Las personas tienen una tendencia natural a la autodestrucción, nuestro propio inconciente conspira en nuestra contra para influenciarnos de manera negativa. Existen muchas maneras de manifestar los comportamientos destructivos hacia nosotros, conductas tan simples como caminar descuidadamente por la calle, fumar, comer en exceso, sobre exigirse, dormir poco, realizar deportes extremos sin las precauciones necesarias, conducir demasiado rápido, tener sexo sin protección, consumir drogas, y una amplia gama de actividades potencialmente mortíferas más.
La autodestrucción se convierte en un hábito cuyas consecuencias usualmente no pueden visualizarse a corto plazo. Las metas de estas conductas es intentar hacer desaparecer el dolor, la angustia, la ansiedad, es una manera fallida de mantener el control sobre una situación. Hay personalidades más predispuestas a este tipo de comportamiento, son aquellas con rasgos antisociales, histriónicos, narcicistas, aquellos quienes gustan de llamar la atención y seducir, quienes buscan desesperadamente aceptación y amor. Son personas que tienden a tener amistades superficiales, con baja tolerancia a la frustración, por lo que deben obtener el placer de la manera más rápida posible, son impulsivos, tienden a negar la peligrosidad de sus actos y a veces actúan de manera egoísta.
Aún cuando se sabe que lo que estamos haciendo no está bien se prefiere ignorarlo, ya que no interesa que se destruyan tan sólo un poco ahora, la gratificación instantánea nubla el juicio y se dejan llevar por el momento, por esa necesidad imperiosa de aniquilar la angustia y no son capaces de medir que el goce luego se convertirá en suplicio.
Una historia de vida compleja donde el sostén emocional es pobre, un entorno poco habilitante, tipos familiares disfuncionales, son los culpables de que se creen personalidades «débiles», donde el dolor tiene que expresarse de una manera casi suicida, como si la muerte seduciera con su promesa de acabar con toda la angustia de una vez y para siempre.
Por supuesto que quien se está dañando no es conciente de todo lo subayecente que se encuentra en una conducta que hasta a veces se tilda de inofensiva, ya que es algo común, algo que muchas personas hacen, no deberíamos preocuparnos por las consecuencias. La negación se convierte en una aliada para mantener este lento suicidio a flote. La pulsión de muerte vibra en nosotros arrastrándonos por el fango de nuestra propia desgracia, y nosotros sin saberlo seguimos fielmente los dictámenes de nuestros impulsos.
¿Qué podemos hacer al respecto? Ya que es complicado que nos demos cuenta nosotros solos de lo que estamos haciendo, tendremos que aprender a escuchar a quienes están a nuestro alrededor, sus palabras pueden ser la primer señal de alerta para reaccionar. No hay que menospreciar el peligro de nuestras conductas porque lo que hoy brinda placer y alivio, mañana puede ser lo que se convierta en nuestro final. Tenemos que entender por qué lo hacemos, por qué buscamos dañarnos y una vez que descubramos la raíz debemos trabajar en eso mediante terapia o grupos de ayuda, es vital buscar apoyo, las conductas autodestructivas pueden ser un laberinto muy solitario. Tenemos que aprender a amarnos a nosotros, a valernos por nosotros mismos, tenemos que aprender a no vivir a través de los ojos de los demás, no buscar la aprobación ni el cariño de otros solo como sustituto a nuestra propia falta de amor y respeto. En los demás no se encuentra la solución ya que no importa cuanto nos amen y nos cuiden, jamás será suficiente para llenar ese vacío que sentimos, ese vacío que solamente nuestra propia valía puede hacerlo desaparecer.
Sí, la respuesta siempre ha estado y estará en escondida en los recovecos de nuestro ser, solamente necesitamos un día de claridad para decir basta y actuar. No dejemos pasar la oportunidad, no siempre vamos a estar fuertes para enfrentarnos a lo que nosotros mismos nos hacemos. Reconocer que hay un problema es el primer paso, sin importar cuan terrible sea decirlo con voz clara y alta, pero es el comienzo necesario de nuestro camino de sanación. Y siempre podemos cambiar…Siempre, no lo olvides.
