No te amo…pero me quedo

“Hace dos años descubrí que mi marido me fue infiel. Mi mundo se vino abajo, ahora lo miro y mi esposo me da asco, no quiero me toque, no soy feliz con él. Pero no me voy a ir, no, porque es muy difícil…No hay manera, tengo dos hijos chicos…Y es muy difícil…Yo que sé, supongo que puedo perdonarlo algún día…¿Y cómo voy a hacer para mantenerme? Tampoco voy a perder todo porque el idiota metió la pata, ¿no? Sí, yo me quedo, es lo mejor para mis hijos…lo mejor para mí, ¿no? ¿Por qué como me voy a mantener con mi sueldo? ¿Y las comodidades? No voy a dejar que otra se aproveche de todo lo que mi marido ha logrado, porque yo estuve ahí cuando él se hizo de abajo, yo, no la otra, ¿me entendés no? Y además mis hijos, no quiero que sufran…Mejor ni te cuento acerca de mis padres, ¿sabes lo que van a pensar de mi? No quiero que me vean como una fracasada, no quiero ser igual a mi hermana. Yo era la perfecta, no voy a dejar que nadie deje de verme así por culpa de él, no le voy a dar el gusto.”

Carina tiene 42 años y se encuentra en un momento complicado de su vida. Su marido a quien adoraba la traicionó, la irónica vida tuvo la desfachatez de demostrarle que su vida no es perfecta como todos piensan, como ella misma creía que era. Aquí vemos su encrucijada, continuar sin él o quedarse con quien ya no ama, con quien desprecia.

La historia de Carina es una de las historias más comunes que se ven en la clínica, lamentablemente las personas no se comportan todo lo bien que deberían comportarse, las tentaciones existen y el amor muere, ¿pero qué hacemos con esto?

Uno de los más grandes errores que pueden cometerse es quedarse con alguien a quien no se ama, cambiar  nuestra felicidad, nuestra vida, nuestra independencia por alguien que no respetó a su familia en un primer lugar. La infidelidad es en extremo compleja y está a criterio de cada uno cómo actuar ante esta eventualidad, el problema es cuando sabemos que por más que lo intentemos no podemos perdonar a alguien o simplemente el amor eterno que le profesábamos a nuestra pareja resultó ser no tan eterno.

Hombres y mujeres, pero más que nada mujeres lamentablemente, en ocasiones se ven atrapadas en una red de auto desprecio, mentiras, falta de respeto y amor propio. Cuando el amor se extingue deciden quedarse con su pareja bajo el estandarte de las más variopintas excusas. La más común, los hijos. Comencemos a quebrar este mito. Cuando una persona no es feliz con otra resulta demasiado notable, no quizás para aquellos que apenas comparten unos momentos o unas horas en nuestra vida, pero sí para quienes viven bajo el mismo techo. Agotados de estar montando un espectáculo cada vez que estamos fuera de nuestro hogar, cansados de convencer a todos de que la vida es maravillosa, cuando se llega a la casa nuestros pesados disfraces caen y a quienes prometíamos protección, son quienes deben convivir con la verdad. Nuestros hijos son los mudos testigos de las peleas, del mal humor, de las ausencias, de las miradas asesinas cubiertas bajo falsas sonrisas, de las palabras llenas de furia susurradas al pasar. ¿Realmente somos tan ilusos como para creer que los niños no entienden nada? ¿Nos creemos más inteligentes que ellos? La realidad es que lo entienden todo, no con la claridad de un adulto por supuesto, pero tienen la experiencia suficiente para saber que mamá y papá ya no se soportan, no importa cuánto esfuerzo ni actuación pongamos de nuestra parte. Aceptémoslo, ellos son una parte de nuestra vida y como tal, aprenden a leer nuestro corazón, aprenden a escuchar aquello que no nos atrevemos a decir ni a nosotros mismos. Así que si realmente crees que quedarte con tu esposa o con tu marido una vez que el amor se esfumó es lo mejor para los niños, piénsalo dos veces, porque estás por muy mal camino.

La excusa número dos: el dinero. Es imposible que aprendamos a mantenernos por nosotros mismos, nadie nos va a dar trabajo, no sé hacer nada, nadie puede ayudarme.  Cuando lamentablemente nos vemos atados por el dinero, es cuando más tenemos que apelar a nuestra creatividad y a nuestra red de contactos. Les aseguro que si se mueven lo suficiente, si explican su situación, si apelan a algún talento perdido, hay muchas maneras de obtener dinero extra. Quizás es cierto, al principio las comodidades no serán las mismas, pero nuestra pareja tiene obligaciones legales, así que técnicamente nuestros hijos continuarían recibiendo el dinero que les corresponde. No hay que cerrarse a la oportunidad, hay que reflexionar sobre la situación e intentar buscar la mejor opción. Quedarse en un matrimonio frío por dinero nos hace esclavos.  A veces es necesario tragarse el orgullo, levantarse, sacudirse el polvo y continuar adelante con la cabeza erguida, pedir  ayuda no es señal de debilidad, sino de inteligencia.

