Sin ti no soy nada

Cuando conocí a «Gerardo» sentí que todo tenía sentido. No podía sacarmelo de la cabeza, todo el tiempo pensaba en él, lo extrañaba mucho, lo llamaba mucho, le mandaba mensajes de texto, lo buscaba en el msn. Cuando él no estaba yo me queria morir, sentía como un ahogo, un dolor en el pecho espantoso, pero cuando estabamos juntos todo se me pasaba. Yo entendí que no podía estar lejos de él, yo sabía que sin él no soy nada, no era nada. Y él al principio lo soportaba, me parece que hasta le parecía simpático, pero después las cosas cambiaron. A los cuatro meses de estar juntos él ya no quería saber nada de mí, me dejó y mi mundo se vino abajo. Yo no podía vivir sin él, lo busqué, traté de todas las maneras posibles e imposibles de que regresara, pero yo le causaba asco. Fue espantoso, pero gracias a la terapia ahora me siento mejor, sé que todavía me queda mucho por trabajar, pero las cosas van mejorando y me gustó hacer esta confesión. Gracias.

Sin ti no soy nada
Sin ti no soy nada

Historias como la de «Julieta» existen varias y quizás tú en este momento te estés sintiendo identificado. La dependencia emocional es algo que requiere mucho trabajo y paciencia para salir adelante, ya que está arraigada en la necesidad de amor y aceptación de los demás. Es distintinta del trastorno de personalidad por dependencia como lo establece el DSM-IV (Manual diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales).

¿Cuáles son las características de la dependencia emocional? Lo más relevante es la necesidad de sentirse intensamente amados y acompañados,para lograr este objetivo serán capaces de cualquier sacrificio. Las mujeres son quienes más padecen este trastorno y buscaran satisfacer a su pareja por todos los medios posibles, incluso a nivel sexual, sometiéndose al otro cual esclavo de sus pasiones y deseos.

No pueden concebir la idea de que su objeto de amor se aleje, lo que provocara ansiedad y comportamientos que intenten atraer a su pareja a como de lugar. El amor es lo más relevante en sus vidas y no soportan el estar solas, lo que hará que se involucren en un sin fin de relaciones amorosas infructuosas. Viven y respiran por su amado, lo que puede culminar en problemas a nivel laboral, social y familiar. Se entregan sin reservas, desatendiendo sus propias necesidades y quedando expuestas a la manipulación y los caprichos del otro, su opinión no vale y tratara de modificarla ante los demás de ser necesario, ellas no pueden tolerar la desaprobación de los otros debido a su baja autoestima y su extrema necesidad de cariño. Su valor radica en lo que los demás crean de ella.

Si bien la dependencia emocional es más frecuente en relación a la pareja, también esta dependencia puede ser aplicada a familiares, compañeros, amigos. El miedo al rechazo, a no ser suficiente, a que nadie los quiera, a que los abandonen a su suerte, está latente en los sujetos que literalmente viven para satisfacer a los otros. Lo irónico es en que su búsqueda incesante de amor van perdiendo sus propias cualidades, casi convirtiéndose en un ser vacío sin ideología, sin opinión, alguien en quien depositamos lo que queremos, pero no podemos extraer algo verdadero de su comportamiento, de sus palabras, lo que en definitiva terminara aburriendo al otro.

Estas personas de pequeñas no recibieron cariño suficiente ni seguridad emocional, lo que las empujara en su vida adulta a buscar esa aprobación y cariño que no experimentaron cuando más lo necesitaban. Cuando escogen a su amor, lo hacen en base a todas esas cualidades que son ideales para ellos y que creen no poseer. Usualmente se enamoran de sujetos egocéntricos, hedonistas, dominantes, fríos. El narcicismo acentuado de estos individuos es lo que generara aún más devoción en alguien con baja autoestima, se anhela lo que se carece.

¿Cuáles son las fases por las que atraviesa un dependiente emocional en el amor?

Al comienzo de toda relación existe una etapa de euforia y exaltación, conocida como la etapa de enamoramiento. En los dependientes la siguiente fase será de sumisión abnegada hacia el otro, donde se pondrá en juego también la idealización. Más adelante, la relación comenzará a deteriorarse y en la mayoría de los casos el desenlace será la ruptura, generando una especie de síndrome de abstinencia en el dependiente, quien no tardara en ir en busca de un potencial nuevo compañero.

