La culpa patológica

La culpa es una emoción que busca reparar, hiciste un daño, te haces responsable, pides perdón e intentas hacer algo al respecto. Sin embargo, existe un tipo de culpa patológica que en lugar de crear un espacio sano de responsabilidad emocional, se convierte en una cruel jueza que te castiga sin piedad.

La experimentas habitualmente, convirtiéndose en un sentimiento muy fuerte e invasivo  que dificulta el día a día, dejas de ser funcional y te afecta en distintas áreas. En ocasiones, puedes sentirte culpable simplemente por imaginar un daño, aunque en la práctica jamás lo llevarías a cabo.

El sentimiento de culpa puede desembocar con facilidad en tristeza, vergüenza, ansiedad,  generando un cúmulo de emociones que te hace sentir mal y que además se retroalimentan entre sí dificultando su identificación y por consiguiente su superación. Se manifiesta de forma física (dolores en el pecho, estómago, presión en la cabeza y molestias en la espalda) de forma emocional (irritabilidad, nerviosismo, tristeza) y de forma cognitiva (autoreproches, autoacusaciones y pensamientos destructivos de la autoestima y valía de uno mismo).

En ciertos trastornos psicológicos la culpa está muy presente. Uno de los más frecuentes es la depresión. Bajo ese estado, es muy usual que la persona tienda a autorrecriminarse, a sentirse culpable de estar deprimida y no poder sentir como lo hacen otros.

También presente en los trastornos obsesivo-compulsivos, en las fobias y en las adicciones. Aquí la culpa funciona como factor de constante castigo emocional, que generalmente agrava el problema central.

¿Cómo superar la culpa patólogica?

Responsabilidad: Consiste en diferenciar mi responsabilidad, la del otro o la situación. Bajo los efectos de los sentimientos de culpa asumimos responsabilidades que en ocasiones ni si quiera nos corresponden. La clave reside en realizar una reatribución de la responsabilidad de lo sucedido, brindar a cada uno lo que le corresponde y no asumir toda la responsabilidad de las cosas. Requiere de un análisis cuidadoso y objetivo de la situación.

Acepta que puedes cometer errores: Los errores forman parte de las experiencias de la vida y puedes utilizarlo como clave del aprendizaje y cambio. Piensa en tu contexto, cuando eres joven tiendes a equivocarte más en algunas cosas emocionales porque estás aprendiendo, a veces pasa que más allá de la edad cronológica hay una inmadurez emocional que también puedes trabajar. Trata de reparar el daño contigo mismo, porque el castigo eterno te paraliza y no te ayuda ni a ti ni al otro.

Expresa la culpa: No reprimas ni ocultes la culpa. Las palabras permiten romper ese aislamiento y quiebran el bucle interminable de castigo. Es más, quizás el que nos escucha pueda ayudarnos a encontrar solución.

Debes ser cuidadoso con tus trampas mentales: Tanto las del tipo “debería…” o “tendría que”, y aquellas que son de pensamiento polarizado (todo – nada, bien – mal). Las del tipo debería son exigencias o normas internas que nos atribuimos a nosotros mismos, y si no las cumplimos aparecerá el sentimiento de culpa destructivo. Cambia ese lenguaje interno de autoexigencia y mandato, por otro más suave, y cercano a uno mismo (“me hubiese gustado”, “me gustaría…” “Desearía… deseo…”). Y en la vida casi nada es blanco o negro, el contexto de nuestra vida y de las situaciones tamiza muchas de las cosas que nos ocurren, intenta ser conciente de esto.

El perdón: Cuando te percatas que quizás dañaste a alguien, tienes la oportunidad de pedir perdón por ello. Busca alternativas para reparar el daño, pide disculpas a la persona afectada y sobre todas las cosas perdónate a ti mismo, esto proporciona un gran alivio y sobre todo abre las ventanas a emociones más positivas.

Aléjate de la culpa que castiga y paraliza, si tu emoción no repara entonces no tiene sentido que te aferres a ella.

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La felicidad de amarnos

amarte a ti mismo

Hemos mencionado en post anteriores lo importante que es la auto aceptación y el querernos a nosotros mismos. Cuando no nos amamos, ese gran vacío comienza a hacer mella por algún sitio. Vamos a ver algunos consejos para comenzar a cuidarnos desde adentro.

El perdonarte es algo vital para no estancarte en el eterno castigo, sí vas a cometer errores porque eres un ser humano, ni mejor ni peor que el resto. Deja de lado tu voz crítica desmedida y sustituye ese discurso por uno más amoroso. Cada fracaso se convierte en una oportunidad de crecimiento y aprendizaje, claro que duele, pero el dolor sanamente transitado se convierte en fortaleza, en tu fortaleza.

No puedo subrayar lo suficiente la importancia de rodearte de buenas relaciones, esas relaciones positivas que te nutren, te desafían, te quieren y no tienen miedo de ser honestos y firmes contigo cuando tienen que serlo. Las personas que te hacen daño ya sabes que nada bueno aportan y a veces aunque des mil oportunidades, mil veces saldrás decepcionado, así que no intentes cambiar a los demás, simplemente no se puede.

Muchas veces te vas a ver enfrentado a situaciones que no puedes cambiar, que no están bajo tu control. El dolor en realidad es la no aceptación, hay veces que simplemente debes dejar de luchar y aceptar, no es resignarte, es ser sabio. No podrás cambiar esa circunstancia, pero creeme que puedes cambiar la manera en que la interpretas.

Tener objetivos y luchar por ellos es uno de los pilares del bienestar, pero no te equivoques, ningún cambio surge de la rabia. Primero debes aceptar dónde estás y agradecer lo que ya has logrado en todo sentido, es desde ahí donde se camina hacia el desarrollo de tu persona.

Recuerda ser congruente contigo mismo, sé honesto con lo que quieres, no hagas nada para impresionar a nadie, no pierdas el tiempo comparándote con otro. Siéntete cómodo contigo mismo. A la única persona a quien tienes que enorgullecer es a ti.

Nada mejor que invertir en ti mismo, en tus conocimientos, en tu trabajo, en tus metas, en tu propio descubrimiento. Conocerte es una herramienta invaluable para evitar caer en las trampas de tu propia mente, que lamentablemente, son muchas.

Date tiempo para estar contigo mismo, deja de lado las tentaciones de la tecnología, las distracciones y conectate con lo que sientes, con qué quieres hacer, qué es lo que piensas. Obséquiate tiempo para divertirte y relajarte, un cerebro sobre cargado no funciona y el cuerpo siempre termina quejándose.

Amarte  puede ser una tarea más compleja de lo que parece, estos pasos pueden ayudarte a dar el puntapié inicial, enamórate de ti mismo, tú vales la pena el esfuerzo.

 

 

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