: «Por un lado es catártico, porque se comparten cosas en un ambiente relajado, donde nadie te va a juzgar. Y por otro aprenden cosas».

PERSPECTIVA. Uno de los objetivos de esta iniciativa es demostrar que el optimismo se puede aprender, pues tiene que ver con un mecanismo del pensamiento. Y además, asegura la psicóloga, no se trata únicamente de aplicar estos principios a cuestiones pequeñas o domésticas, sino incluso a los problemas más graves. «Cualquier situación, por dolorosa que sea, la tenés que ver de otra manera. Con una pérdida, un duelo, una separación, una enfermedad, obviamente vas a sufrir. Pero si además negás la realidad o te colocás en la posición de víctima, de `¿por qué a mí?`, te aislás. Sos sólo la enfermedad, sos solo la muerte o sos solo la pérdida. Si te quedás estancado, aparece la depresión, la angustia, la ansiedad, y no podés salir de eso. Es como si el dolor se esparciera a todo y quedás inmóvil. El dolor existe, claro, es una parte de nuestra vida, pero tiene que tener un propósito. Ya que está, tenemos que sacarle algo, algo que nos impulse a ser más fuertes, a encarar la vida de otra manera. Por ejemplo, una enfermedad puede ser el disparador para ver la vida de otra manera, para poner todo en perspectiva. Hacé tu duelo correspondiente, sí. Tené tu tiempo para patalear, gritar, estar mal. Pero después, tratá de seguir adelante».

Alvez hace continuo énfasis en el poder que tiene la mente en ese sentido y refiere al concepto de la «profecía autocumplida» (ver recuadro arriba), que postula que si una situación es definida como real, pues entonces tendrá efectos reales. El secreto está en aprender a pensar distinto. «Decimos: `Fulano no me llamó; no me llamó porque no le intereso`. ¿Por qué pensar en una sola opción? ¿Cuáles son las otras? No me llamó porque estaba ocupado, porque fue interrumpido, por un montón de otras cosas. Siempre pensamos en lo malo. Tener alternativas de pensamiento -que es de las cosas más sencillas que se pueden hacer- te puede cambiar el día. Si me tropiezo y eso tiene el poder de arruinarme el día, me perdí de disfrutar una cena con amigos o un buen momento con alguien. Si algo te pone mal, lo mejor es decir `ya pasó, qué más hay en el día que sea bueno`. Es una visión de la vida mucho más amplia. Eso te permite ser más exitoso, más saludable, más feliz, tener relaciones significativas con los demás», expone la terapeuta.

El Club ayuda a cuestionarse el modo de ver las cosas, dice Alvez. Y «eso ya está bueno», dado que «tenemos hábitos negativos que ni nos cuestionamos. A veces la gente quiere cambiar y no sabe cómo. Al ver la vida desde otro ángulo, uno empieza a sentirse mejor. Ver cómo transformar el dolor en algo positivo o cómo dejar ir lo que no podemos controlar».

El Club de los Optimistas es una idea que no sólo está prendiendo en Uruguay. La psicóloga ya ha tenido consultas desde Córdoba (Argentina) y Santo Domingo (República Dominicana) para averiguar sobre el método.

El club de los optimistas se reunirá el sábado 18. la participación es gratuita.

Ser positivo es una cualidad a entrenar

Al contrario de la psicología más clásica, que se centra en los conflictos de las personas para, a partir de ahí, resolver los problemas, la corriente positiva pone el foco en el bienestar y la felicidad como fortalezas a trabajar. Mariana Alvez, psicóloga uruguaya exponente de esta rama y coordinadora de El Club de los Optimistas que se reúne mensualmente en bares de Montevideo, explica que la psicología positiva trabaja con el modelo de conducta ABC. En inglés, la sigla refiere a: 1. un Acontecimiento que genera el pensamiento negativo, 2. las Creencias que se tienen sobre ese acontecimiento, y 3. las Consecuencias, es decir, lo que uno siente sobre lo que pasa. La psicóloga ilustra con este ejemplo. Acontecimiento: hoy me peleé con mi jefe. Creencia: soy un mal empleado. Consecuencia: me siento fracasado a nivel profesional. ¿Cómo cambiar esa creencia? Teniendo alternativas de pensamiento: «Mi jefe tuvo un mal día, siempre me halaga y solo fue hoy, sé que suelo hacer las cosas bien». «Al cambiar la creencia, cambiás la consecuencia, el cómo te sentís», alega Alvez. ¿Qué tan fácil es desarrollar esta estructura de pensamiento? «Es muy variable», dice la psicóloga y explica que mientras una patología de fondo (trastorno de personalidad, depresión, etcétera) puede dificultar el proceso, en el promedio no debería costar tanto. Es cuestión de voluntad y constancia para aplicarlo. Las personas optimistas suelen tener este mecanismo más aceitado, a veces de forma innata pero otras veces luego de haberlo trabajado durante un tiempo. Según la terapeuta, se trata de «entrenar» la cabeza. «Así tenemos más dominio sobre eso, podemos pensar diferente y sentir diferente», concluye.