Los dependientes emocionales no pueden experimentar verdadera felicidad, el otro actúa como un calmante, una droga si se quiere, pero el efecto de calma se va rápido, ahogado por los celos, la desesperación y el miedo de perder a quien se ama además de la extenuante búsqueda de aprobación.

Frecuentemente ellos consultan cuando una relación ha culminado, pueden mostrar síntomas depresivos y ansiedad por lo perdido, incluso hasta pueden llegar a negar que la ruptura ocurrió, incapaces de tomar contacto con esa dolorosa realidad que ahora los desborda. Por supuesto que la ansiedad disminuye cuando encuentran a alguien que funcione de reemplazo del objeto amado con anterioridad, después de todo lo importante es no estar solos y tener que afrontarse a su desprecio hacia sí mismos.

¿Cuál es el tratamiento?

Es un tratamiento a largo plazo, donde se trabajara principalmente en elevar la autoestima de la persona, trabajar en su historia personal, hacer que el sujeto comience a apreciarse a sí mismo, el psicológo servirá  de sostén hacia el otro que se siente vulnerable. Se trabajaran con el consultante los diversos aspectos que generan este trastorno, prestando también atención a otros posibles trastornos asociados como lo podrían ser la depresión, la ansiedad y trastornos alimenticios.

La dependencia emocional es una prisión creada por nosotros mismos, es importante ser sinceros con lo que nos sucede y no temer pedir ayuda cuando esta es necesaria.

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com

Amor con violencia no es amor

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Había una vez una princesa que estaba enamorada de un ogro, pero este ogro no era simpático ni dulce como el de la película, era un verdadero monstruo que golpeaba a su amada. Y la princesa inocente lloraraba en su palacio, esperando en vano que su amor cambiara y que aquella golpiza fuera en verdad la última, como los susurros que escapaban de los labios grotescos prometían sin descanso.

No es desconocido que muchas mujeres viven situaciones de violencia extremas, en algunos casos tan intensas que incluso pueden provocar la muerte. ¿Por qué las mujeres caen en esta situación? ¿Por qué algunas mujeres se empecinan en creer mentiras?

Existen distintas razones por las cuales las mujeres se ven involucradas en una situación abusiva. A veces los problemas económicos hacen que alguien esté junto a su pareja sin importar las consecuencias, porque el marcharse significaría no tener un lugar a dónde ir, perder el techo sobre su cabeza, perder la comodidad financiera el agunos casos. Estas mujeres tendrían que preguntarse qué tan factible es permanecer víctima del dinero, sabiendo que sus vidas hasta corren peligro así como la de sus hijos, es imperante que se busque ayuda ya sea con familiares o con instituciones. No crean que están seguras junto a un hombre violento, lo impredecible está a la orden del día y lo mejor es actuar rápido. Bajo ningún concepto dejen que el dinero sea una atadura a alguien así, por todos los medios intenten encontrar la ayuda necesaria, siempre habrá alguien dispuesto a dar una mano, no hay lugar para el orgullo cuando la integridad física y psíquica están comprometidas.

Las mujeres que permanecen junto a un hombre golpeador pueden estar actuando así por razones inconcientes. Una baja autoestima será quien engañara a la mujer haciendole creer que nunca nadie más que ese hombre la amara, por lo cual vale la pena soportar cualquier tortura para poder disfrutar de al menos unas migajas de amor y paz cuando él lo decida. Ellas creeran las falsas promesas de que jamás se repetirá la agresión, un juego engañoso donde en el fondo ambos saben la verdad, pero trae una calma momentánea hasta el próximo incidente. Una incapacidad para poner límites y problemas provenientes de la infancia también contribuirán a esta cárcel emocional.

La violencia va más allá de lo físico, el menosprecio mediante palabras también genera sentimientos desagradables y consecuencias psicológicas importantes. Los insultos con el tiempo incluso pueden convertirse en golpes y en algunos casos extremos pueden desembocar en la muerte.