La excusa número tres: lo que los demás piensan de mí. Damos demasiada importancia a la opinión de los otros, tanto que les obsequiamos el poder, les permitimos que sean ellos quienes decidan sobre nuestras vidas y nuestro actuar, como verdugos sin compasión que nos destruirán y sonreiremos estúpidamente cuando nos corten la cabeza. ¿Por qué continuamos cayendo en esta mentira, una de las más peligrosas de todas? La gente dirá lo que quiera de nosotros sin importar cuán excelsa o desastrosa sea nuestra vida en este momento, siempre hay algo que decir, algo sobre lo cual especular, algo sobre lo cual mentir, algo que nos baje de nuestro pedestal con una piedra. ¿Vamos a vivir nuestra vida como títeres sin decisión? ¿Nos amamos tan poco que vamos a dejar que personas que viven vidas peores que las nuestras se conviertan en los maestros de nuestro destino? Reflexionen…¿recuperamos nuestro poder? Los comentarios de los demás son relevantes en la medida en que nosotros permitimos que lo sean.  Si decidiéramos rebelarnos, ser como somos, vivir bajo nuestras propias decisiones, ¿no sería estupendo? Si esa persona que cree que es mejor que yo es feliz mintiéndose así misma, ¡genial! Nadie puede herirte a menos que tú les des tu consentimiento y un divorcio no es un fracaso, es simplemente honestidad. Lo que digan los otros jamás ha sido importante, simplemente nos hemos creído la mentira de aquellos a quienes les conviene que pensemos que las tonterías que dicen tienen algún tipo de relevancia.

La verdadera razón: MIEDO. Todos tememos a los cambios y sobre todo al ESFUERZO que implican los mismos, nadie ha dicho que ser los dueños de nuestra vida sea fácil, pero la alternativa es la verdaderamente aterradora. Dejar que nuestras decisiones se basen en lo que nosotros creemos que quieren los otros es agotador y no hay nada más triste que jamás ser los dueños ni siquiera de nuestra felicidad. Si vas a ser infeliz, al menos hazlo por ti y no por complacer el morbo de quienes desean verte caer. Quedarse con quien no amas es triste para ti y para quienes te aprecian, es doloroso para tus hijos y para tu autoestima, te conviertes en una sombra y los años transcurrirán dolorosamente mientras te vas extinguiendo en pos de excusas sin sentido. La comodidad, hasta la pereza me atrevería a decir, son pesadas cadenas de las cuales debemos escapar. Debemos trabajar en pos de nuestra propia alegría, debemos ser quienes establezcamos nuestras propias reglas, debemos estar con quienes amamos y nos aprecian. Si vamos a equivocarnos, a caer, que al menos sea porque decidimos vivir una experiencia, no porque alguien más decidió por nosotros. La vida es demasiado corta y hay que saber tomar las decisiones a tiempo. La vida es demasiado fácil, somos nosotros quienes la complicamos decidiendo hacer lo que creemos que es correcto, nuestro corazón no nos miente y a veces es más sabio que todas nuestras racionalizaciones. Somos los dueños de nuestro destino y cuando aprendamos esta verdad, finalmente seremos libres.

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com

 

Terapia de Intercambio de Roles …..¿se animan a probar?

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La Terapia de Intercambio de Roles es un procedimiento terapéutico aplicado a parejas, que consiste en buscar la solución de los problemas comenzando por la imitación física del otro, para conseguir así entenderlo desde su punto de vista y poder llegar más fácilmente a acuerdos. Dicha imitación, no sólo implica emular su postura y actitudes, sino que empieza por usar durante la terapia, el tipo de ropa que usa la pareja, vistiéndose como hombre las mujeres y los varones como ellas, pudiendo éstos últimos incluir no sólo pelucas sino también maquillaje. Algunos de los reconocidos terapeutas que la emplean desde hace varios años, son los psicólogos mexicanos Elizabeth Soto y José González.