Fuente: http://www.elpais.com.uy/suplemento/ds/un-cafe-de-optimismo/sds_623863_120212.html

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com

La salud puede ser un chiste

Me gustaría compartir con ustedes esta excelente nota escrita por Gabriela Vaz, publicada La salud puede ser un chisteen el Diario El País el 8 de mayo del 2011.

Primer acto: Juan Díaz cae del noveno piso. Segundo acto: Pedro Díaz cae del noveno piso. Tercer acto: Roberto Díaz cae del noveno piso. ¿Cómo se llama la obra? «Los Díaz pasan volando»/ ¿Cuál es el colmo de un sordo? Que al morir le dediquen un minuto de silencio/ Había una vez un hombre tan pero tan gordo, que cuando se caía de la cama, se caía de los dos lados/ ¿Qué es un circuito? Un lugar donde hay elefantuitos, caballuitos, payasuitos…

Si al menos uno de estos chistes le sacó una risa, atienda a lo que acaba de suceder: áreas de su corteza cerebral responsables de la memoria, zonas del hemisferio posterior izquierdo que ayudan a reconocer intenciones y regiones cercanas al área de Broca que dan sentido al lenguaje, todas, se han activado. En palabras de una investigadora alemana llamada Barbara Wild, psiquiatra y directora del Grupo de Investigación sobre el Humor de la Universidad de Tübingen, al entender un chiste «se produce una especie de fuego de artificio cerebral, como cuando tenemos buen sexo o nos enteramos de que ganamos la lotería». Es decir que el efecto biológico es inmediato. Y positivo.

Ahora bien, ¿qué pensaría usted si su médico le recomendara que incluya, en el tratamiento de una patología incurable, películas de los hermanos Marx? No es otro chiste. A Norman Cousins le funcionó. En el libro Anatomía de una enfermedad (1979), este periodista y escritor estadounidense asegura que logró hacer retroceder un mal de los tejidos conjuntivos que suele ser irreversible mediante terapias que mantuvieron a las risas y sonrisas como columna vertebral.

Aquel fue uno de los primeros tratados en exponer una verdad que cada vez es más irrebatible: el vínculo entre el humor y la salud, tanto física como mental, es indisoluble. En las últimas décadas, investigaciones científicas aportaron más datos. Por ejemplo: una buena carcajada fortalece el sistema inmunológico y reduce las hormonas que pueden causar tensiones. E, incluso, la gente alegre tiende a ser más longeva que la «gruñona».

El problema es que el buen humor no es siempre una cualidad natural. Si bien el hombre es el único animal que posee la capacidad de reírse, son pocos los especímenes que hacen usufructo diario de esta exclusiva idoneidad. Todos conocemos a esa persona con la sonrisa como tatuada, que mantiene la calma y el buen trato aún en las peores circunstancias, y que parece que se tomara la vida en chiste. Pero seguro que conocemos a muchos más del otro lado: pesimistas vitalicios, de los que hay que cuidarse de hablarles por las mañanas o que «se cruzan» más seguido de lo soportable. ¿De qué depende estar de uno u otro lado? ¿Existen tácticas para mantener el buen humor o reírse más seguido? Existen. Y ponerlas en práctica puede ser la diferencia entre un pasar corriente o una vida feliz.

positivos. Claro que tener buen humor no equivale a pasarse contando chistes. Más bien se trata de una actitud para con la vida. La psicología ha desarrollado una rama que va por ese camino y se hace llamar, justamente, «psicología positiva». La disciplina, que nació hace poco más de diez años, se centra en las fortalezas y virtudes de las personas y comunidades, explica la psicóloga Mariana Alvez, especialista en esta área y responsable del blog psicologiapositivauruguay. wordpress.com.

Si bien usualmente la psicología trabaja desde la enfermedad y se queda ligada a los aspectos negativos del sujeto, «en este caso se busca cambiar el foco: en lugar de reparar lo que está roto hay que construir cualidades positivas», aclara Alvez, quien relaciona el humor con «una manera de ver la vida más despreocupada, donde se puede apreciar el lado bueno de las adversidades, donde nosotros hacemos felices a los demás y nos divertimos mediante la risa».