Las mujeres siente humillación e impotencia y muchas veces intentando apartarse de la lástima o el desprecio de su entorno, son capaces de callar lo que está sucediendo en la intimidad de su hogar. El miedo a que su pareja haga algo al respecto si la mujer decide hablar, es otro disparador para permanecer en este estado de mutismo cómplice y doloroso.

En la violencia familiar  los ciclos de tranquilidad se reducen en duración con el paso del tiempo, los episodios violentos iran aumentando en intensidad y frecuencia. Debemos estar atentas a los niveles de stress del agresor, quien podrá actuar de una manera más peligrosa si es alcohólico, consume drogas, se ha quedado sin trabajo, está enfermo, etc.

Ahora veremos el perfil del hombre golpeador. Usualmente nos encontramos con un hombre que en su infancia también ha sido víctima de malos tratos o ha sido testigo de los mismos. Sus padres fueron rígidos en la crianza o alentaron que el niño reaccionara con violencia en la resolución de problemas, también pudo haber sido criado de manera tal que se acostumbró a que todos sus caprichos fuesen cumplidos de una manera egocéntrica, comportamiento que permanece en la vida adulta.

¿Que elementos están participando en la personalidad de este hombre? Puede haber una necesidad extrema de ejercer poder sobre su pareja, esta necesidad de control absoluto está ligada a una baja autoestima y sentimientos de inseguridad, vulnerabilidad e incluso ineptitud. Intentará dominar a la mujer por un deseo enfermizo de ser lo único en su vida, hay una dependencia emocional profunda hacia el otro, que lo empujara a un estado de ansiedad cada vez que la más ínfima posibilidad de separación se perciba. Estos hombres no toleran que su pareja exprese afecto hacia otras personas, incluyendo a sus propios hijos. El agresor es callado, no habla sobre sus problemas, tiene muy en claro cuáles son las flaquezas de su pareja, ignora las consecuencias de sus actos y racionaliza los mismos, convenciendose a sí mismo que no ha hecho nada malo o que la situación de violencia no volverá a repetirse.

Algunas señales de alarma para detectar a estos hombres se dan ya desde el noviazgo, las cuales pueden ser pasadas por alto gracias a la etapa de enamoramiento que nos conduce a idealizar al otro, señales como el exagerado control sobre sus parejas y exigencias en cuanto a puntualidad o vestimenta. Estos hombres pueden ejercer un poder económico sobre su esposa, llevando el control desmedido de los gastos del hogar o incluso haciendo sentir inferior al otro por no estar aportando el mismo sueldo o más al hogar.

Lamentablemente, los niños son los testigos silenciosos de este maltrato, incluso aunque no padezcan físicamente de los abusos, en su mente se irá grabando lo que viven cada día. Ellos vivirán el conflicto de percibir a sus padres como fuente de confusión, resentimiento, se ama a su padre, pero él lastima a su madre, algo difícil de procesar en el psiquismo del pequeño. Podría ocurrir también que el niño se identifique con el agresor creyendo que debido a que la madre no tolera los abusos, la pareja terminara en divorcio y el padre se vera forzado a abandonar su casa. En estos niños es común encontrar ciertas reacciones como trastornos de aprendizaje, problemas de integración social o stress post-traumático.

Mujer, no puedes arriesgarte por más tiempo busca ayuda de inmediato y no dudes en consultar a un psicólogo para trabajar sobre las heridas emocionales producidas por este abuso.

Aquí comparto unos links sobre instituciones que podrán ser de ayuda en estos casos.

 

No dejes que la princesa que hay en ti muera cada día un poco más por alguien que no sabe apreciar lo que encontró en su camino.

Redes sociales: ¿una búsqueda de amor?

Redes sociales una busqueda de amorLas redes sociales se han convertido hoy en día en una herramienta infalible para mantenernos comunicados, compartir noticias de todas partes del mundo, debatir acerca de hechos relevantes, divertirnos, conocernos, jugar, difundir nuestro trabajo, etc. Cumplen variados roles, pero, ¿podrían llegar a cumplir un propósito más elevado todavía?

