A veces somos intolerantes con los demás, juzgamos muy a la ligera sus actitudes y saltamos de inmediato a la incomprensión. ¿Quién tiene tiempo para andar pensando en los otros? Yo creo firmemente en el amor propio, en ser honestos con lo que queremos y expresarlo, pero no confundamos nuestra necesaria cuota de narcicismo con el egoísmo negativo.
Solemos estar tan inmersos en nuestros propios poblemas que a veces no podemos percatarnos de que quien está a nuestro lado está sufriendo, o si nos damos cuenta, preferimos ignorarlo. Existen personas que son incapaces de ayudarse a sí mismas, no importa cuánto nos esforcemos por querer que salgan adelante, ellos se han convertido en sus propios enemigos y no saldrán de esa posición por más que insistamos. Sin embargo, no podemos olvidarnos de los otros, quienes realmente quieren ayuda pero preferimos no escuchar.
Como una manera de protegernos a nosotros mismos de la sensación de angustia e impotencia que el dolor ajeno puedo llegar a ocasionarnos, a veces minimizamos las señales de alerta que van quedando en evidencia. Es más fácil pensar que es algo pasajero, que pronto esa persona estará muy bien, que solamente está exagerando. Y es así que vamos ignorando patologías, tendencias suicidas, soledad.
Si bien no tenemos por qué ser los responsables del dolor ajeno, tampoco deberíamos actuar insensibles con el resto. Un caso muy común es el de los padres cuando creen que las tristezas infantiles o los amores adolescentes no son importantes, ignorando que a pesar de que nosotros somos adultos y tenemos bien en claro que todo estará bien con el pasar del tiempo, nos volvemos ciegos, sordos y mudos cuando el otro lo único que necesita es un poco de apoyo. No subestimemos el poder de las palabras cariñosas o de un gesto tan simple como estrechar una mano para hacerle saber a alguien que estamos presentes.
Nada es porque sí, las personas a veces actúan de manera destructiva cegadas por el odio que las consume. Si alguien prestara un poco más de atención, si una persona no llegara a sentirse tan sola, grandes desgracias podrían evitarse. Nos necesitamos los unos a los otros y entregarnos a construir un mundo mejor, aunque suene idealista o de telenovela, es misión y responsabilidad de todos. Cuando nos enfocamos a un propósito que va más allá de nuestros deseos personales, nos ubicamos en un estado tal de satisfacción que nos permite experimentar la felicidad más genuina, la que proviene de una vida con propósito, con objetivos, que puede ayudarnos no solamente a nosotros, sino también a los demás.
Ser altruistas es convertirnos en mejores personas, saber comprender a los demás, tomarnos el tiempo de averiguar qué es lo que está sucediendo, es ubicarnos en una posición de nobleza humana. Vivimos en sociedad y en nuestra pequeña sociedad, en nuestro círculo íntimo que debemos saber cuidar y respetar. Nunca sabes cuando será tu turno, quizás mañana seas tú quien necesites de una mano amiga.
es verdad a veces somos tan egoistas que olvidamos tener empatia para con los demas, pero sabe, en ocasiones o la myor parte de las veces hay personas que quitan la voluntad de ver como apartar a su vida para que mejore ya que ni ellos mismo dejan entrar o simplemente se aprovechan de la mano que ese dia le dio para ayudar a levantar. Creo que el ser humano es tan complicado y tan egoista que a veces se nos olvida como volver a ayudar, eso es lo que opino.