Existen numerosas circunstancias, en las que no es suficiente con intentar ponerse en los zapatos del otro solamente como un ejercicio mental, sino que se hace necesario un espacio donde desde lo físico, se pueda empezar a jugar ese rol para poderlo comprender mejor. Y es justamente ahí, donde esta impactante y novedosa terapia ofrece su propuesta. Siendo destacable, el hecho de que ha logrado éxito en casos complejos como cambios radicales de actitud en esposas demasiado celosas y maridos que antes eran posesivos y dominantes, actitudes todas, que por supuesto les implicaban serios problemas en su relación conyugal.

Muchas personas ya sea a causa de ideas sumamente conservadoras, o por simple desconocimiento acerca de este tipo de terapia, al escuchar por primera vez sobre la misma temen que quienes la practiquen puedan llegar a confundirse respecto de su orientación sexual. Lo cual es absolutamente falso. Cuando se tiene una plena seguridad acerca de la identidad sexual, no hay lugar para el miedo a volverse gay.

Por tanto, cambio de roles no es cambio de sexo. Este tipo de prácticas se realizan siempre dentro de un encuadre terapéutico, con instrucciones a cargo de un profesional cuyo objetivo es crear modificaciones en el pensamiento. Ya que ese vestirse  e intentar adoptar la postura corporal del otro, es sólo para procurar ponerse mental y físicamente en su lugar.

El proceso terapéutico puede igualmente incluir de vez en cuando, un intercambio de vestimenta y actividades dentro del hogar. Un caso que considero muy ilustrativo al respecto, es el de un paciente que solía quejarse de que su esposa usaba siempre en la casa ropa deportiva. Hasta que a él le tocó cuidar a sus hijos pequeños todo el día, pudiendo entonces percatarse de cuánto pueden manchar y de lo necesaria que es una ropa que permita moverse con comodidad al atenderlos y jugar con ellos. A este mismo paciente, también acostumbraba incomodarle el hecho de que a su juicio, durante las salidas su esposa no se apresuraba al caminar cuando se lo pedía, hasta el día en que él mismo usó zapatos de taco, notando que no sólo debía hacer equilibrio sino también caminar a otra velocidad.

En esta línea, unos simples ejercicios para hacer en casa, podrían ser por un lado, si eres hombre y te resulta interesante esta temática pero no te sientes aún como para vestirte y maquillarte como tu esposa o novia, puedes por ejemplo conseguir unos zapatos de taco que te entren y caminar con ellos no menos de 15 o 20 minutos. Si ella suele depilarse con glucosa o cera, otra sugerencia podría ser que intentaras hacer lo mismo por lo menos una vez.

Si eres mujer, podrías ponerte su ropa e imitar su manera de caminar y sentarse durante un buen rato hasta que te salga lo mejor posible, quizás entonces, compartas la impresión que han tenido muchas pacientes, acerca de cuánto menos expresivos desde la postura pueden ser los hombres y cuánto menos pueden demostrar (ya que la sociedad los incita a que no lo hagan) sus sentimientos en comparación a nosotras.

Todos, tanto hombres como mujeres, tenemos una parte más sensible y pasiva que en nuestra cultura occidental es pensada como femenina, así como otra parte más agresiva y activa pensada como masculina. Lo que aprendes de tu parte femenina y tu parte masculina, así como de la combinación de ambas, no perjudica en nada la vida sexual, sino todo lo contrario. A muchos pacientes que además eran padres, les significó también cambios muy positivos en el relacionamiento con sus hijos.

Cuando la pareja está fuera del consultorio, durante su vida cotidiana, existe un enriquecimiento en todo sentido. Ello se debe, a que ambos cambian su forma de ver la vida ampliando su perspectiva en las distintas situaciones, siéndoles posible entonces, contemplarlas desde más de un punto de vista.

Podemos siempre que estemos dispuestos a hacerlo, abrir más nuestra mente y comprender que nuestra capacidad como seres humanos es más grande que las ideas que nos inculcan desde pequeños. Sólo es necesario tener un deseo genuino de cambiar y progresar. Recuerda que eres feliz en la medida en que tú mismo te procures la felicidad. Una vez que te hayas decidido a cambiar, pronto verás que tu círculo más cercano de personas tendrá actitudes más agradables y colaboradoras para contigo, lo cual no será nada más que una simple respuesta a tu cambio de actitud.

Existen diversos caminos a tomar para solucionar los problemas, éste es sólo uno de ellos, cuantas más vías conozcamos menos limitados estaremos a la hora de solicitar ayuda profesional.  Asimismo, es necesario tener en cuenta que como sujetos, no somos un simple rol ni andamos por la vida como si fuésemos permanentes actores. Ningún ser humano es un mero papel a ser interpretado, sino que todos somos personas multifacéticas que necesitamos querernos en todas nuestras dimensiones.