Existe un falso concepto de que las redes sociales son solamente para personas tímidas, que no tienen vida, que no saben que existe un mundo detrás de la computadora, personas que no sueñan con otra cosa más que con programas y demás. He podido comprobar que esto es simplemente un prejuicio que se ha ido incrustando de cierta manera en el inconciente colectivo, o quizás es un prejuicio nacido de la ignorancia o el malestar.  Es preferible para algunos no participar, mantenerse de lado, porque no se entiende a las redes o porque quizás lo que existe debajo es mucho más profundo de lo que se ha llegado a pensar.

Lo que estas personas ignoran, es que en las redes sociales habitan un gran número de personas exitosas con vidas plenas, que disfutan conociendo personas distintas a través de estos métodos rápidos y sencillos de comunicarse. El mundo de las máquinas ha dejado de ser el reino de los tímidos como se cree, ahora las más variadas personalidades inundan las redes en busca de algo más, de una manera distinta de enriquecer sus vidas.

En todo el mundo son conocidas las historias de personas que se han conocido a través de estos medios de comunicación, quienes han culminado entablando una gran amistad o una relación amorosa. ¿Cuál es la magia que se esconde detrás de las redes?

Dejando de lado el clásico concepto de que uno puede ser quien quiere desde la seguridad y el anonimato de un monitor, que alguien cambiara su identidad a propósito con la finalidad de atraer o ser popular, pensemos en esas personas que muy por el contrario, demuestran sin tapujos su verdadera esencia, esas personas que en realidad le resulta más facil actuar «como ellos mismos». Entonces, si no se busca disfrazar nuestra personalidad, sino se busca luchar contra la timidez, si no se necesita ser un genio de la computación para estar interesado en esto, ¿cuál es la respuesta?

Y quizás la respuesta sea la mas antigua de todas, lo que se busca es nada más ni nada menos que AMOR. No estoy hablando específicamente del amor romántico, estoy hablando del amor desde el aprecio y admiración que los demás puedan llegar  a sentir hacia nosotros. Nos exponemos al mundo intentando demostrar quiénes somos, cómo pensamos, intentando ser transparentes, para que lo demás pueden hacerse una idea de nuestra personalidad y adorarnos por ello.

Las redes sociales son especiales para obtener atención, podemos ser seductores al extremo con tal de tener muchos seguidores o tener tres mil amigos, destacamos nuestra personalidad en busca del cariño y el aprecio de los demás. Existen diversos casos y diversas personalidades, pero básicamente, todo culmina en la misma esperanza, que nos quieran, nos acepten, que se interesen por nosotros.

¿Puede llegar a ser doloroso ser rechazado por una red social? Por supuesto, como cualquier rechazo se convertirá en una herida narcicista difícil de sanar para algunos, por eso se intentará integrarse a como de lugar y ser lo más creativo, cómico, o satírico para atraer las miradas de los otros.

La autoestima se genera desde diversas fuentes y una de ellas es a través de lo que los demás piensan de nosotros, con la tecnología avanzando, también nuestros modos de relacionarnos y de sentir evolucionan. La base de las emociones humanas y primitivas siempre será la misma, pero ahora estas nuevas herramientas hacen que vayamos un paso más allá, y nuestra eterna necesidad de amor no sólo continúa dándose en nuestro entorno «real», sino también en nuestro entorno virtual que ahora pasa a ser tan significativo como el primero.

El amor ocupa un lugar primordial en nuestra existencia, el ser aceptado, como seres sociales que somos  es en extremo importante, hay personas que incluso estarán dispuestas a ceder sus ideologías o modos de actuar con tal de caer en gracia, otros se aferraran a quienes son pero deseando por dentro que eso sea suficiente para los demás. Es natural, no hay nada embarazoso o terrible, es simplemente un deseo que se arraiga en lo más profundo de nuestro ser y gracias a la tecnología ha encontrado una nueva manera de expresarse.

Cuando los celos conspiran contra el amor

Cuando los celos conspiran contra el amor

Es bonito tener a alguien que nos cele un poco, nos sentimos importantes cuando vemos que todavía causamos ese efecto en nuestra pareja, aunque cuando los celos se convierten en una obsesión que consume es cuando nuestra relación cae en un peligroso juego del cual es complicado escapar.