Rasia Friedler, también psicóloga, dirige la fundación SaludArte, dedicada a la promoción de la salud a través del arte y el humor. Para ella, este último es un elemento fundamental para el desarrollo sano de un individuo. «Su importancia reside en la posibilidad de percibir situaciones estresantes de una forma benigna, no catastrófica. Permite un mayor bienestar y disfrute de la vida, aún en circunstancias adversas. El sentido del humor implica cierta capacidad para entender las emociones y manejarlas, es un aspecto de la inteligencia emocional. Además, nos reconcilia con nuestros defectos y los de los demás, nos permite ver el encanto de la combinación entre virtudes e imperfecciones que hacen única a cada persona y nos impulsa a aceptarla, o incluso a quererla. El afán de adaptación social a menudo nos lleva a palabras banales o lugares comunes, desprovistos de imaginación y creatividad. El humor contrarresta esta tendencia: implica una libertad de unir de múltiples maneras características y hechos contradictorios o circunstancias ambiguas de tal modo que revela el lado absurdo de la existencia. De esa forma, nos libera de tensiones creadas por las limitaciones personales y sociales».

remedio. Un estudio de la Universidad de Noruega, realizado sobre 53.500 voluntarios durante siete años, analizó la relación entre el humor y la longevidad y brindó conclusiones contundentes: entre menores de 75 años, los alegres tienen una mortalidad un 20% menor en comparación con los gruñones. Aunque «no es suficiente con reír mucho -aclara Sven Svebak, autor del estudio. El humor abarca formas de pensar y frecuentemente se da en el diálogo con otras personas, pero no necesita ser externalizado».

Por aquí, ni Alvez ni Friedler dudan un momento al confirmar la estrecha relación entre salud y buen humor. «Una carcajada puede ejercitar nuestro diafragma y relajar luego nuestros músculos. El buen humor nos aleja de la ira, la culpa y demás emociones negativas, nos ayuda a ver las cosas desde una mirada más relajada y a afrontar las dificultades de la vida más como un juego de aprendizaje que como una amenaza paralizante. La risa es tan poderosa que incluso si la fingimos podemos obtener los beneficios mencionados», dice la experta en psicología positiva. En tanto Friedler aporta: «Las personas con buen sentido del humor tienden a lograr un mejor sostén afectivo del medio social. La risa provoca efectos catárticos y procesos de relajación general de los músculos del cuerpo. También regula el ritmo cardíaco, baja la presión arterial y mejora la inmunidad. Es un factor protector de la salud. La capacidad de reírse de uno mismo es de por sí un buen indicador de salud mental. La capacidad de ver el lado positivo de situaciones adversas o conflictivas también se asocia con un mayor grado de apertura hacia los demás».

Táctica y estrategia. La gran pregunta que muchos ceños fruncidos se estarán haciendo ahora es: ¿se puede aprender a ser más risueño? ¿Existen tácticas para controlar el humor? Las especialistas en el tema afirman que sí. Según la experta en psicología positiva Mariana Alvez, «usualmente lo que sucede es que ante los problemas reaccionamos de manera exagerada, dramatizando demasiado y creyendo que es el fin del mundo que nos hayamos derramado café en la camisa. En otras oportunidades sí debemos enfrentarnos a contratiempos importantes, que más que adversidades deberíamos considerar posibilidades, oportunidades de crecer y madurar como seres humanos. No tenemos el control sobre todas las circunstancias, pero sí tenemos el de decidir cómo queremos reaccionar y afrontar esos momentos».

Para mejorar nuestro mal humor tenemos que colocar las cosas en perspectiva, continúa. «¿Es tan importante que hayamos llegado tarde al trabajo? ¿Las personas son desagradables con nosotros o somos nosotros quienes decidimos ver esa realidad? Hay que tratar de ser más objetivos y luchar contra ese impulso que muchos tienen de buscar las evidencias que comprueban de que todo es un desastre. Cuando las cosas no salen bien podemos sonreír a pesar de todo y podemos tener la certeza de que si no estamos en un buen día, ese día va a terminar pronto, nada dura eternamente, ni siquiera las malas rachas. Cuando estamos enojados tenemos que recordar cosas que nos hagan sentir mejor, como una buena conversación con un amigo o alguna situación divertida que nos haya pasado; recordando estamos evocando la emoción de ese momento que puede desplazar la sensación desagradable que se está sintiendo en ese instante. Hacer una lista mental de todas las cosas por las cuales deberíamos estar agradecidos y que de repente damos por sentado, como el simple hecho de poder caminar o escuchar, o ser agradecidos por nuestra familia y nuestros logros», recomienda.

