If Money Doesn’t Make You Happy, Then You Probably Aren’t Spending It Right (Si
el dinero no te hace feliz, probablemente no lo estés gastando bien) es el provocativo nombre del trabajo escrito por Elizabeth Dunn, Daniel Gilbert y Timothy Wilson, el cual aún no ha sido publicado. En el mismo se trata un interesante tópico, ¿es el dinero el que nos brinda felicidad?
Estudios recientes habían comprobado que las personas más adineradas no eran más felices que otras y quizás el problema no radique en el dinero en sí, sino en cómo decidimos gastar el mismo.
Aparentemente tendemos a confundirnos, creemos que determinadas cosas materiales nos harán felices pero cuando finalmente las obtenemos nos damos cuenta de que no es así. Así que el problema en realidad radicaría en que gastamos el dinero en cosas que no son todo lo que esperábamos, por eso, si comenzaramos a utilizarlo de otra manera podríamos ser más felices.
Entre los consejos que los autores nos brindan para utilizar en dinero encontramos que hay que comprar varias cosas pequeñas antes que una gran cosa demasiado cara. Aparentemente un capuccino caro disfrutado de vez en cuando tiene más incidencia en nuestro nivel de felicidad diaria que un lujoso viaje a Cancún. Más poder tienen esas pequeñas dosis de felicidad que un anhelado sueño que se puede disfrutar muy de vez en cuando, en la mayoría de los casos. Una de las razones para que un pequeño placer sea más disfrutable que un gigantesco placer, es nuestra tendencia a la adaptación. Si compramos un apartamento sumanente lujoso nos sentiremos en la gloria…pero solamente por un tiempo, porque ese apartamento será el mismo todos los días, en cambio, los pequeños placeres son variables y por lo tanto no tenemos la oportunidad de adaptarnos a ellos, son cambiantes y por ende más disfrutables.
Otro consejo es saborear los pequeños placeres de la vida que no necesariamente implican una inversión material, como disfrutar de una caminata por la playa o escuchar el sonido de la lluvia en tu ventana. La gente adinerada a veces pierde la capacidad de disfrutar las pequeñas cosas porque tienen la oportunidad de experiencias muy intensas y frecuentes, olvidándose de la premisa fundamental de que la felicidad está en todas partes y no es una meta, sino un proceso.
Invertir el dinero en nuestra paz mental garantiza nuestra felicidad, libros de auto ayuda, clases de yoga, cds de meditación, todo esto hace que nuestra mente esté ocupada con cosas positivas, en vez de perder el tiempo en pensamientos rumiantes que casi siempre atentan contra nuestra autoestima. Cuando realmente estamos concentrados en el aquí y ahora podemos apreciar en su totalidad cada momento y vamos brindando mayor significado a nuestra rutina.
Suele ser más beneficioso comprar experiencias y no cosas en sí. Un crucero o un viaje a nuestro país adorado será mucho más aprovechado que comprarse la televisión de último modelo.
Dar obsequios es otra manera de sentirnos bien con el dinero que tenemos, estudios demuestran que las cosas que compramos para otros (que aprecien nuestros obsequios) nos brinda más felicidad que si nos compramos algo para nosotros.
No debemos caer en la tentación de comprar todo a crédito, se recomienda primero ahorrar y luego comprar lo que queremos. La explicación radica en que el sentimiento de antipación, la emoción que nos brinda pensar en lo que finalmente podremos comprar es una fuente de alegría por sí misma.
Compremos lo que realmente queremos, no nos conformemos con la opción más económica sino va a colmar nuestras expectativas.
Si no estamos demasiado seguros en que gastar nuestro dinero podemos compararnos con el resto y ver qué es lo que la gente escoge, una de las maneras más certeras de predecir cuánto disfrutaremos algo es saber qué tanto lo disfruto alguien más.
Estos consejos pueden ayudarnos a ser más felices con el dinero que contamos, sea poco o mucho, el secreto está en saber cómo gastarlo. Te invito a hacer el experimento y aprender a ser un poco más feliz todos los días.
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