¿Qué es lo que motiva los celos? Los celos surgen de diversas fuentes, una de las más relevantes es la baja autoestima, la persona celosa piensa que no es lo suficientemente buena para merecer el amor de su pareja, por lo tanto el resultado más obvio es que será abandonado por alguien mejor. El entorno familiar también contribuye a este miedo, si el sujeto proviene de una familia donde la moneda corriente eran las actitudes celosas de sus padres entre sí, es posible que el patrón se repita en la vida adulta de este individuo. Si se han experimentado historia de traiciones, el pasado tendrá un peso fuerte alimentando al miedo en el presente.  Personas quienes padecen trastornos de personalidad como los histriónicos, paranoides y narcicistas son más propensas a padecer de celotipia (celos irracionales, intensos, obsesivos e infundados)

Es natural que deseemos ser  únicos, los celos incluso pueden ser  naturales en determinadas ocasiones, como en el matrimonio al motivar a mantener viva la pasión de la pareja. O cuando sentimos tristeza ante la inclusión de un tercero, demostrando que no somos tan únicos ni irremplazables como creíamos.

Aunque también los celos pueden ser vistos como un símbolo de violencia, de posesión desmedida hacia el otro donde esa persona que amamos pasa a ser un mero objeto que debe seguir nuestros caprichos al pie de la letra. Las exigencias, las demandas, desbordan ahogando el afecto de quien padece este castigo.

Los celos son la manifestación de la ansiedad ante la posible pérdida de nuestro objeto de  amor, causando diversas reacciones que algunos casos incluso pueden llegar a ser violentas y desmedidas. Surgen ideas constantemente de que nuestro amado está con otra persona, hasta pueden interpretarse como incriminatorios pequeños detalles inocentes de nuestra pareja, generándose aún más vigilancia y control.

Entre las características de un celoso veremos que esa persona tiene una necesidad abrumadora de controlar al otro en su modo de vestirse, hasta en el más mínimo movimiento. Cada salida a solas de su pareja será una guerra, ya que la imaginación del celoso echara a volar. Es soberbio creyendo que él es el único que posee la verdad y que conoce más a su pareja que ella misma.

Los celos son tan variados como los individuos que los padecen. Así veremos que hombres o mujeres depresivas tendrán reacciones depresivas ante las discusiones por celos. En las personas responsables y dinámicas estas reacciones serán más intensas y fuertes. Los tímidos callaran sus celos, llevando el dolor escondido en su interior. Las personas irritables y coléricas demostraran sus celos mediante actos despiadados que someterán a la persona que aman.

A nivel biológico, la glándula que más influencia posee en los celos es la Tiroides, trayendo consigo tanto manifestaciones somáticas diversas como alteraciones psíquicas y de comportamiento.

Quienes deben tolerar una pareja celosa deben esforzarse muchísimo en la comunicación, demostrándole todo el tiempo al otro de que no  hay nada que temer, haciendo hincapié en el amor que se tienen. No cedas y no caigas en el juego del celoso, si continuamente estás brindando explicaciones, estás alimentando su obsesión. Sé honesto y claro con lo que sientes, en especial cuando te sientes atacado por el excesivo control o las acusaciones carentes de fundamento. Exige su confianza, así como tú le brindas la tuya.

Si tú eres el celoso piensa y confía en el amor de tu pareja, trabajando en tu autoestima, con el pleno conocimiento de que tú vales lo suficiente como para que alguien no te traicione. Ten una vida rica en proyectos y actividades que te causen placer, no hagas que tu vida entera gire en torno al otro, eso solamente generará más inseguridad en ti. Ante situaciones que puedan despertar tus celos, debes reflexionar si tu reacción es válida o está siendo por completo desmedida e irracional. Ten cuidado con los celos, ya que por tu temor de no perder al otro, en realidad estarás actuando de una manera tal que puedes peligrar de verdad el amor que tu pareja te profesa, no conquistaras a nadie bajo presión ni amenazas, si alguien ha escogido estar contigo no será gracias a tu vigilancia extrema.

