Escrito por Oriol Lugo, Psicólogo e investigador de la Universidad Ramon Llull de Barcelona oriolugoreal@hotmail.com
En el presente artículo quiero hablarles de la mente y de cómo podemos usarla a nuestro favor a partir de un cambio en nuestros pensamientos y estados emocionales. Para ello vamos a efectuar un viaje hacia nuestro interior.
Cuando hablamos de mente, este concepto puede parecer abstracto y difuso. Esto se debe a que es un elemento que podría estudiarse desde distintos campos: psicología, neurociencias, filosofía… Aquí vamos a aportar una mirada práctica y funcional. Vamos a plantear la mente como una estructura personal que se manifiesta en nuestro día a día a través de pensamientos y a través de nuestro diálogo interno.
Podemos entender el diálogo interno como el discurso que todos tenemos con nosotros/as mismos/as en el día a día. Cuando nos despertamos un torrente de pensamientos nos invaden. Nos decimos frases como: “hoy voy a ir a este lugar”; o “voy a ver a tal persona”; o “me apetece desayunar…”
Este diálogo en la gran mayoría de las veces es automático e inconsciente. Es decir, surge de nuestra propia mente sin pensarlo y aparentemente sin control. Y en función de lo que nos decimos vamos a generar un tipo de realidad: más positiva, o tal vez, más negativa.
Si alguien se levanta y en su discurso interno aparecen frases como: “hoy va a ser un día estresante porque tengo que…”; es muy probable que esta persona va a empezar a generar todo un conjunto de emociones y de sensaciones físicas de estrés, angustia, miedo, cansancio, rabia…
Pero por el contrario si esa misma persona empieza su jornada con: “hoy voy a divertirme cuando haga…”; probablemente esa persona va a conectar con estados emocionales más positivos y con emociones y sensaciones de placer, satisfacción o alegría.
¿Pero cómo puedo cambiar estas actitudes mentales? Es necesario que te hagas con un diario. Necesitas una libretita donde vas a ir anotando todos estos diálogos internos que consideras que son más negativos. Al principio va a ser complicado y muy duro ya que es un nuevo reto que cuesta de instaurar. Pero a medida que vayas anotando estos pensamientos, descubrirás que cada vez es más fácil y divertido.
Una vez hayas anotado una frase o un pensamiento negativo, el siguiente paso es analizarlo de forma objetiva. Por ejemplo: “hoy en la reunión va a ser muy estresante…”. ¿Es realmente cierto?, ¿va a ser una reunión muy estresante?, ¿puedo sacar provecho o llegar a sentirme bien en esta reunión? El hecho de replantearte tu realidad, permite que puedas encontrar otra manera de plantearte las situaciones. Entonces, puedes buscar una frase que sea o más neutra, como, por ejemplo: “la reunión será formal, tranquila, rutinaria…”. O si lo consideras incluso positiva (sólo si crees realmente en ello): “va a ser una reunión provechosa donde vamos a tratar temas de interés”.
El último paso consiste en darte cuenta cada vez que vuelvas a usar ese diálogo interno negativo y sustituirlo por las nuevas premisas o frases que te hayas planteado. Al final, es un ejercicio de repetición, de ir automatizando un pensamiento más positivo.
Tu mente puede ser tu máxima aliada, pero tienes que darte el permiso para que te ayude en tu día a día.
¿Te Gustaría Que Trabajáramos Contigo Para Potenciar Tu Bienestar Emocional y Tu Optimismo?