La vida es como un automóvil, pesados kilos de metal que tenemos que aprender a dominar porque sino tiene nefastas consecuencias. Somos esos conductores que tenemos que aprender a tener dominio de las cosas inesperadas que van surgiendo, estar con los ojos bien abiertos ante las contrariedades, aprender a superar los obstáculos, ir creciendo con la experiencia.
Parece un juego tan complicado, requiere de tanta concentración y esfuerzo, pero una vez que entendemos cómo funciona el proceso, nuestro viaje se torna disfrutable y hasta podría decirse que relajado.
A lo largo de nuestro camino surgirán muchas cosas que no estarán bajo nuestro control, distintas rutas que escoger, personas que nos acompañaran, momentos donde también tendremos que aprender a convivir con nuestra soledad y reflexión.
La vida está llena de paisajes asombrosos, de tormentas temerosas, de personas maravillosas, de otras que más vale que nos alejemos, es una sinfonía de colores diversos, por eso es tan interesante. Hay días donde tendremos toda la energía y sentiremos que podemos conquistar el mundo, otros no podremos siquiera levantarnos de la cama, pero toda esta variedad es lo que hace que el trayecto tenga su magia, que sea entretenido, emocionante, dramático, intenso o simplemente bello.
Por eso es vital que te subas a tu coche decidido, expectante, alegre, y veas que sorpresas te aparecen, qué personas valen la pena retener, que obstáculos pueden convertirse en importantes aprendizajes. Y no te preocupes si atraviesas una tormenta terrible, porque siempre las nubes se quedan perdidas en el tiempo y el sol siempre, siempre reaparece, con todo el esplendor que roba pícaramente a la esperanza.
¿Quieres ser el conductor de tu propio vehículo? ¿Quieres realmente ser el dueño de tu vida? No reniegues al pasado, no culpes a las malas circunstancias, simplemente elige convertirlas en aprendizaje y continuar. Sin importar cuál camino debas atravesar, siempre debes intentar mantener tu calma y felicidad interior, las circunstancias cambian muchas veces abruptamente, pero no deben tener el poder de arrebatarte la alegría que has logrado construir. Choca, tómate tu tiempo, sacúdete el polvo y continúa, porque todavía, recuérdalo bien, todavía tienes un largo camino que recorrer.