Me gustaría compartir una historia con ustedes, para que puedan continuar reflexionando sobre este tema.  El amor sin libertad no existe y el  intento de dominar al otro lo único que provoca es que ese bello sentimiento que sentíamos en un principio se vaya desvaneciendo hasta convertirse en menos que una sombra, un recuerdo.

Inseguridad

Siempre fui sumamente insegura. Cuando salía de mi casa revisaba mi bolso al menos tres veces para cerciorarme de que no había perdido las llaves. Luego de pagar algo, revisaba si mi billetera estaba conmigo o la había dejado olvidada. Si cerraba la puerta de mi casa, intentaba abrirla solamente para saber si realmente la había cerrado.

Probablemente algunos psicólogos tildarían éstas conductas características de personas obsesivo-compulsivas, o algo por el estilo, pero en realidad todo esto se debe a mi inquietante, molesta y abrumadora inseguridad. Pero mis locuras no finalizan aquí, aún no he confesado mi más tortuosa espina: la desconfianza. No solamente me cuesta muchísimo confiar en las personas, sino que creo que cada hombre de esta tierra es una serpiente dispuesta a traicionar ante la menor oportunidad.

Quizás algunos de ustedes pueden llegar a pensar que me estoy refiriendo a ese cierto temor que una mujer enamorada experimenta, después de todo es bastante lógico que se tema, un poco solamente, perder a la persona que se ama. Bueno… no exactamente. Porque mi miedo es gigantesco, sobrepasa los límites del más puro terror. Es un pavor absoluto a ser traicionada, utilizada, vilmente lastimada.

Como podrán imaginarse jamás me fue sencillo mantener una relación, no duraban nunca más de tres o cuatro meses. Todos, y me refiero a absolutamente todos, los pobres desdichados que tuvieron la desgracia de involucrarse conmigo fueron alejados por mi indescriptible temor.

Y fue así que me quedé sola y triste. Sentía que no tenía otra salida que renunciar al amor, ya que cada vez que un hombre se me acercaba, yo escapaba. Temía que ese pudiera ser el comienzo de otro desafortunado capítulo de mi patética novela de relaciones.

Sin embargo, el destino me tenía preparada una más que grata sorpresa. Gracias a una de mis mejores amigas, conocí un hombre perfecto para mí. Era la criatura más insegura, celosa y obsesiva de este planeta, en otras palabras, nada más ni nada menos que mi alma gemela.

Comenzamos a salir y de inmediato nos dimos cuenta de que éramos el uno para el otro. Nos necesitábamos mucho, el tiempo que estábamos juntos no nos parecía suficiente, deseábamos amarnos con locura todo el tiempo y en la cama…¿Qué les puedo decir? En la cama éramos imparables.

Que ironía que tiene la vida, aunque ustedes no lo crean, mi novio comenzó a comportarse de un modo aún más que extraño que el mío. Porque si yo tenía una personalidad que rayaba en la locura, el sin duda alguna me superaba. Jamás se me hubiera ocurrido siquiera…esta vez era yo quien comenzaba a sentirse agobiada en la relación.

Todo comenzó muy sutilmente, tanto que ni siquiera me di cuenta. Al principio su pedido fue que no saliéramos separados, a todo sitio que yo iba él me seguía como mi fiel sombra. Ésto me complacía, porque él hacía lo mismo, lo cual me permitía tenerlo vigilado y así calmar un poco mi paranoia.

Después comenzó a percatarse de que yo llamaba demasiado la atención de los hombres. A veces era cierto que mi cuerpo era víctima de lascivas miradas, pero cuando no lo era, mi novio se encargaba de inventarlas. Su “dulce petición” fue que dejara de utilizar ropas ceñidas que resaltasen generosamente mis atributos. Obedecerlo esta vez me resultó un poco más difícil, ya que debo admitir que me fascinaba utilizar ese tipo de ropa.

Al poco tiempo, el desdichado maquillaje cayó presa de sus prohibiciones. Mi novio ya no me pedía generosamente las cosas, ahora me las imponía, y si yo osaba hacer lo contrario, su enojo podía durar días haciendo intolerable su compañía. Así que también debí ceder. Era otra persona, nadie me reconocía…Y comenzó la guerra.