Déjalo ir

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Cuando una relación se termina atravesamos por un duelo y una de las fases que lo componen es la negación. Nos cuesta entender que la historia terminó, que el amor eterno que nos habían prometido llegó a su fin y aquí es cuando puede generarse un problema.

Hay personas que si bien no pueden comprender que la relación terminó no actúan en consecuencia. Sin embargo, existe otro grupo de individuos que experimentan tantos problemas para superar lo que ya no se tiene, que harán todo lo posible por intentar reavivar una llama que se apagó hace tiempo. Las personalidades dependientes, quienes necesitan de otra persona para que les demuestren que ellos valen, quienes basan su autoestima específicamente en situaciones externas y conceptos de otros, intentararan desesperadamente recuperar aquella sensación de seguridad y bienestar, no están preparadas para lidiar con el mundo ellas solas, así que harán hasta lo imposible por regresar a una etapa que ya fue superada por el otro.

Al no poder darle un cierre a la relación amorosa, lo que se intentara antes que nada es no perder contacto con la ex pareja. El contacto puede generarse de manera sútil, un simple email, un mensaje de texto, una ocasional llamada. Las excusas son variadas, desde el simple «me gustaria saber cómo estás» hasta el pretexto de que quieren recuperar algún objeto que han dejado olvidado. Una vez que se da inicio a estas comunicaciones, es díficil detenerse. En la mente de una persona, ciertas acciones inocentes pueden tomar significados caprichosos que distan mucho de ser ciertos. Por ejemplo, si la ex pareja responde, puede querer decir que todavía siente algo por nosotros, que no todo está perdido, que hay otra oportunidad, una esperanza por la cual luchar.

Estos contactos se harán cada vez más frecuentes provocando malestar en la ex pareja, no solamente porque interfiere en su vida, sino que también puede comenzar a molestar en una nueva relación que ha dado comienzo. La ex pareja deberá reaccionar de manera firme, no dejándose llevar por las demandas del otro y en ciertos casos lo mejor que se puede hacer es ignorar por completo a quien está molestando. Si esto no da resultado, hay que dejar las cosas bien en claro mediante una charla, pero en todos los casos, siempre habrá que dar por terminada la relación ya que en estas situaciones ni siquiera una relación amistosa puede sostenerse.

Si eres tú el que se encuentra en la situación de necesitar al otro, debes entender que no puedes hacerlo y hay que seguir adelante, el único perjudicado serás tú y uno debe tener la humildad suficiente para saber cuando algo ya no tiene solución. Si realmente te cuesta superar la ruptura busca ayuda, pero por tu propio bien debes terminar todo contacto con tu ex pareja, solamente te ocasionara dolor y hasta humillación.

El juego del amor es un juego delicado, donde dos personas deben estar comprometidas y respetar al otro, pero se necesita de dos, cuando alguien ya no nos ama no importa qué hagamos para recuperar su atención, lo único que lograremos es que sienta desprecio y lástima. Seamos inteligentes y cuidemonos, no podemos forzar los sentimientos de los demás, pero siempre tendremos el poder de manejarnos y ser los dueños de lo que hagamos. Seamos responsables de lo que sentimos y trabajemos en superarnos, los ruegos no convencerán a nadie.

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Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com

Amor y soledad


Al involucrarnos en una relación amorosa nos llenamos de fantasías, sentimos que nuestro mundo es el mejor y estamos llenos de ilusiones. Con el correr del tiempo, sin embargo, la pasión que nos enloquecía y aquellas cosas que amábamos, pueden terminar convirtiéndose en las cosas que más nos molestan ahora. Con el tiempo y la rutina el amor comienza a desgastarse y podemos sentirnos solos incluso estando acompañados.

Uno de los sentimientos más molestos es estar inmersos en la soledad cuando la persona que amamos está justo a nuestro lado. La falta de comunicación en las parejas abre un abismo insondable entre dos almas que comienzan a perder todo lo que una vez tuvieron en común. A veces, la conversación entre los dos se limita a discusiones y cada comentario puede culminar en una guerra sin misericordia.

¿Por qué se desgasta el amor?

