Nuestras sombras

De alguna forma es lo que reprimimos para adaptarnos a la sociedad y vernos a nosotros mismos como buenas personas.

Es en nuestra infancia, gracias a nuestras figuras de referencia, aprendizajes, historias personales y genética (lo genético se manifiesta en la adolescencia, por eso vemos cambios radicales en algunas personas en esta etapa, es su verdadera esencia), vamos creando una forma de ver el mundo y de actuar en él.

La sombra es más destructiva y peligrosa cuando más la reprimimos y la negamos. Y ella siembre busca la forma de expresarse. Es entonces cuando “se proyecta”, depositamos esa oscuridad en los demás y ellos nos sirven como espejos. Sino la trabajamos a través del autoconocimiento, solo podemos verla a través de las acciones y rasgos de los demás, fuera de nosotros mismos.

Una forma de percatarnos de esto es cuando nuestras respuestas son desmedidas ante ciertos actos de los otros, ejemplo, las personas en extremo celosas suelen ser infieles. Lo que criticamos o juzgamos exageradamente de otros puede llegar a pertenecernos. Nuestras emociones reprimidas tienen fuerza y siempre encuentran alguna forma de manifestarse, ya sea a través de patologías psicológicas o somáticas.

Existen distintos tipos de sombras, la sombra personal, la que llevamos todos como frustraciones, miedos, egoísmo, también estaría la sombra impersonal, esa que contendría la esencia de la maldad más arquetípica, la que acompaña a los genocidas, asesinos.

Como decía Jung, uno no se ilumina imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente la oscuridad, es decir, confrontando la sombra. Una aceptación radical comienza también integrando “nuestra sombra” en la personalidad y trabajar con ella, descuidarla nos puede desequilibrar.

Esto nos beneficia ya que favorece nuestra individuación, nos ayuda a alcanzar el bienestar porque entramos en paz con nosotros mismos, ayuda a la sanación y la libertad personal.

Haciendo conciente lo inconciente, poniendo sobre la mesa quiénes somos en toda nuestra complejidad, nos ayuda a integrar esa parte que aunque no nos guste, también es nuestra y parte de nuestra historia.

En el próximo post veremos cómo integrar la sombra a nuestra personalidad. ¡Feliz Halloween!

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