Mi inseguridad y temor de ser traicionada me hizo pensar que él solamente me quería dominar para que fuera su trofeo (clásica actitud masculina, nos exigen todo pero nunca dejan de hacer lo que les place). Sentía que era yo quien hacía todos los sacrificios, mientras él no había cambiado ni un ápice su acostumbrado modo de vida. Fue cuando decidí que ya era tiempo de que las cosas cambiaran. También comencé a hacerle miles de peticiones: que dejara de ver a su mejor amiga, que evitara todo contacto tanto físico como verbal con las mujeres, que cambiara su modo de vestir e incluso le prohibí que se cortara el cabello. Por supuesto que ante mis reclamos más prohibiciones surgieron por su parte.

Nuestra psicótica  relación estaba atada a una innumerable lista de reglas. Si no las obedecíamos sabíamos que pagaríamos muy caro las consecuencias. Si él no me hacía caso, yo simplemente buscaba alguna manera de vengarme y hacerlo sufrir. Si yo ignoraba el reglamento, él se encargaba de hacerme la vida miserable.

Así fue que nuestra relación se volvió insoportable. Cuando él decía que lo agobiaban mis pedidos, yo decía que él me tenía harta y que él había sido el verdadero culpable del origen de todas aquellos sagrados mandamientos. Conclusión: volvíamos dócilmente a atenernos a las cadenas que nosotros mismos nos habíamos impuesto.

Pero un día ya no pude más. Lo cité en un restaurante y le dije que debíamos terminar. Entre miles de reproches y lágrimas me fui de aquel lugar, comenzando a arrepentirme casi de inmediato de lo que había hecho.

Apenas habían transcurrido tres días desde nuestro triste encuentro cuando él se comunicó conmigo y me citó en una dirección que no conocía. Al llegar a aquel inhóspito lugar, un terreno vacío, desierto y escalofriante, lo encontré.

– Mi amor, te estaba esperando, temía que no vinieras- me dijo en un tono más dulce que la mismísima miel.

Yo corrí a sus brazos y comencé a llorar.

– Soy una tonta, nunca debí haber terminado contigo, te amo tanto.

– Ven conmigo.

Él me tomó de la mano y me condujo a un pequeño galpón abandonado. Entramos y el cerró aquel inmenso portón con llave. Comencé a asustarme un poco, pero su apasionado besó me calmó. Poco después, ante mis ojos interrogantes, él arrojó la llave por una pequeñísima hendidura en una de las paredes de aquel recinto. Si hubiéramos querido recuperarla nos hubiera resultado imposible.

– ¿Qué estás haciendo?

– Aquí nadie nos encontrará jamás. Aquí nunca habrán hombres que quieran arrebatarte de mí, no más ropas provocadoras, ni maquillajes innecesarios. No más amigos, nadie que nos moleste. Seremos sólo tú y  yo por siempre.

Casi me desmayó del terror. En aquel lugar tan remoto las chances de que nos encontraran era mínimas, para no decir imposibles. Moriríamos de hambre y sed en cuestión de días. Sin embargo, la razón ya no importó. Todos mis lógicos pensamientos fueron desechados por la maravillosa oportunidad que mi amado me estaba ofreciendo. Él también estaba renunciando a todo, ya no tendría que preocuparme por nada, porque por más que quisiera traicionarme jamás podría. Una inmensa sonrisa iluminó mi rostro haciendo desaparecer mi mueca de preocupación. Caminé lentamente hacia él y lo abracé. Cerré los ojos y suspiré.

– Es el mejor obsequio que podías hacerme. Gracias, te amo.

Permanecimos abrazados por horas y horas, y cuando el hambre comenzó a aguijonearnos insistentemente, no nos importó. Él y yo estábamos juntos, él me pertenecía por entero y no podría escapar nunca, ¿qué más podría pedir para ser feliz?

Mentiras: Grito de ayuda

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Todos sabemos que mentir no es correcto, que puede traernos problemas y la mejor política siempre es la sinceridad…  ¿Pero qué sucede cuando nos sentimos obligados a mentir?

