Aprende de la angustia y líbrate de ella

Hablemos de angustia, qué es y algunas estrategias para tenerla bajo control

La angustia ha sido un tema ampliamente estudiado por la filosofía y las distintas corrientes psicológicas. Etimológicamente proviene del término alemán angst y de la palabra germana eng. Este concepto hace referencia a algo angosto o estrecho, es decir, a malestar y apuro.

La angustia es universalmente vivenciada por las personas, su efecto paraliza, estremece, es una emoción harto compleja, desagradable, incluso difusa. Aparece ante una amenaza real o imaginaria las más de las veces. Provoca terribles consecuencias a nivel psíquico y físico.

Está asociada a situaciones de desesperación, donde la persona no se siente capaz de controlar sus actos. Si bien ciertos niveles de angustia son necesarios y adaptativos, cuando hablamos de su cara patológica, la misma es desproporcionada, visceral, recurrente e imaginaria muchas veces, imaginando situaciones horribles cuando estas no existen.

Existe un estado de indefensión que lo aprisiona, conduciendo a un deterioro mental, interpersonal y físico.

La angustia conduce a la ansiedad, la potencia. La ansiedad es la tarjeta de presentación de un malestar más profundo (García Nieto, 2019). Hoy en día se ve alimentada por los deseos que nos imponen de afuera, nos obligan a encajar en ideales de belleza, de perfección, de status social y económico que nos presionan, estándares obviamente innecesarios para nuestra verdadera felicidad.

El deseo de inmediatez, de autoconvencernos de que estamos incompletos, de que necesitamos más de lo que realmente necesitamos, es una trampa excelente para angustiarnos cada día un poco más. La idealización que se hace de las vidas ajenas, cuando la gente solamente muestra lo que desean que veas.

Para poder escapar de la angustia, nos ponemos en continuo movimiento, no nos permitimos reflexionar, estar con nosotros mismos, quizás ni siquiera disfrutar de nuestra propia presencia o darnos el permiso para generar un vacío de aburrimiento, que habilita un pensamiento más profundo. Nos asustamos de nuestra propia existencia y creemos que estamos vacíos, cuando tenemos tanto, tanto para dar.

Dato interesante

Desde el ámbito de la psicobiología nos dicen que el complejo GABA está asociado a los receptores específicos para las benzodiacepinas; y los sistemas de neurotransmisión noradrenérgica y serotonínica están vinculados a la psicobiología de la angustia, queda aún investigación por realizar en este terreno.

¿Qué podemos hacer con la angustia?

Primero aprender a nutrir nuestra mente, meditar, conectarnos con el dolor, aprender de él. Diferenciar los pensamientos reales de las mentiras que nuestra cabeza constantemente nos está susurrando cruelmente.

  • No hay que escapar de la angustia, hay que aprender a reconocerla y muchas veces transitarla
  • Ser conciente de los pensamientos pesimistas que te atormentan
  • Prestar atención a tu respiración, a tu existencia
  • Reconoce cuánto vales como persona y la importancia de que estés aquí con nosotros
  • Buscar un propósito en tu vida, una causa que sea más grande que tu
  • Realizar pequeños actos de bondad a diario, que son un mimo para el corazón
  • Dejar ir el odio y el rencor
  • Amar más, en el amplio sentido de la palabra
  • Cuidarte siempre, aunque no lo desees, aunque creas que no lo merezcas
  • Concentrarte en brindar lo que deseas para ti, si deseas amor, bríndalo, si quieres ayuda, ayuda tu mismo. Cuando nos concentramos más en brindar que en recibir, nos alejamos de la demanda excesiva y patológica en la que solemos caer.

La angustia también te está diciendo algo, conéctate contigo, pide ayuda de ser necesario, pero no seas indiferente. Cuando el alma grita, hay que escucharla.

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