27077699/098165994
Lic. en Psicología Mariana Alvez marianaalvezg@gmail.com
es buena la nota,y es cierto todo lo expresado.pero cambiar es para mi imposible.tengo dos intentos de muerte.mi vida es un caos.creo que es algo genetico,sufro de depresion hace muchos años,y es cierto nunca me quise,de echo odio mi vida
OSvALDO — LO Q DICES DE TU VIDA . . ES MUY FUERTE – Y SI NO ENCUENTRAS FUERZAS PARA CAMBIAR – EN TI – BUSCA AYUDA mas fuerte q es de DIOS – EL DA AYUDA AL Q SE LA PIDE CON EL CORAZON – – SI QUIERES — ESTA AHY Mi CORREO .- rxo_cpc@hotmail.com
Yo no encuentro sentido del todo. Hace un rato he mirado la ventana pero también he pensado, de pasada, ni siquiera he tenido el cuchillo en mi mano, en un corte en las muñecas. Luego he pensado, y esto es lo más factible seguir pegandole a la farla hasta reventar. Y no es porque tenga 37 años y esté trabajando en una cafetería y practique mi talento que es el de escribir historias, y no es porque no tenga amigos que me quieran o familia que no piense en mí…NO. Ya con 14 o 15 años ya lo pensé. No hay sentido, es absurdo. Creo que soy sensible y me duele la vida. Es cierto que me río, que soy social, incluso diría que a veces soy el alma de la fiesta, pero realmente bebo mucho, fumo mucho, me drogo (maruhuana, coca) y otras cosas que he tomado antes. Y lo peor es que no encuentro la razón por la quiero acabar conmigo. Nada tiene el valor que merece mi existencia. Es por eso que se tienen hijos, para que nuestra vida tenga un sentido verdadero, y no puedas desaparecer tan facilmente. El sentimiento de protección y culpabilidad tienen más valor que nuestra propia vida, que no vale nada. SOMOS POLVO DE ESTRELLAS.
Lo siento por ti, solo decirte que siempre hay casos peores y que cada uno piensa que lo suyo es lo peor. Los medicos no me creen pero yo me provoque una hemiplejia, debido a mis sentimientos o mi percepcion de este mundo. No creo que el mundo sea una mrd porque me lo paso bien, pero si que esto ha sido una forma de aislarme. Digamos que he querido llamar la atencion de los que me rodean «familia» y no lo he hecho a drede. A veces las respuestas del cuerpo humano no las planeamos es el subconsciente creo yo. Llegar a una conclusion duele mucho. Yo siempre me he sentido un poco abandonada y yo me aislaba en mi misma, y ahora para que no me abandonen, creo que me he provocado esto. Es gracioso no quiero que me abandonen los demas, pero yo si me he abandonado. besos.
Pienso lo mismo que Eva
A la larga o la corta el cambio llega Osvaldo, y llega cuando tomes la decisión de ayudarte a vos mismo, ya que a nadie te va ayudar con tu karma hermano. Fuerzas!
Mariana
muy interesante tu documento..yo estoy haciendo mi tesis sobre este tema…te agredeceria si tuvieses paginas cientificas que me pudieses dar…ya que me ha costado mucho encontrar documentos y revistas psicologicas
de antemano muchisimas gracias
esta muy bueno
creo que esta vez si tienes razón porque yo me quería matar varias veces hasta que conocí a una persona que siempre me hablo de la vida de manera divertida y siempre le decía que mi vida era tonta y que debería morir y se enojaba cada que le decía pero poco a poco me fui enamorando de ella sin darme cuenta ya no odiaba mi vida la apreciaba por que quería cuidar de ella y fue que ahora la amo mas ella me dio mi vida
Llevo desde hace unos 4 años con el Trastorno Obsesivo Compulsivo del perfeccionista, «anancasticismo», y no ha sido hasta finales de 2012 y principios de 2013 donde más ha emergido, de no soportar ni vivir en mi propia casa (vivo con mis padres) por el simple hecho de ser un piso antiguo restaurado donde las paredes NO son visual ni geométricamente perfectas, ni tampoco de color blanco (son naranjas). Tal es el grado, que desde que escribo este mensaje, hace 2 semanas que no puedo dormir por insomnio al no tener ordenador (se averió) y no poder estar actualizado ni controlar todo lo que hago virtualmente (que es el 90% de mi planificación con todo).
No me he venido abajo jamás porque tengo una voluntad de acero, pero el hecho de pensar en trabajar me estresa muchísimo porque no puedo concentrarme pensando que hay imperfecciones que soy incapaz de arreglar, y yo no puedo hacer dos cosas simultáneas, primero debp terminar una, y hasta que no acabe no empiezo otra.
Y veo que, pese a la voluntad, estoy dirigiéndome a un remolino infranqueable que terminará destruyéndome (que por otro lado, tampoco me importaría, porque dejando de existir se llegaría a la perfección atómica, pero preferiría vivir para disfrutar de lo que más me gusta, que es la música).
En fin, que no sé qué hacer, pero la voluntad de subsistir es igual de fuerte que la de destrucción, y cuando dos fuerzas de igual potencia colapsan, ninguna retrocede, no sé que hacer.