Otros ejercicios posibles son teatro espontáneo, técnicas de clown y tácticas de improvisación; todas estrategias que se llevan adelante en SaludArte, cuenta Rasia Friedler. «Entrenarse en ellas permite cultivar destrezas sociales y estados de ánimo que provocan actitudes positivas en uno mismo y en los demás. Existen distintos tipos de humor, por ejemplo, el verbal y el no verbal, y hay técnicas específicas para cada uno de ellos. Es muy divertido jugar con las palabras, las paradojas, la parodia, la silepsis, etcétera».

Estilos. ¿Por qué algunas personas tienen buen humor naturalmente, una mayor predisposición a levantarse con una sonrisa o ver el vaso medio lleno, mientras que otras compraron el abono completo del pesimismo? Algo llamado «estilo explicatorio», que cada ser humano posee, es la clave de esta respuesta. «Es el cómo explicamos las circunstancias en las que nos vemos envueltos», describe Alvez. «Las personas optimistas y pesimistas tienen una manera distinta de describir los hechos buenos y malos de su vida. Los pesimistas, ante una situación negativa, consideran que la circunstancia tiene carácter permanente y que todas las demás situaciones serán iguales. Por ejemplo, si alguien a quien le gusta tocar el piano se equivoca, considerará ese error como algo terrible, concluirá que nunca podrá ser bueno en lo que quiere hacer y seguramente se equivocará en las demás obras que toque. Ahora, cuando las cosas buenas suceden, los pesimistas consideran que son hechos de mera casualidad, temporales y que seguramente no se volverán a repetir», indica.

Por el contrario, «cuando los optimistas se enfrentan a cualquier adversidad la consideran algo temporal, circunscrita a una situación en particular, no a algo que afecta toda su personalidad: un estudiante pierde su examen pero sabe que es algo puntual, que podrá repetirlo y que seguramente el próximo será mejor. No se castiga; decide seguir adelante».

En estos escenarios juegan varios factores. Alvez reconoce que hay personas que se crían en ambientes poco propicios para desarrollar un buen humor u optimismo y que, si bien también hay un componente genético, es algo que se puede aprender. Friedler, en tanto, señala que hay investigaciones que concluyen que el sentido del humor se correlaciona con el bienestar psicológico y la autoestima.

A veces, el estado de ánimo se generaliza. Alvez considera que los uruguayos son muy pesimistas en su mayoría, algo que es fácil de retroalimentar. «Si bien la realidad es complicada, muchas veces nosotros la complicamos más todavía. Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad: cuando todo el mundo te desalienta con que no estudies o que acá no hay trabajo, con que no persigas tus sueños, a veces se torna complicado apagar esas voces insistentes. Sin embargo, uno tiene que aprender a ser más fuerte y a seguir sus metas porque se puede y mucho. Hay muchísima gente talentosa que he tenido el honor de conocer y vale la pena ignorar los malos consejos de aquellos que se rindieron demasiado pronto».

¿Cómo se mantiene la sonrisa frente al público en un mal día?

Maximiliano de la Cruz

actor, humorista

«Hay veces que es difícil pero también es una forma de desenchufarte y olvidarte por momentos de las cosas malas o tristes que te estén pasando. Una vez que me subí al escenario, o se prende la luz de una cámara, como que me transformo y me olvido de todo y disfruto al máximo lo que hago».

Sara Perrone

conductora de televisión

«Cuando salís en vivo tu concentración está focalizada en el programa, eso ayuda a dejar los problemas de lado. (…) Algunas veces se nota que algo nos entristece o nos preocupa y es natural. `El show debe continuar` es una frase que no me gusta; creo que a veces el show tiene que parar».

Graciela Rodríguez

actriz, humorista

«No tengo técnicas. Adoro lo que hago, me fascina. Siento una satisfacción enorme cuando escucho la risa o directamente cuando tengo el público cerca y siento su energía. Me hace muy feliz. Entonces puedo tener problemas, sentirme mal, tener fiebre, pero se me pasa. No sé, es como mágico».

Fuente: http://www.elpais.com.uy/suplemento/ds/la-salud-puede-ser-un-chiste/sds_564702_110508.html

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com

Buen Día Uruguay

Estimados lectores,

Les informo que el día 16 de octubre estaré presentandome en el programa uruguayo Buen Día Uruguay, para hablar sobre el tema de la Psicología Positiva. A partir de las 9:30 de la mañana podrán sintonizar el canal cuatro,  charlaremos sobre esta interesante rama de la psicología que no está lo suficientemente difundida en mi país.

Los espero…