Autoestima desde la infancia

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En numerosas ocasiones, tanto Mariana como yo hemos empleado la palabra autoestima en el marco de diferentes temáticas. ¿Pero de qué hablamos cuando hablamos de autoestima? Amor a uno mismo, es en lo primero que piensan muchas personas al escuchar este término. Esta vez nos detendremos en el mismo para ahondar sobre su significado y construcción desde las primeras etapas de nuestra vida.

No podemos hablar de autoestima sin definir antes qué es el autoconcepto; cómo la persona se representa mentalmente a sí misma. Siendo la autoestima, la evaluación que hace de esa representación.

El autoconcepto como descripción mental comprende las áreas cognitiva, comportamental y afectiva. Por consiguiente abarca otras áreas como son la laboral, académica, familiar, apariencia física, relacionamiento social, así como la ética y la moral.

Por tanto, un sujeto puede aprobarse ampliamente como profesional al mismo tiempo que desaprobarse en sus habilidades sociales.

Esa valoración que realizamos de nosotros mismos parte de una comparación que hacemos con respecto a un patrón de conducta ideal aprendido así como auto impuesto. Si es un patrón excesivamente elevado, las propias evaluaciones rara vez podrán alcanzarlo, lo que conlleva una predisposición a la baja autoestima.

Primeros años de vida

En los primeros años de la infancia, los juicios de valor que el niño realiza acerca de lo que percibe sobre sí mismo y los demás, son esenciales tanto para su conducta como para la configuración de su autoconcepto. Aquí juega un papel fundamental la evaluación tanto explícita como implícita que los padres hagan sobre el comportamiento del infante.

A través de premios o castigos, los padres van enseñando a sus hijos cuáles conductas son las aceptables y cuáles no. Si los castigos son moderados y firmes, pero sin agresividad y generalizaciones, no habría lugar para que se generara un autoconcepto pobre que diera lugar a su vez a un déficit de autoestima.

Los factores determinantes para la influencia de los castigos sobre la autoestima son; la frecuencia y consistencia de los mismos, qué tan usual sea su asociación con la agresividad, la no diferenciación por parte de los padres de una conducta específica ante un estímulo por parte del niño y de la identidad global del mismo, y finalmente, el hecho de que los padres establezcan normas de comportamiento que se basen en criterios personales tales como gustos o cuestiones de necesidad.

En la escuela

El ambiente escolar, en especial el relacionamiento con los docentes, tiene un peso importante en la construcción del autoconcepto. Investigaciones como la de Entwisle y Hayduck han demostrado que el nivel de autoestima del maestro repercute en el rendimiento de los estudiantes. Ello se debe a que tiende a desempeñar su rol de forma distante, fomentar actividades competitivas o individualistas, sirviendo asimismo de modelo a imitar por parte de los alumnos.

Autocontrol

Es un factor que influye positivamente en la autoestima infantil, ya que al ver que pueden controlar sus emociones y conducta se sienten más seguros y capaces. Ello se debe a que el autocontrol da lugar a la vez que fortalece la independencia y la capacidad de elección. Cuando los niños pueden planificar su conducta así como las estrategias para lograr sus objetivos, se ven a si mismos y son vistos por los demás, como personas más responsables y maduras, obteniendo también la posibilidad de ir participando cada vez más en actividades sociales donde se los valore positivamente. Todo lo cual, redunda en un autoconcepto y autoestima más positivos.

Las estrategias de autocontrol los ayudan a manejar mejor la influencia de factores externos reemplazándolos por la planificación interna. Esta percepción propia de control aumenta la probabilidad de poner en práctica respuestas adecuadas.

Si ello no ocurre, la idea de que no se es capaz puede asociarse a depresión, ansiedad o sentirse indefenso.

Fortaleciendo el autocontrol

La habilidad de resolver problemas de forma independiente, tiene una repercusión directa en la autoestima infantil. Fomentar el aprendizaje de este tipo de estrategias no implica indicar respuestas exactas frente a determinadas situaciones, sino enseñar al pequeño a considerar distintas posibles soluciones ante una situación problema, evaluar los elementos que están a su alcance para optar por la medida más conveniente y finalmente analizar cuáles serán las consecuencias de sus acciones.  Dicha enseñanza puede estructurarse entonces, básicamente en 5 pasos;

1)     ¿Qué se debería hacer ante el problema?

2)     Considerar todas las posibilidades reales de actuar

3)     Evaluar las diferentes alternativas

4)     Elegir la más conveniente

5)     Poner en práctica la solución escogida y luego verificar los resultados y consecuencias.

Como integrantes de la sociedad, desde la infancia somos objeto de exigencias que en mayor o menor medida significan potenciales amenazas a la autoestima. Prevenir carencias en la misma en esa temprana época de la vida, ayuda a una adaptación mayor y mejor frente a las demandas del entorno que nos rodea.

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5 comentarios

  1. Importantísimo artículo. Ma alegro de que cada vez haya más voces que insistan en la necesidad de incorporar una asignatura denominada «autoestima» en la escuela.

    Aprendemos muchas cosas en la infancia pero a veces nos olvidamos de aspectos tan fundamentales como desarrollar una autoestima sana para alcanzar mayores cotas de bienestar en la vida.

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