Existen varios tipos de mentiras, pero en este artículo hablaremos de las mentiras “por necesidad”. Los padres muchas veces se sienten traicionados al descubrir que sus hijos adolescentes les han mentido descaradamente, o las parejas se enfurecen cuando descubren alguna mentira por parte de la persona amada. En estos casos habría que preguntarse, ¿por qué nos miente el otro?

No es nada nuevo el tema de la búsqueda de independencia de los adolescentes, la necesidad de separarse de sus padres en el intento de construir su propia personalidad. Y no nos debemos de extrañar cuando nuestros hijos quieran experimentar nuevas salidas porque simplemente están en la edad de hacerlo.

Los padres muchas veces por miedo, prohíben a sus hijos a salir con ciertos amigos o no les permiten ir a determinados sitios, lo cual a veces es razonable y otras veces no. Primero deberíamos preguntarnos si lo que nuestro hijo nos pide es tan terrible como lo imaginamos en nuestra mente. Porque por supuesto que quedarse a dormir en lo de un amigo puede no significar ninguna amenaza, o ir a ese baile no es el fin del mundo.

Antes de decirle que no a raja tabla, escuchemos los que nuestros hijos quieren decirnos y si hay algo que no nos convence demasiado, siempre podemos buscar soluciones alternativas a ese no, quizás nuestro hijo pueda ir acompañado de un hermano mayor o un amigo de confianza.

Si nuestra primera respuesta a sus atisbos de independencia siempre será una negativa, los adolescentes se sentirán forzados a mentir para salirse con la suya, ellos son obstinados y cuando hay una idea que los seduce la mayoría lo harán con o sin el consentimiento de los padres, por eso la comunicación es fundamental, saber qué es lo que nuestros hijos quieren, sienten, necesitan.

Si descubrimos una mentira por parte de ellos, en vez  de poner el grito en el cielo, es hora de que nos sentemos tranquilamente a charlar y averigüemos qué es lo que los condujo a hacer eso en un primer lugar.
Otro caso clásico de mentiras “por necesidad” es cuando estamos involucrados en una relación amorosa donde los celos están a la órden del día.

Muchas veces querremos hacer algo por completo inocente, pero en la cabeza alocada de nuestra pareja esa inocente actividad puede ser el comienzo de un verdadero desastre, el otro confundido entre lo que desea hacer y lo que debería hacer para no herir la susceptibilidad de su pareja, se ve “obligado” a mentir.
Solemos mentir para no herir al otro o para salirnos con la nuestra a como de lugar, pero tras las crueles mentiras siempre se esconde un pedido de ayuda, un reclamo de atención de que las cosas no están bien.

Debemos aprender a respetar al otro en su diferencia y en sus deseos, no podemos pretender gobernar el corazón ni la mente de los demás, la libertad y la honestidad son la clave. Así que cuando se vean enfrentados a alguna de estas situaciones, donde se sientan tentados a mentir o sean víctimas de una mentira, hablen, comuniquen qué es lo que está sucediendo, lo que están pensando, sintiendo, el diálogo es nuestra mejor herramienta para dejar en claro lo que queremos y como deseamos que nos traten. Tenemos derecho a ser sinceros sin temor a las consecuencias así como también tenemos derecho a conocer la verdad.

Cuando el amor muere…Tú renaces

Todo mortal se ha enfrentado alguna vez a una ruptura amorosa, hemos podido sentir el suelo resquebrajarse bajo nuestros pies cuando el otro decide marcharse y nos quedamos solos y confundidos sin saber qué hacer. Pero siempre olvidamos que cuando algo termina es sólo para darle paso a un nuevo comenzar.

El fin del amor no es el fin de nuestras vidas, sino el comienzo de algo mucho más intenso. ¿Qué pasaría si este terrible dolor en realidad sólo se tratase de una oportunidad para explotar nuestro potencial? ¿Qué pasaría si esta fuera nuestra chance de convertirnos en nuestra mejor versión? ¿Qué pasaría si esto sólo fuera una excusa del destino para descubrirnos a nosotros mismos?

En este pequeño aunque intenso e-book encontrarán consejos prácticos para poder seguir adelante luego de que nos han destruido el corazón y además veremos cómo el amor está teñido de fantasías que deben ser desterradas.

Aquí lo tienen…

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com