Su explicación la encontramos en diversas fuentes, una de las más conocidas es la rutina. ¿Qué queremos decir cuando hablamos de rutina? Va más allá de siempre hacer lo mismo, de siempre estar juntos, de hablar sobre los mismos temas, de salir con las mismas personas. El problema radica también en que las personas se confían en lo que tienen y lo dan por sentado. Una vez que la relación va sobre ruedas ya no se esfuerzan más por la pareja, porque saben que se ha ganado el amor del otro y no le encuentran sentido a ese continuar conquistando a alguien que ya poseen. Lo que la gente no comprende, es que el amor es algo que siempre debe atenderse, un fuego muy intenso pero muy frágil, el cual puede apagarse fácilmente ante el primer descuido. Es una de las quejas más frecuentes de las mujeres, y de algunos hombres también, que el otro ya no hace cosas por conquistarlos, ya no escribe cartas ni envía flores, no recuerda aniversarios o no se esfuerza ni por una minina sorpresa. A veces con los detalles más simples podemos mantener la ilusión de nuestra pareja y demostrarle que realmente nos importa.

Otra de las razones es que las situaciones de la vida van cambiando a la vez que nos van cambiando a nosotros. Las cosas que nos motivaban a los 20 años seguramente no son las mismas a nuestros 30 y así como nuestros intereses se van transformado en nuevos, nuestros rasgos de personalidad pueden cambiar. Uno debe estar dispuesto a adaptarse al nuevo sujeto que se presenta ante nosotros, debe importarnos saber lo que piensa, lo que siente, y no asumir que esa persona que conocemos hace años es la misma. Gracias a la conversación y a la curiosidad hacia el otro, podemos sorprendernos y hallar cualidades que no creíamos que estaban ahí.

Cuando las discusiones comienzan a formar parte de la vida diaria es cuando debemos abrir nuestros ojos. Si hay algo que está inquietando a nuestra pareja lo demostrara con cambios de ánimo que probablemente no comprendamos del todo. Si vemos a alguien irritado por tonterías, seguramente hay una razón de fondo mucho más profunda que tenemos que intentar descifrar, pero no adivinemos, hablemos y preocupémonos por lo que esa otra persona está atravesando. Muchas veces la situación laboral o familiar puede causar estragos en nuestro humor y tendemos a desquitarnos con quien tenemos más cerca. El resentimiento o dolor sentido lo podemos estar proyectando hacia nuestra pareja cuando en realidad ella no es la causante de nada,  por eso debemos ser responsables con lo que sentimos y cómo lo demostramos. Ciertas personas, en especial los hombres en su mayoría, encuentran difícil hablar de sus sentimientos y prefieren aislarse o exteriorizar lo que les sucede mediante el mal humor. Esto no es recomendable ya que solamente acarreara más incomodidad y más sentimiento de soledad. Y si eres tu quien debe enfrentarse a alguien que no quiere compartir lo que siente, pues acércate a esta persona desde otro lugar, con caricias, abrazos, pequeños obsequios o detalles, hazle saber que estás ahí para él o ella.

El sexo es otro de los indicadores de que algo no está bien. Al sentir nuestra libido disminuida nosotros nos sentimos mal por no sentir el deseo y hacemos sentir mal al otro haciéndole creer que ya no hay amor. Cuando experimentemos este adormecer sexual es conveniente consultar a un especialista o al menos tomarnos el tiempo de saber qué es lo que nos está sucediendo. A veces la libido disminuye porque estamos enojados con nuestra pareja y nos negamos a entregarnos al otro; otras porque hay demasiadas preocupaciones en nuestra cabeza o simplemente estamos extenuados por encargarnos de demasiadas responsabilidades, ya sean laborales o familiares. Lo importante es que no dejemos decaer este vital aspecto de nuestra relación, ya que si descuidamos el deseo sexual, estamos invitando más problemas a nuestro hogar, incluso hasta las infidelidad.

Al enfrentarnos a algunas de las distintas complicaciones que pueden ir surgiendo en una relación amorosa, lo fundamental es que estemos abiertos al dialogo con el otro, a la paciencia, al cariño, que realmente le demos a nuestra pareja el lugar de importancia en nuestras vidas que merece. Y si nos sentimos solos debemos evaluar todas las posibilidades para solucionarlo, aunque a veces, todos estos signos pueden también simbolizar que ya no estamos tan enamorados como antes. La pregunta que debemos hacernos es: ¿vale la pena luchar por mi pareja? Este es el principio de todo y dependiendo de esta respuesta podremos evaluar qué camino elegir, si intentamos salvar nuestra relación o si ya es momento de olvidarla y seguir adelante. Todos merecemos ser felices, debemos respetar a los demás, pero no podemos olvidarnos de respetarnos a nosotros mismos. Tener en claro cuál es nuestro verdadero deseo, qué es lo que sentimos, será lo que nos de la fortaleza para actuar de la manera adecuada. No permitas encerrarte en la soledad del amor, porque esta es mucho más triste que la simple soledad, la otra soledad que podemos experimentar, la cual a veces se convierte en necesaria.